jueves, 9 de enero de 2014

Días de radio



Casi como jugando, cumple 30 años de vida la radio Filarmonía, la solitaria emisora que difunde contenido eminentemente cultural a través de sus diversos programas, caracterizados por su altísima calidad y su discreta pero apasionada sintonía. 30 años dedicados a la titánica labor de transmitir música selecta, entrevistas escogidas, charlas de gran interés y a darle el espacio que se merece la producción nacional.
     Nacida con el nombre de Sol Armonía y ocupando otro punto del dial, hace unos años posee una casa propia y una ubicación inconfundible entre las decenas de emisoras que pululan en el éter, pero que sólo le rinden, muchas de ellas, rastrero vasallaje al ruido, la chabacanería y la estolidez. Filarmonía es un espacio de refinada espiritualidad en medio de la insulsez y la ordinariez que caracterizan a aquellas emisoras que se venden como las más sintonizadas pero donde se deja de ver la menor pizca de calidad.
     Empecé a sintonizar la radio en 1986, cuando pude adquirir mi primer equipo de audio con el novísimo sistema FM. Desde entonces soy un habitúe de Filarmonía, un oyente privilegiado que puede quedarse todo el día escuchando su variada programación, un melómano complacido regalado por las melodías y los sonidos que sus programadores tienen a bien emitir. Remanso y sosiego para el espíritu es lo que encuentra quien quiera que se deje cubrir por la maravillosa música que brota de sus ondas sonoras, el portento de las creaciones más excelsas que el genio del hombre ha legado a la humanidad.
     Cada vez que me quedo en casa, que por el bendito trabajo son muy pocos días al año, escucho infaltablemente a las once de la mañana “Concierto barroco”, una maravillosa manera de internarse en los imponente sonidos de los siglos XVII y XVIII, de la mano y el genio de grandes creadores como Johan Sebastian Bach, Antonio Vivaldi, Doménico Scarlatti, Arcángelo Corelli, Georg Phillip Telemann y otros de este jaez. Una hora del mayor placer musical que oído humano pueda obtener para riqueza y grandeza del espíritu.
     Cada tarde, invariablemente coincidiendo con la siesta de rigor, me acunan musicalmente las notas y las voces insuperables del programa “Antología lírica”, donde he aprendido a disfrutar, con Miguel Molinari oficiando de experimentado maestro, de las arias de ópera y las canciones líricas interpretadas por los tenores, los barítonos, las sopranos y las mezzosopranos más extraordinarios de la historia del bel canto. Tantas audiciones en mi haber han aguzado mi oído de tal manera, que me han dejado una pauta muy alta para juzgar todo lo que tenga que ver con la voz humana; y de regalo impagable, la voz más soberbia que me haya sido dado escuchar en mi largo historial de melómano consumado: la del tenor alemán Fritz Wunderlich.
     Gracias a “Sonidos del mundo” he tenido la suerte de recorrer con Mabela Martínez todos los ritmos y todos los géneros de los rincones más increíbles del orbe musical, destacando las performances e interpretaciones singulares que los artistas de los cinco continentes obsequian a quien tiene la dicha de conocerlos gracias a la intermediación de una guía insuperable como es la conductora del espacio. Desde el son cubano hasta el fado portugués, pasando por la morla caboverdiana, el latin jazz, el bossa nova y otras decenas de ritmos, sintonizar Filarmonía a las siete de la noche de algunos días de la semana se convierte en toda una aventura musical.
     En el mismo sentido, mas con el sello de su propio estilo y algo más, “De canto a canto” es un verdadero lujo en cualquier programación de radio. Conducido por Carlos Flores Ledesma, el espacio cuenta con una variada propuesta donde se alternan la música, siempre escogida con el mejor gusto, y la poesía, en boca de los mismos poetas, además de fragmentos de discursos, entrevistas y charlas de los más importantes escritores del mundo hispanoamericano.
     Y cómo no mencionar a los bellísimos momentos de solaz y gozo auténticos que nos brindan programas como “Musiciana”, a cargo de la directora de la radio, la señora Martha Mifflin; o “Pianísimo”, el esperado programa de las ocho de la noche que nos sumerge en las grandes composiciones para piano, obra de verdaderos virtuosos en ese majestuoso y delicado instrumento. Lo mismo habría que decir de “Buenos días Amadeus”, dedicado en su totalidad a la obra del genio de Salzburgo; de “Claro de luna”, especializado en la del maestro de la Quinta Sinfonía.
     Es realmente un lujo disfrutar de toda la programación de Filarmonía, la única emisora peruana que bien podría codearse, a nivel de calidad y contenido, con las mejores estaciones radiales europeas. Por cierto, hay segmentos también consagrados a emitir programas de emisoras internacionales, como es el caso de Radio Francia Internacional, Radio Neederland, Radio Exterior de España o la Deutsche Welle.
     Desde mi experiencia de oyente de Filarmonía durante más de 27 años, siento que se ha hecho imprescindible en mi vida, pues no me imagino un día sin escuchar los ansiados acordes de alguna melodía clásica, sin dejarme llevar por ese río melodioso de sonidos y voces que conforman uno de los regalos más portentosos de la historia de la música al género humano. Pienso que ese espléndido acervo del arte mundial nos hace más humanos, nos enriquece de una manera que no podemos definir, nos eleva de nuestra condición de animales racionales para encumbrarnos a las alturas donde moran los dioses, deleitándose con los sones de aquella maravilla que cobija Orfeo.
     Deseo larga vida a Radio Filarmonía, una cantera del arte universal que nos acompaña para hacer más soportable la existencia, que está colocada junto a nuestras vidas para superarlas, como pensaba el viejo filósofo de Basilea.

Lima, 8 de enero de 2014.