Constituye un auténtico acontecimiento
cultural cada año cuando se dan a conocer los galardonados con el Premio Nobel,
en las cinco especialidades estipuladas por el mismo Alfred Nobel en su
testamento, más el agregado en la década del 60 por los administradores de la
Fundación que instituyera el científico sueco. En el mes de octubre, como es
costumbre ya desde sus orígenes, se anuncian a los ganadores, quienes luego son
premiados en una ceremonia especial en Estocolmo el 10 de diciembre, aniversario
del nacimiento de su benefactor, con la presencia de los reyes de Suecia, los
académicos, científicos, escritores y personalidades diversas invitadas para la
ocasión.
Siguiendo la tradición, este año se
comenzó con el Premio Nobel de Medicina, anunciado el lunes 6, otorgado al
estadounidense John O’Keefe y a los esposos noruegos May-Britt y Edvard Moser,
quienes han investigado sobre las células del cerebro encargadas del
posicionamiento: las de lugar, halladas por el primero, y las de red,
encontradas por estos últimos, que en conjunto se encargan de establecer
nuestra ubicación y la forma como nos manejamos espacialmente. Se dice que
dicho hallazgo será importante para profundizar en los estudios sobre cómo
detener el Alzheimer y sus secuelas devastadoras en el cerebro humano.
El martes 7 se anunció el Premio Nobel de
Física, que en esta oportunidad ha recaído en tres científicos japoneses, Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura,
culpables de las investigaciones para la obtención de las luces LED, una fuente
de energía alternativa a la luz tradicional y cuya variante está en consonancia
con estos tiempos preocupados por la conservación medioambiental. Dicha energía
es utilizada por la tecnología de los teléfonos celular, televisores y otros aparatos
de la moderna industria cibernética.
El miércoles 8 le tocó el turno al Premio
Nobel de Química, que este año ha premiado a los estadounidenses Eric Betzig y William Moerner y al alemán Stefan Hell
por
sus trabajos para desarrollar la microscopia fluorescente, conocida también
como nanoscopia, pues permite la observación de dimensiones hasta ahora
imposibles de ver para la ciencia tradicional, con lo cual se podrán realizar
importantes descubrimientos sobre las enfermedades del Alzheimer y el
Parkinson, además de la factibilidad de poder analizar los procesos cognitivos
de las moléculas de las neuronas en el cerebro.
El jueves 9 nos trajo una sorpresa, pues
mientras todos esperábamos que el premiado de este año fuera uno de los nombres
barajados por los medios de comunicación y por los conocedores de los
entretelones de la Academia Sueca, entre los cuales estaban el escritor
estadounidense Philip Roth, el japonés Haruki Murakami –voceado insistentemente
desde hace varios años-, el checo Milan Kundera, el sirio Adonis, y otros más,
la decisión del jurado se ha orientado esta vez hacia el francés Patrick
Modiano, novelista nacido en 1945, de padre italiano y madre belga, autor de
más de 30 novelas, pero que tiene como tema obsesivo y reiterado la ocupación
alemana de su país durante los años de la Segunda Guerra Mundial, y que el
autor ha sondeado como nadie desde todos los ángulos, presentado una visión
casi completa de un periodo particularmente sensible para la historia
contemporánea.
El viernes 10 la sorpresa ha sido
igualmente grata, pues el Comité Noruego –encargado de otorgar el Premio Nobel
de la Paz- ha decidido galardonar a dos luchadores incansables por los derechos
de los niños, los adolescentes y los jóvenes a la educación y a una vida digna:
la joven activista paquistaní Malala Yousafzai y el veterano líder indio
Kailash Satyarthi. Malala se hizo conocida en el mundo entero cuando hace dos
años fue baleada por los talibanes en un ómnibus escolar en el peligroso valle
del Swat, al noreste de Pakistán, que los extremistas islámicos controlaban
entonces. Al borde de la muerte fue trasladada a un hospital en el Reino Unido,
donde le salvaron la vida. Desde ese instante ha recibido la solidaridad y el
reconocimiento de numerosas organizaciones y personalidades a su valiente lucha
por conquistar el derecho a estudiar de las mujeres, especialmente en países
como el suyo, donde una absurda interpretación ortodoxa del integrismo musulmán
les veda esa posibilidad. Por su parte, Satyarthi es conocido por su lucha de
años en contra de la explotación laboral de los niños en la India y en el resto
del mundo.
Finalmente, el lunes 13 se dio a conocer
al ganador del Premio Nobel de Economía, otorgado esta vez al economista
francés Jean Tirole, por sus investigaciones en torno al poder del mercado y
las regulaciones en una sociedad de intensa competencia. Resulta de gran
actualidad el tema materia de premiación, en un mundo que se debate entre los viejos
dogmas del liberalismo, acentuados por el sistema neoliberal imperante, y la
sensata postura de aquellos que sostienen la necesaria presencia del Estado
para evitar los desboques de una economía de mercado librada a su libre
albedrío, como lo ha demostrado la reciente crisis del 2008, cuyas secuelas
todavía se dejan sentir en las economías occidentales.
De esta manera, se ha cerrado por este año
la novedad de los premios de mayor relieve del mundo académico actual, aportes
que seguirán ocasionando debates fructíferos y discusiones fecundas en los
círculos universitarios o en los corrillos científicos, artísticos y literarios
donde se ponen sobre el tapete los hechos más trascendentales de nuestro
tiempo.
Lima,
13 de octubre de 2014.
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