viernes, 24 de octubre de 2014

La masacre de Iguala


     La desaparición de 43 estudiantes de una escuela normal del pueblo de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, al suroeste de México, ha sacudido a la opinión pública mundial, especialmente a la mexicana y latinoamericana, por la forma como se han producido los hechos, en medio de la vorágine de violencia que azota al país de Benito Juárez y Diego Rivera, de Octavio Paz y José Alfredo Jiménez.

     El pasado 26 de septiembre, salió un grupo de alumnos de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” a realizar sus habituales trabajos de campo, visitando algunas circunscripciones de la región, cuando fueron detenidos por una patrulla de la policía municipal del lugar, al parecer enviados por el alcalde José Luis Abarca, hoy prófugo, entablándose un altercado entre estudiantes y uniformados, producto del cual fueron muertos a balazos dos de los jóvenes, mientras que a otro lo desollaron y le arrancaron los ojos. A los demás los llevaron a una colina donde aparentemente fueron entregados a los sicarios de los cárteles que pululan por la zona. El resto ingresa en el terreno de las suposiciones, pues lo único que se ha hallado en el lugar es una fosa con 28 cuerpos, los cuales deben ser identificados en los siguientes días, por un equipo de forenses argentinos,  para determinar si pertenecen a los normalistas desaparecidos.

     La indignación ha cundido no sólo a nivel nacional, sino que ha saltado a las páginas de la prensa internacional, desatando el rechazo unánime a la abominable masacre del que han sido víctimas estos jóvenes y la consiguiente solidaridad con sus familiares. Organismos internacionales como la OEA y Amnistía Internacional han dejado sentir su protesta por lo que constituye, a todas luces, un crimen de lesa humanidad. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (ELZN), legendario grupo guerrillero que insurgiera hace dos décadas en el vecino estado de Chiapas, también se ha sumado a la protesta en San Cristóbal de las Casas, lo mismo que colectivos de Alemania, Estados Unidos, Argentina, España y otros.

     En la capital mexicana, el miércoles 8 se ha realizado una multitudinaria marcha que ha partido del Ángel de la Independencia, se ha deslizado por el Paseo de la Reforma, la principal avenida de México D.F., y ha terminado en el Zócalo, donde una cantidad de figuras representativas de la política, el arte y la cultura en general se han pronunciado con firmeza en contra del terrorismo de estado, poniendo en tela de juicio la responsabilidad tanto de las autoridades federales como estatales por su actitud displicente frente al accionar, evidentemente cuestionable, del alcalde y el gobernador ante la actividad del cártel de los Beltrán Leyva que prácticamente dominan la región.

     Los manifestantes exigían, entre otras cosas, que devuelvan sanos y salvos a los estudiantes desaparecidos, que renuncie el presidente Enrique Peña Nieto, como responsable político y moral de los luctuosos sucesos. El caso, definitivamente, va a convertirse en un dolor de cabeza para el gobierno del PRI, pues la imagen que México proyectará ante el mundo estará lastrada por un acontecimiento bochornoso que ha consternado a la comunidad internacional.

     Se hace, pues, necesaria una profunda investigación, como lo ha exigido AI, para encontrar a los culpables de este espantoso crimen, pues la última deshonra para las presuntas víctimas sería que triunfe la impunidad como en tantos otros casos que han enlutado al país. Los culpables de este horrendo crimen deben ser hallados en el plazo más corto para que la justicia se encargue de imponerles el castigo correspondiente.

 

     Lima, 10 de octubre de 2014.

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