Casi
como jugando, cumple 30 años de vida la radio Filarmonía, la solitaria emisora
que difunde contenido eminentemente cultural a través de sus diversos
programas, caracterizados por su altísima calidad y su discreta pero apasionada
sintonía. 30 años dedicados a la titánica labor de transmitir música selecta,
entrevistas escogidas, charlas de gran interés y a darle el espacio que se
merece la producción nacional.
Nacida con el nombre de Sol Armonía y
ocupando otro punto del dial, hace unos años posee una casa propia y una
ubicación inconfundible entre las decenas de emisoras que pululan en el éter,
pero que sólo le rinden, muchas de ellas, rastrero vasallaje al ruido, la
chabacanería y la estolidez. Filarmonía es un espacio de refinada
espiritualidad en medio de la insulsez y la ordinariez que caracterizan a
aquellas emisoras que se venden como las más sintonizadas pero donde se deja de
ver la menor pizca de calidad.
Empecé a sintonizar la radio en 1986,
cuando pude adquirir mi primer equipo de audio con el novísimo sistema FM.
Desde entonces soy un habitúe de Filarmonía, un oyente privilegiado que puede
quedarse todo el día escuchando su variada programación, un melómano complacido
regalado por las melodías y los sonidos que sus programadores tienen a bien
emitir. Remanso y sosiego para el espíritu es lo que encuentra quien quiera que
se deje cubrir por la maravillosa música que brota de sus ondas sonoras, el
portento de las creaciones más excelsas que el genio del hombre ha legado a la
humanidad.
Cada vez que me quedo en casa, que por el
bendito trabajo son muy pocos días al año, escucho infaltablemente a las once de
la mañana “Concierto barroco”, una maravillosa manera de internarse en los
imponente sonidos de los siglos XVII y XVIII, de la mano y el genio de grandes
creadores como Johan Sebastian Bach, Antonio Vivaldi, Doménico Scarlatti,
Arcángelo Corelli, Georg Phillip Telemann y otros de este jaez. Una hora del
mayor placer musical que oído humano pueda obtener para riqueza y grandeza del
espíritu.
Cada tarde, invariablemente coincidiendo
con la siesta de rigor, me acunan musicalmente las notas y las voces
insuperables del programa “Antología lírica”, donde he aprendido a disfrutar,
con Miguel Molinari oficiando de experimentado maestro, de las arias de ópera y
las canciones líricas interpretadas por los tenores, los barítonos, las
sopranos y las mezzosopranos más extraordinarios de la historia del bel canto.
Tantas audiciones en mi haber han aguzado mi oído de tal manera, que me han
dejado una pauta muy alta para juzgar todo lo que tenga que ver con la voz
humana; y de regalo impagable, la voz más soberbia que me haya sido dado
escuchar en mi largo historial de melómano consumado: la del tenor alemán Fritz
Wunderlich.
Gracias
a “Sonidos del mundo” he tenido la suerte de recorrer con Mabela Martínez todos
los ritmos y todos los géneros de los rincones más increíbles del orbe musical,
destacando las performances e interpretaciones singulares que los artistas de
los cinco continentes obsequian a quien tiene la dicha de conocerlos gracias a
la intermediación de una guía insuperable como es la conductora del espacio. Desde
el son cubano hasta el fado portugués, pasando por la morla caboverdiana, el
latin jazz, el bossa nova y otras decenas de ritmos, sintonizar Filarmonía a
las siete de la noche de algunos días de la semana se convierte en toda una
aventura musical.
En el mismo sentido, mas con el sello de
su propio estilo y algo más, “De canto a canto” es un verdadero lujo en
cualquier programación de radio. Conducido por Carlos Flores Ledesma, el
espacio cuenta con una variada propuesta donde se alternan la música, siempre
escogida con el mejor gusto, y la poesía, en boca de los mismos poetas, además
de fragmentos de discursos, entrevistas y charlas de los más importantes
escritores del mundo hispanoamericano.
Y cómo no mencionar a los bellísimos
momentos de solaz y gozo auténticos que nos brindan programas como “Musiciana”,
a cargo de la directora de la radio, la señora Martha Mifflin; o “Pianísimo”,
el esperado programa de las ocho de la noche que nos sumerge en las grandes
composiciones para piano, obra de verdaderos virtuosos en ese majestuoso y
delicado instrumento. Lo mismo habría que decir de “Buenos días Amadeus”, dedicado
en su totalidad a la obra del genio de Salzburgo; de “Claro de luna”,
especializado en la del maestro de la Quinta Sinfonía.
Es realmente un lujo disfrutar de toda la
programación de Filarmonía, la única emisora peruana que bien podría codearse,
a nivel de calidad y contenido, con las mejores estaciones radiales europeas.
Por cierto, hay segmentos también consagrados a emitir programas de emisoras
internacionales, como es el caso de Radio Francia Internacional, Radio
Neederland, Radio Exterior de España o la Deutsche Welle.
Desde mi experiencia de oyente de
Filarmonía durante más de 27 años, siento que se ha hecho imprescindible en mi
vida, pues no me imagino un día sin escuchar los ansiados acordes de alguna
melodía clásica, sin dejarme llevar por ese río melodioso de sonidos y voces
que conforman uno de los regalos más portentosos de la historia de la música al
género humano. Pienso que ese espléndido acervo del arte mundial nos hace más
humanos, nos enriquece de una manera que no podemos definir, nos eleva de
nuestra condición de animales racionales para encumbrarnos a las alturas donde
moran los dioses, deleitándose con los sones de aquella maravilla que cobija
Orfeo.
Deseo larga vida a Radio Filarmonía, una
cantera del arte universal que nos acompaña para hacer más soportable la
existencia, que está colocada junto a nuestras vidas para superarlas, como
pensaba el viejo filósofo de Basilea.