Gracias a la prensa independiente podemos tener una
información más fidedigna de lo sucedido en San Miguel del Ene, en la zona de
Vizcatán, del valle más cocalero de nuestra Amazonía, conocida como el Vraem,
el pasado domingo 23 por la noche, mientras en la capital se comentaban los
pormenores del debate técnico entre los equipos de ambos partidos que
enfrentarán el balotaje del próximo 6 de junio. Ese fatídico día, un comando
armado incursionó en el poblado desatando una feroz carnicería que dejó el
saldo de 16 personas asesinadas. Los atacantes actuaron con gran crueldad y sin
miramientos, llegando a quemar varios de los cadáveres. Entre los muertos había
menores de edad y tres hermanas que laboraban en los bares del lugar. Ha sido
la tragedia más luctuosa de los últimos tiempos.
Inmediatamente los medios de la prensa concentrada
difundieron la información asegurando que se trataba de un atentado terrorista
de Sendero Luminoso, sin tener todavía las evidencias de lo acontecido ni
recabar los detalles del caso. Sin pruebas, precipitadamente, se lanzaron a
confundir a la opinión pública de una manera interesada y sesgada, con la
curiosa colaboración de dos personajes que han pasado a engrosar las páginas de
la historia universal de la infamia: Fernando Rospigliosi y Pedro Cateriano,
fujimoristas de nuevo cuño, reconvertidos a la podredumbre que encarna la
candidata de Fuerza Popular (FP). Con sospechosa diligencia, exhibiendo
imágenes de la masacre, se dedicaron a cacarear a los cuatro vientos que se
trataba de un hecho de indudable factura senderista.
Las investigaciones que siguieron han ido desmontando la
apresurada campaña del miedo de estos conversos voceros de la cabecilla de FP.
Testimonios de los propios pobladores, de las autoridades locales, así como de
los sobrevivientes, dejaban abiertas varias hipótesis sobre la autoría de la
matanza. Un panfleto hallado entre los destrozos del crimen, firmado por el
Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP), los llevaron a conclusiones
apresuradas, sobre todo por las alusiones a la campaña política y a su lideresa
política. Pero esto no es sino una repetición calcada de las dos últimas
elecciones generales, las de 2011 y 2016, cuando días antes de la primera y de
la segunda vuelta, también se cometieron atentados en diversas zonas de las
regiones que fueron en su momento escenario de la violencia armada de los años
del terror. Nos asiste todo el derecho para ser suspicaces ante tan raras
coincidencias, sabiendo por lo demás que la zona de los valles de los ríos
Apurímac, Ene y Mantaro constituyen un terreno fértil para los cultivos de la
coca y por consiguiente para el tráfico de la droga, cuyas bandas pagan cupos a
los remanentes de SL para que les sirvan de guardias armados en su negocio
ilícito. Si recordamos la época en que Montesinos recibía cupos de los
traficantes para que el Estado les dejara actuar a sus anchas, más el nexo de
conocidos narcos con el fujimorismo reciente, se potencian nuestras alarmas
sobre quiénes podrían estar detrás de tan abominable atrocidad.
Este MPCP es una facción escindida del PCPSL, grupo éste que
dejó de operar hace tiempo, pues su líder histórico no sólo está preso, sino
que firmó un acuerdo de paz durante la dictadura de Fujimori y Montesinos,
claudicación que los hermanos Quispe Palomino recusan, convirtiéndose en los
nuevos líderes de la organización terrorista, ahora mutada en agrupación
narcoterrorista al servicio de los capos que operan en el Vraem. Es por eso que
las dudas saltan cuando se conocen los entresijos del ataque; el juez de paz y
el alcalde no reconocen las características de un atentado senderista,
perpetrado por personas comunes y corrientes, que en ningún momento dijeron
nada, que simplemente actuaron y fugaron en motos lineales. Es decir, que se
abren varias posibilidades sobre los verdaderos culpables de la tragedia,
quienes deben ser identificados y hallados para que la justicia se encargue de
imponerles las penas correspondientes.
Fue el filósofo latino Séneca quien estableció la lógica del
crimen, cuyos culpables, decía, deben ser buscados entre sus beneficiarios, que
en este caso es bastante obvio. Mientras que los desinformadores de la prensa
oficiosa y sus secuaces deben ser señalados sin ambages como los miserables de
esta historia, pues se atrevieron a traficar con el dolor de las víctimas, sin
importarles nada ni nadie con el fin de alcanzar sus aviesos fines. Son los
mismos rostros que paradójicamente aparecen en el documental “Diktadura nunca
más: prohibido olvidar”, una producción de AmaruTV que registra todo el
historial del fujimorismo como uno de los movimientos más viles y abyectos de
nuestro pasado reciente. Es gracioso ver y escuchar a estos personajillos
describiendo de modo certero lo que significa esa siniestra fuerza política, y
ahora defendiéndola y justificándola de manera tan grosera que uno válidamente
se pregunta qué ha pasado con su memoria, ¿tan de corto plazo es que ya se les
olvidó todo lo que pensaban hace poco?, ¿perdieron la dignidad en el camino
cuando hogaño apañan lo que antaño criticaban ácidamente? ¿En qué momento lo
que antes era malo se volvió bueno para estos señores?, ¿cómo es que lo que
ayer se reprobaba acremente hoy se aprueba con entusiasmo?, ¿qué pirueta
conceptual debe uno realizar para que lo que en el pasado se repudiaba con
severidad, en el presente se elogie con gran ingenuidad? En fin, es
inexplicable a veces el sinuoso y errático derrotero moral de las personas.
Es ridículo igualmente oír afirmar a Alvarito Vargas Llosa,
muy suelto de huesos en una radio local, que el fujimorismo es actualmente la
única alternativa democrática que le queda al Perú, como si también hubiera
olvidado lo que su padre decía hace apenas unos años sobre los Fujimori, una
dinastía que pretendía enraizarse en nuestra historia habiéndole propinado un
daño irreversible al país con sus robos y sus crímenes. Lo que también ha
quedado demostrado es el vergonzoso servilismo de la prensa capitalina, empezando
por el diario El Comercio y su
conglomerado oligopólico, que controla dos canales de televisión y numerosos
pasquines que en estas semanas han fungido de obsecuentes voceros de la
cabecilla de la corrupción y repetidores mecánicos, cual papagayos amaestrados,
del guion que dicta la derecha rancia y cavernícola. De los otros es mejor ni
hablar, pues su posicionamiento es tan nauseabundo que no sé cómo quedarán en
el futuro en cuanto a credibilidad, el valor más codiciado por un buen
periodista.
Lima, 30 de mayo de 2021.
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