viernes, 24 de octubre de 2014

Los premios Nobel 2014


     Constituye un auténtico acontecimiento cultural cada año cuando se dan a conocer los galardonados con el Premio Nobel, en las cinco especialidades estipuladas por el mismo Alfred Nobel en su testamento, más el agregado en la década del 60 por los administradores de la Fundación que instituyera el científico sueco. En el mes de octubre, como es costumbre ya desde sus orígenes, se anuncian a los ganadores, quienes luego son premiados en una ceremonia especial en Estocolmo el 10 de diciembre, aniversario del nacimiento de su benefactor, con la presencia de los reyes de Suecia, los académicos, científicos, escritores y personalidades diversas invitadas para la ocasión.

     Siguiendo la tradición, este año se comenzó con el Premio Nobel de Medicina, anunciado el lunes 6, otorgado al estadounidense John O’Keefe y a los esposos noruegos May-Britt y Edvard Moser, quienes han investigado sobre las células del cerebro encargadas del posicionamiento: las de lugar, halladas por el primero, y las de red, encontradas por estos últimos, que en conjunto se encargan de establecer nuestra ubicación y la forma como nos manejamos espacialmente. Se dice que dicho hallazgo será importante para profundizar en los estudios sobre cómo detener el Alzheimer y sus secuelas devastadoras en el cerebro humano.

     El martes 7 se anunció el Premio Nobel de Física, que en esta oportunidad ha recaído en tres científicos japoneses, Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura, culpables de las investigaciones para la obtención de las luces LED, una fuente de energía alternativa a la luz tradicional y cuya variante está en consonancia con estos tiempos preocupados por la conservación medioambiental. Dicha energía es utilizada por la tecnología de los teléfonos celular, televisores y otros aparatos de la moderna industria cibernética.

     El miércoles 8 le tocó el turno al Premio Nobel de Química, que este año ha premiado a los estadounidenses Eric Betzig y William Moerner y al alemán Stefan Hell por sus trabajos para desarrollar la microscopia fluorescente, conocida también como nanoscopia, pues permite la observación de dimensiones hasta ahora imposibles de ver para la ciencia tradicional, con lo cual se podrán realizar importantes descubrimientos sobre las enfermedades del Alzheimer y el Parkinson, además de la factibilidad de poder analizar los procesos cognitivos de las moléculas de las neuronas en el cerebro.

     El jueves 9 nos trajo una sorpresa, pues mientras todos esperábamos que el premiado de este año fuera uno de los nombres barajados por los medios de comunicación y por los conocedores de los entretelones de la Academia Sueca, entre los cuales estaban el escritor estadounidense Philip Roth, el japonés Haruki Murakami –voceado insistentemente desde hace varios años-, el checo Milan Kundera, el sirio Adonis, y otros más, la decisión del jurado se ha orientado esta vez hacia el francés Patrick Modiano, novelista nacido en 1945, de padre italiano y madre belga, autor de más de 30 novelas, pero que tiene como tema obsesivo y reiterado la ocupación alemana de su país durante los años de la Segunda Guerra Mundial, y que el autor ha sondeado como nadie desde todos los ángulos, presentado una visión casi completa de un periodo particularmente sensible para la historia contemporánea.

     El viernes 10 la sorpresa ha sido igualmente grata, pues el Comité Noruego –encargado de otorgar el Premio Nobel de la Paz- ha decidido galardonar a dos luchadores incansables por los derechos de los niños, los adolescentes y los jóvenes a la educación y a una vida digna: la joven activista paquistaní Malala Yousafzai y el veterano líder indio Kailash Satyarthi. Malala se hizo conocida en el mundo entero cuando hace dos años fue baleada por los talibanes en un ómnibus escolar en el peligroso valle del Swat, al noreste de Pakistán, que los extremistas islámicos controlaban entonces. Al borde de la muerte fue trasladada a un hospital en el Reino Unido, donde le salvaron la vida. Desde ese instante ha recibido la solidaridad y el reconocimiento de numerosas organizaciones y personalidades a su valiente lucha por conquistar el derecho a estudiar de las mujeres, especialmente en países como el suyo, donde una absurda interpretación ortodoxa del integrismo musulmán les veda esa posibilidad. Por su parte, Satyarthi es conocido por su lucha de años en contra de la explotación laboral de los niños en la India y en el resto del mundo.

     Finalmente, el lunes 13 se dio a conocer al ganador del Premio Nobel de Economía, otorgado esta vez al economista francés Jean Tirole, por sus investigaciones en torno al poder del mercado y las regulaciones en una sociedad de intensa competencia. Resulta de gran actualidad el tema materia de premiación, en un mundo que se debate entre los viejos dogmas del liberalismo, acentuados por el sistema neoliberal imperante, y la sensata postura de aquellos que sostienen la necesaria presencia del Estado para evitar los desboques de una economía de mercado librada a su libre albedrío, como lo ha demostrado la reciente crisis del 2008, cuyas secuelas todavía se dejan sentir en las economías occidentales.

     De esta manera, se ha cerrado por este año la novedad de los premios de mayor relieve del mundo académico actual, aportes que seguirán ocasionando debates fructíferos y discusiones fecundas en los círculos universitarios o en los corrillos científicos, artísticos y literarios donde se ponen sobre el tapete los hechos más trascendentales de nuestro tiempo.

Lima, 13 de octubre de 2014.

La masacre de Iguala


     La desaparición de 43 estudiantes de una escuela normal del pueblo de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, al suroeste de México, ha sacudido a la opinión pública mundial, especialmente a la mexicana y latinoamericana, por la forma como se han producido los hechos, en medio de la vorágine de violencia que azota al país de Benito Juárez y Diego Rivera, de Octavio Paz y José Alfredo Jiménez.

     El pasado 26 de septiembre, salió un grupo de alumnos de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” a realizar sus habituales trabajos de campo, visitando algunas circunscripciones de la región, cuando fueron detenidos por una patrulla de la policía municipal del lugar, al parecer enviados por el alcalde José Luis Abarca, hoy prófugo, entablándose un altercado entre estudiantes y uniformados, producto del cual fueron muertos a balazos dos de los jóvenes, mientras que a otro lo desollaron y le arrancaron los ojos. A los demás los llevaron a una colina donde aparentemente fueron entregados a los sicarios de los cárteles que pululan por la zona. El resto ingresa en el terreno de las suposiciones, pues lo único que se ha hallado en el lugar es una fosa con 28 cuerpos, los cuales deben ser identificados en los siguientes días, por un equipo de forenses argentinos,  para determinar si pertenecen a los normalistas desaparecidos.

     La indignación ha cundido no sólo a nivel nacional, sino que ha saltado a las páginas de la prensa internacional, desatando el rechazo unánime a la abominable masacre del que han sido víctimas estos jóvenes y la consiguiente solidaridad con sus familiares. Organismos internacionales como la OEA y Amnistía Internacional han dejado sentir su protesta por lo que constituye, a todas luces, un crimen de lesa humanidad. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (ELZN), legendario grupo guerrillero que insurgiera hace dos décadas en el vecino estado de Chiapas, también se ha sumado a la protesta en San Cristóbal de las Casas, lo mismo que colectivos de Alemania, Estados Unidos, Argentina, España y otros.

     En la capital mexicana, el miércoles 8 se ha realizado una multitudinaria marcha que ha partido del Ángel de la Independencia, se ha deslizado por el Paseo de la Reforma, la principal avenida de México D.F., y ha terminado en el Zócalo, donde una cantidad de figuras representativas de la política, el arte y la cultura en general se han pronunciado con firmeza en contra del terrorismo de estado, poniendo en tela de juicio la responsabilidad tanto de las autoridades federales como estatales por su actitud displicente frente al accionar, evidentemente cuestionable, del alcalde y el gobernador ante la actividad del cártel de los Beltrán Leyva que prácticamente dominan la región.

     Los manifestantes exigían, entre otras cosas, que devuelvan sanos y salvos a los estudiantes desaparecidos, que renuncie el presidente Enrique Peña Nieto, como responsable político y moral de los luctuosos sucesos. El caso, definitivamente, va a convertirse en un dolor de cabeza para el gobierno del PRI, pues la imagen que México proyectará ante el mundo estará lastrada por un acontecimiento bochornoso que ha consternado a la comunidad internacional.

     Se hace, pues, necesaria una profunda investigación, como lo ha exigido AI, para encontrar a los culpables de este espantoso crimen, pues la última deshonra para las presuntas víctimas sería que triunfe la impunidad como en tantos otros casos que han enlutado al país. Los culpables de este horrendo crimen deben ser hallados en el plazo más corto para que la justicia se encargue de imponerles el castigo correspondiente.

 

     Lima, 10 de octubre de 2014.

Una elección anunciada


Todo está consumado. La población limeña ha elegido al candidato de las mafias y de Comunicore como su alcalde para el próximo periodo de cuatro años. El resultado ya estaba cantado casi desde el inicio de la campaña, y muy poco se pudo hacer para revertir las cifras, por más que una insistente, pero limitada, labor de algunos comentaristas, trataron de hacer reflexionar al electorado sobre las implicancias éticas y morales de dicha opción. Tal parece que otros son los factores que inciden en el voto del elector común y corriente de esta urbe de 9 millones de habitantes.

     No debe asombrarnos una deriva de esta naturaleza, como dice el periodista César Hildebrandt en su columna semanal de la revista que dirige; tampoco debe extrañarnos  una conducta cívica de estas características, pues el historial de la corrupción en nuestro país tiene larga data, como se ha encargado de documentarla el historiador Alfonso Quiroz en su imprescindible Historia de la corrupción en el Perú (IEP, 2013). Es decir, un señor hace un gobierno –local o nacional- con muchas turbideces en el camino, no aclarando los serios cuestionamientos a una operación realizada durante su gestión y, pasado el tiempo, como si nada, vuelve a tentar ese puesto y resulta elegido nuevamente por ese pueblo que fue advertido del error en que incurriría. Hay un monto considerable en juego, existen los hechos jamás esclarecidos, están los nombres y las circunstancias del enredo delictivo, y sin embargo, nada de eso pesa en la decisión del elector, que se sigue moviendo por la famosa consigna de “roba pero hace obra”, en una demostración del más crudo pragmatismo, del más brutal sentido de las oportunidades inmediatas y a cualquier precio. Ni Maquiavelo se habría imaginado algo parecido.  

     Algo de psicopático se desprende de la consigna de marras, mucho de esa escuela de la impudicia y del cinismo contemporáneo que se enseña en los medios de comunicación, en los círculos de poder y en el entorno del exitismo empresarial que pregonan las instancias preclaras del sistema imperante. En un mundo donde se proclama, desde todas las tribunas  y a toda hora, que alcanzar el éxito a toda costa, aun pisoteando los derechos y la honra de los demás, avasallando todos los valores y los principios que una educación elemental ha depositado en nuestros primeros años de vida, es fácil entender una conducta colectiva como ésta.

     Porque el problema de la capital no es el único, sino que permea casi todo el territorio nacional, pues según los datos recientes que tenemos de los resultados parciales, en muchas regiones se habrían elegido  autoridades cuestionadas por asuntos de corrupción, o que enfrentan fundadas denuncias de delitos en el manejo del poder en el momento que lo ejercieron. El caso más emblemático es sin duda el de Waldo Ríos, un político de sinuoso recorrido, que fuera uno de los primeros tránsfugas de nuestra reciente historia parlamentaria, comprado como mercancía por el no menos inefable Vladimiro Montesinos en sus tiempos dorados.

     Pero lo novedoso de esta contienda es el repunte significativo del candidato aprista, quien contra todos los pronósticos se ha situado en un interesante segundo lugar, desplazando al tercero a la alcaldesa que buscaba la reelección. Malos tiempos para la izquierda, que como siempre no supo estar a la altura de las circunstancias y ha perdido protagonismo en el escenario de la política actual. Deben estar muy contentos todos aquellos que hicieron el cargamontón contra Susana Villarán –como aquel periodista de cuyo nombre no quiero acordarme-, acusándola injustamente de ineficaz e inepta, pues ella ha demostrado que hizo más obra que su antecesor en apenas un periodo municipal. Y sobre todo, que lo hizo sin robar, manteniendo la honestidad y la honradez como las banderas más notorias de su gestión.

     Solo nos queda esperar y estar atentos al accionar de los nuevos inquilinos de la Plaza Mayor, pues con los antecedentes que todos conocen, se necesitan no solo dos sino miles de ojos para vigilar el próximo gobierno de la ciudad. La prensa y la ciudadanía toda deben conformar la mejor alianza de fiscalización y control para que no surjan en el futuro nuevos escándalos de corrupción que ensucien otra vez los hilos con que se conducen los impuestos de todos los vecinos.

Lima, 6 de octubre de 2014.