Jorge Luis Borges afirmaba que clásico era
un libro que se leía con un fervor previo, pero nunca imaginé hasta qué punto El retrato de Dorian Gray habría de
significar la materialización más cabal de esa definición, ahora que he
terminado su lectura, saldando una vieja deuda literaria, sumido en un estado
de excitación febril, siguiendo el hilo de esta cautivante novela del polémico
escritor irlandés Oscar Wilde.
La historia es conocida: Dorian Gray,
joven apuesto y libertino, posa ante su amigo el pintor Basil Hallward, quien
le hace un retrato perennizando las facciones frescas y juveniles de sus 20
años. Al ver la reproducción, el mancebo comenta con su mentor, el noble e
influyente lord Henry Wotton, que lo que más desearía en este mundo es
intercambiar su destino con el del cuadro, para que mientras él permanezca
lozano e incorruptible, así pasen los años, fuera el lienzo el que tenga que sobrellevar
las pesadumbres y los embates del envejecimiento y sus horrores.
El anhelo se cumple desde luego,
actualizando de otra manera el antiguo mito fáustico que sirviera para dar
nacimiento a grandes creaciones del pasado, como la afamada obra del venerado
J.W. Goethe. Mientras el joven se lanza a una vida de desenfrenos y extravíos,
el retrato es el que sufre los rigores del vicio y del tiempo, en tanto Dorian Gray
mantiene la apariencia rozagante que el pintor estampara a través de su arte.
El relato de la decadencia moral y
espiritual de un ser humano, hundiéndose gradualmente en la infamia y el
crimen, mientras mantiene las apariencias de una vida civilizada y noble, son
descritas por el autor con admirable maestría, llevándonos por los recovecos de
la historia con una dosis exacta de expectación y suspenso, haciéndonos vivir
la cautivante sensación de asistir a un conjunto de hechos que siempre nos
deparan un giro sorprendente. Así, cuando nos enteramos, junto al protagonista,
de la muerte de Sybil Vane, la novia de Dorian, no podemos sino reaccionar con
estupor y tristeza.
O cuando Basil visita a su joven amigo
para pedirle ver el cuadro que ha pintado y éste se niega rotundamente, y ante
la insistencia del artista Dorian no tiene más salida que tomar un cuchillo y
asesinarlo por la espalda. Pero el momento más intenso es aquel que
presenciamos en el muelle, cuando Dorian pasa de casualidad por una casa de
placer y, ante una palabra que le dirige una de las chicas allí reunidas, James
Vane lo reconoce y sale inmediatamente para matarlo, mas a quien logra atrapar
en medio de las brumas de la noche es a un efebo que no puede ser el mismo que
hacía 18 años había ocasionado el suicidio de su hermana. Dorian se sirve de esta
estratagema para salvarse, estando a un pelo de ser ejecutado por el hermano
enfurecido de la joven actriz que fue su prometida.
La propia vida de Wilde estuvo marcada por
el escándalo y la controversia, acusado de sodomía y condenado a dos años de
trabajos forzados; sin embargo, su talento no sufrió mengua alguna, pues a raíz
de esta ingrata experiencia, escribiría obras de gran calado reflexivo y
espiritual, que han quedado como pruebas irrefutables de su genio y grandeza.
Su leyenda ha sido alimentada además por la imagen que de él han dejado sus
poses de dandy y su retórica
inverosímil, así como sus frases ingeniosas y sus paradojas insuperables.
La única novela que escribió a lo largo de
su corta carrera de escritor se salda con la muerte del protagonista, que en un
acto de gran ofuscación, y pretendiendo acabar con el motivo de su perdición,
se lanza contra el lienzo blandiendo la misma arma con que había acabado con su
amigo Basil, mas en el preciso momento en que el metal hunde su filo en el
odiado objeto, un desgarrador grito estremece la vecindad, llamando la atención
de los transeúntes y haciendo que un policía decida penetrar la morada del
personaje con la ayuda de algunos operarios, encontrando el retrato descolgado
tal como lo pintó Hallward hace cerca de dos décadas, y en el suelo los restos
de un hombre que es más bien un despojo, al que cuesta reconocer si no es por
las sortijas que lleva.
El sueño de la eterna juventud terminaba
convertido en una súbita pesadilla mortal, erigiéndose la historia en una
aleccionadora parábola de los trasiegos de la vanidad humana y su pavoroso
final.
Lima, 20 de mayo de 2014.
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