El Frente Amplio (FA), agrupación de la izquierda uruguaya, ha ganado en las pasadas elecciones del domingo 25 de octubre, pero no han sido suficientes los votos obtenidos como para darle la victoria en primera vuelta a José Mujica, ex dirigente tupamaro de 74 años y su candidato a la Presidencia, que ha obtenido alrededor del 47% de los sufragios, cifra ligeramente inferior a la mitad más uno, que le hubiera franqueado el acceso directo al poder. Ahora tendrá que enfrentarse en segunda vuelta al segundo candidato mejor votado, el próximo 29 de noviembre.
Sus rivales en la contienda electoral han sido, principalmente, Luis Alberto Lacalle del Partido Nacional (PN), y Pedro Bordaberry del Partido Colorado (PC), quienes han sacado el 30% y el 17% de los votos, respectivamente. Lacalle es un ex presidente de centroderecha, cuyo partido también es denominado blanco, y Bordaberry es hijo del dictador Juan María Bordaberry, líder histórico de los colorados y que gobernó la República Oriental del Uruguay en los años más convulsos de su vida republicana.
Simultáneamente a las elecciones presidenciales, se han realizado dos referendos en los que se ha consultado al pueblo sobre aspectos vitales para la democracia uruguaya. El primero, sobre la vigencia de la llamada Ley de Caducidad, que impide juzgar a militares acusados de violaciones de los derechos humanos durante la dictadura de 1973 a 1985. El segundo, para autorizar o no la participación, vía voto electrónico, de los emigrantes, que según cifras oficiales exceden los 500,000.
Los resultados han dejado un sabor amargo entre las filas de quienes apoyaron el voto por el sí, pues el 48% alcanzado no es suficiente para anular una ley que ampara la impunidad y violenta de forma aleve e inicua el estado de derecho en el país de Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti y Eduardo Galeano, probablemente sus figuras literarias más universales. Esa ley cancela la posibilidad de llevar a los tribunales a quienes cometieron crímenes y atentaron contra los derechos humanos de miles de ciudadanos en la que fue una de las peores y típicas dictaduras sudamericanas de fines del siglo pasado.
La otra cuestión es quizá más controversial, pues en un país de 3,3 millones de habitantes, que no menos de 700 mil personas estén afuera, constituyendo lo que Eduardo Galeano ha llamado con agudeza la “patria peregrina”, significa un enorme desafío a los mismos conceptos de democracia, participación, derechos y deberes, que conciernen a todos los uruguayos, tanto para quienes habitan en el territorio nacional como para quienes, por diversas razones, han tenido que migrar al extranjero.
Pero lo verdaderamente sorprendente en el caso del país oriental, es que un hombre que otrora militara en las filas de un movimiento guerrillero –los legendarios tupamaros--, esté ad portas de convertirse en el próximo Presidente de la República, si logra derrotar en el balotaje que se avecina, según vaticinan las encuestas, a quien será su rival encarnizado: el ex presidente Lacalle, quien cuenta además con el apoyo, según propia y directa confesión, del líder colorado y de su partido.
Cuando hace cinco años asumió el gobierno el Presidente Tabaré Vásquez, de las mismas filas que José Mujica, se cerraba un largo ciclo de hegemonía del Partido Colorado en la política uruguaya, con breves interregnos del Partido Blanco, las dos mayores agrupaciones tradicionales de esa república. Y ahora que se apresta a dejar el cargo, con un altísimo 60% de aprobación ciudadana, puede hacerlo tranquilo pensando que su sucesor podría ser la cabeza visible de un segundo periodo de gobierno en manos de un movimiento joven en el espectro político nacional. Y aun cuando digan los maledicentes que las relaciones entre ambos caudillos no son precisamente fraternas, y que sus figuras no pueden ser más contrapuestas, no por ello van a dejar de significar una brizna de esperanza y un deseo de renacimiento para un país que se apresta a celebrar su bicentenario de la independencia, pero para quien, paradójicamente, y según el mismo Galeano, la independencia sigue siendo una tarea pendiente, así como para toda América Latina.
Lima, 31 de octubre de 2009.
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