La desaparición de 43 estudiantes de una
escuela normal del pueblo de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, al suroeste
de México, ha sacudido a la opinión pública mundial, especialmente a la
mexicana y latinoamericana, por la forma como se han producido los hechos, en
medio de la vorágine de violencia que azota al país de Benito Juárez y Diego
Rivera, de Octavio Paz y José Alfredo Jiménez.
El pasado 26 de septiembre, salió un grupo
de alumnos de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” a realizar sus
habituales trabajos de campo, visitando algunas circunscripciones de la región,
cuando fueron detenidos por una patrulla de la policía municipal del lugar, al
parecer enviados por el alcalde José Luis Abarca, hoy prófugo, entablándose un
altercado entre estudiantes y uniformados, producto del cual fueron muertos a
balazos dos de los jóvenes, mientras que a otro lo desollaron y le arrancaron
los ojos. A los demás los llevaron a una colina donde aparentemente fueron
entregados a los sicarios de los cárteles que pululan por la zona. El resto
ingresa en el terreno de las suposiciones, pues lo único que se ha hallado en
el lugar es una fosa con 28 cuerpos, los cuales deben ser identificados en los
siguientes días, por un equipo de forenses argentinos, para determinar si pertenecen a los
normalistas desaparecidos.
La indignación ha cundido no sólo a nivel
nacional, sino que ha saltado a las páginas de la prensa internacional,
desatando el rechazo unánime a la abominable masacre del que han sido víctimas
estos jóvenes y la consiguiente solidaridad con sus familiares. Organismos
internacionales como la OEA y Amnistía Internacional han dejado sentir su
protesta por lo que constituye, a todas luces, un crimen de lesa humanidad. El Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (ELZN), legendario grupo guerrillero que
insurgiera hace dos décadas en el vecino estado de Chiapas, también se ha
sumado a la protesta en San Cristóbal de las Casas, lo mismo que colectivos de
Alemania, Estados Unidos, Argentina, España y otros.
En la capital mexicana, el miércoles 8 se
ha realizado una multitudinaria marcha que ha partido del Ángel de la
Independencia, se ha deslizado por el Paseo de la Reforma, la principal avenida
de México D.F., y ha terminado en el Zócalo, donde una cantidad de figuras
representativas de la política, el arte y la cultura en general se han
pronunciado con firmeza en contra del terrorismo de estado, poniendo en tela de
juicio la responsabilidad tanto de las autoridades federales como estatales por
su actitud displicente frente al accionar, evidentemente cuestionable, del
alcalde y el gobernador ante la actividad del cártel de los Beltrán Leyva que
prácticamente dominan la región.
Los manifestantes exigían, entre otras cosas,
que devuelvan sanos y salvos a los estudiantes desaparecidos, que renuncie el
presidente Enrique Peña Nieto, como responsable político y moral de los
luctuosos sucesos. El caso, definitivamente, va a convertirse en un dolor de
cabeza para el gobierno del PRI, pues la imagen que México proyectará ante el
mundo estará lastrada por un acontecimiento bochornoso que ha consternado a la
comunidad internacional.
Se hace, pues, necesaria una profunda
investigación, como lo ha exigido AI, para encontrar a los culpables de este
espantoso crimen, pues la última deshonra para las presuntas víctimas sería que
triunfe la impunidad como en tantos otros casos que han enlutado al país. Los
culpables de este horrendo crimen deben ser hallados en el plazo más corto para
que la justicia se encargue de imponerles el castigo correspondiente.
Lima, 10 de octubre de 2014.
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