sábado, 30 de junio de 2012

Un cantar Inca


     Premunida de una amplísima bibliografía, María Rostworowski acomete en Historia del Tahuantinsuyu (Lima, IEP, 1999, 2ª.ed.), la ardua tarea de reconstruir el pasado de lo que fue una de las grandes civilizaciones de la América precolombina. Dispone para ello de abundante información que le suministran los cronistas de ayer y los estudiosos de hoy, con los cuales nutre sus datos y enriquece sus referencias. Asombra el manejo de fuentes que la autora dispone para un trabajo de esta envergadura, haciendo acopio de publicaciones preexistentes así como de sus propias investigaciones.
     Comienza, en las aclaraciones previas, haciendo un deslinde con el término “imperio”, que tan profusamente se ha usado y se sigue usando para referirse a la sociedad inca en los estudios históricos. La palabra estaría lastrada de reminiscencias europeas que no se corresponden con una realidad radicalmente diferente a la que pretende nombrar.
     En la primera parte, el capítulo 1 está dedicado al estudio del Cusco primitivo, cuyo nombre originario, Acamama, serviría para conocer el futuro emplazamiento de lo que luego sería la capital inca. Igualmente aparece la mención al primer curacazgo del Cusco, Ayarmaca, denominación que deriva de las voces quechuas ayar, que significa quinua silvestre, y maca, raíz comestible.
     La infaltable referencia a los mitos de origen es el tema del capítulo 2, como la de los hermanos Ayar: Ayar Cachi queda tapiado en el cerro Tambotoco; Ayar Uchu es transformado en piedra; Ayar Auca se convierte en piedra al pisar el suelo del paraje que indicaba la vara fundacional y Ayar Manco es quien realiza la magna hazaña de crear e iniciar lo que con el tiempo sería una vasta y compleja civilización.
     En el tercer capítulo se ocupa de la expansión y desarrollo del Tahuantinsuyu, destacando el mito de la guerra contra los chancas, etnia indómita y belicosa que también habría sido la culpable de la desintegración del centro Wari. Revive la vieja discusión sobre quién venció a aquellos temibles guerreros, si Pachacutec o Viracocha. Según Rostworowski, Garcilaso se inclina por el segundo, trocando los hechos. Nos recuerda de paso que “algunos soberanos waris llevaron el apelativo Pachacutec”.
     Relieva la importancia de la reciprocidad en el mundo andino, como un mecanismo de gran sutileza para lograr vencer las resistencias naturales de las diversas macroetnías, señoríos y curacazgos que se encontraban diseminados a lo largo del avance y expansión de los cusqueños. Describe sus imponente construcciones y centros administrativos, como Huanuco Pampa y Tumibamba, símbolos representativos de la arquitectura inca.
     A la llegada del invasor, los incas no habían logrado consolidar una nación, por lo que rápidamente fueron avasallados por las huestes hispanas, que contaron para su dominio con la colaboración de muchos pueblos recientemente sometidos por los señores del Cusco. Tanto las conquistas pacíficas que realizaron los incas, como la de los chincha, y las que tuvieron feroces resistencias, como la de los guarco y los collec, no lograron afianzar una sólida alianza que les permitiera hacer frente a un enemigo superior en muchos sentidos. Las rebeliones tanto en el norte como en el sur fueron un permanente dolor de cabeza para el soberano y prefiguraron en cierta manera el fin del predominio inca.
     En el capítulo 5 encara el laborioso asunto de las sucesiones y el correinado en el mundo andino, motivo de esa querella bíblica entre los dos hijos de Huayna Capac que terminaría apurando el ocaso y fin del incario. Es más, los hábitos sucesorios eran distintos a los que regían en el mundo europeo, pues a quien le correspondía la herencia del poder era aquí al más hábil, al más capaz, al de buen entendimiento. Las luchas por ceñirse la mascapaycha eran frecuentes a la muerte del Inca. Lo sucedido entre Huascar y Atahualpa no fue sino el corolario de una inveterada costumbre entre los gobernantes cusqueños.
     Se detiene la autora en lo que llama las “equivocaciones” de Garcilaso, quien por pertenecer a la panaca de Capac Ayllu, la misma de Huascar, de quien fue “acérrimo partidario”, deforma la historia inca con el fin de acomodar su relato a los niveles de comprensión del lector europeo. La historiadora asume para ello la óptica andina para analizar las referencias que suministran las crónicas. Según ello, el alejamiento de Huascar de la elite cusqueña, sus continuos desatinos, precipitaron su caída.
     La captura de Atahualpa, el 16 de noviembre de 1532, es narrada con ligeros detalles de diferente matiz por los cronistas. La muerte del soberano ocurrió entre el 8 de junio y el 29 de julio de 1533. Los hispanos contaron con el apoyo de los señores de las diversas macroetnías andinas, que vieron la ocasión propicia para desatarse del yugo cusqueño. Ignoraban, inocentemente, lo que habría de sobrevenirles.
     En la segunda parte, aborda en tres capítulos los aspectos organizativos del incario, la composición social, los recursos rentables y los modelos económicos del Tahuantinsuyu. Comprende la elite conformada por los Hatun Curaca o grandes señores y por el Sapan Inca, soberano del Tahuantinsuyu; la existencia de dieciséis panaca y diez ayllus “custodios”; la dualidad en el ejercicio del poder y las divisiones cuatripartitas que fueron la base de todo el sistema. Por ejemplo, en el señorío de Lima, cogobernaban Taulichusco y Caxapaxa; pero mientras el primero lo hacía desde la ciudad costeña, el segundo tenía que trasladarse al Cusco, como una forma de garantía de la lealtad del señorío.
     En el mundo andino no se conocía la edad cronológica de los habitantes, tampoco existía la clasificación lineal de las edades, pues la más importante para ellos era la de mayor rendimiento humano, aproximadamente entre los 25 y los 50 años.
     La importancia de la tierra y la ganadería, que proporcionaron al Estado abundancia de recursos, está remarcada a través de una minuciosa organización que debía subvenir a las necesidades de un inmenso territorio y una economía primitiva basada en la reciprocidad, la redistribución y el trueque. Hay muchos detalles de interés en esta parte final que omito deliberadamente, tanto por razones del espacio que va ocupando mi columna, como por provocar la curiosidad del lector para adentrarse en este apasionante libro.

Lima, 30 de junio de 2012. 

2 comentarios:

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  2. ejemplo de vida y gran cariño por nuestro pais es MARIA ROSTWORONSKI, sus estudios revelan que no hemos aprendido de nuestro pasado. Al no lograr consolidar nuestra nacion, un pais con oportunidades en distintas epocas, los incas,el guano y hoy,aun continuan los dolores de cabeza para los gobernantes ,rebelion es sinonimo de conflitos en el norte y sur del pais,entonces si es cierto la frase que el enemigo de un peruano es otro peruano.nos toca revalorar nuestro pasado, vivir su espiritu nacional y no perder el tiempo en formulas imitando lo que sucede o sucedio en otras naciones, rescatemos su gran valor, sabiduria , proyecion, organizacion y sistema moral,no ignoremos nuestro pasado por verguenza, no dejemos de investigar y estudiar palabras de un discipulo

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