lunes, 12 de febrero de 2024

Sobrevivientes

 

En octubre de 1972 se produjo una de las tragedias aéreas más sonadas de Latinoamérica, cuando un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya, que transportaba a 45 personas, se estrelló en la cordillera de los Andes, en la frontera de Argentina con Chile. En ella viajaba la delegación del equipo de rugby del país, acompañados por algunos familiares y amigos de los jóvenes deportistas, más los miembros de la tripulación. Después de una breve escala en Mendoza, la nave rumbo a Santiago de Chile perdió el control, debido tal vez a la densa nubosidad de la zona, y terminó desintegrándose en choques sucesivos con las cresterías nevadas de una altura superior a los 5 mil metros sobre el nivel del mar.

Este es el tema de la reciente película La sociedad de la nieve, del español Juan Antonio Bayona, estrenada el año pasado y que compite para los próximos premios Oscar. Producida a partir del libro del mismo nombre de Pablo Vierci, la historia revive un hecho luctuoso de la aviación. La he visto la otra noche y me ha parecido muy interesante, un tratamiento bastante sobrio de un asunto que puede prestarse fácilmente a la truculencia. La actuación de artistas uruguayos y argentinos le proporciona una buena dosis de realismo al film, así como el escenario que es el mismo que vivieron las víctimas de hace medio siglo, aunque algunas escenas se hayan grabado en la Sierra Nevada española.

Durante el primer saldo de la violenta incursión sobrevivieron 27 viajeros, que empezarían a vivir a partir de ese momento una verdadera hazaña de supervivencia, debiendo soportar por 71 días los embates encarnizados de la baja temperatura, la falta de alimentos, los heridos sin atención suficiente y la desesperación gradual de todos. Una tormenta de nieve, a los pocos días del accidente, prácticamente los sepultó en la montaña, ocasionando la muerte de 9 personas más. En los siguientes días otros dos morirían al encontrarse muy mal heridos. Cuando a través de un equipo de radio escuchan que las labores de rescate se dan por concluidas, han pasado ya diez días de la caída. En ese instante son conscientes de que su salvación depende de ellos mismos.

Al agotarse los suministros, se produce una terrible disyuntiva que pone a prueba el valor moral de cada sobreviviente. Discuten sobre la posibilidad de consumir la carne de sus compañeros fallecidos. Un viejo tabú de la humanidad se coloca en el debate en circunstancias dramáticas para 16 seres humanos cuya única alternativa es sobrevivir o morir. Algunos toman la difícil decisión de salvarse, aun a costa de un hecho que para muchos es reprobable desde todo punto de vista; otros declinan por razones religiosas. Sin duda que es el momento más tenso de la película.

A los sesenta días de una peripecia increíble, dos de los muchachos deciden arriesgarse y salen a pedir auxilio cruzando los picos nevados, las abruptas laderas y desafiando la inclemencia de un clima extremo. Se dirigen al oeste, pues saben que en algún momento divisarán las estribaciones del lado chileno de Los Andes. La travesía de diez días es descomunal, una auténtica prueba de lucha por la vida, la voluntad humana puesta al límite, la resistencia personal al servicio de la afirmación práctica de la solidaridad, la empatía y la resiliencia. Una acción de heroísmo sin discusión alguna. Divisar al arriero chileno al otro lado de un río, es el santo y seña de un noble objetivo conquistado.

En 1976 se produjo la primera versión cinematográfica de la tragedia, Supervivientes de los Andes. Fue rodada en México por René Cardona, basada en el libro del mismo título de Clay Baird Jr. En 1993 se realizó una segunda película sobre este acontecimiento que la prensa bautizó como el milagro de los Andes. La producción titulada en inglés Alive (¡Viven!), fue producida y dirigida por Frank Marshall, basada en el libro homónimo de Piers Paul Reed de 1974. Tal parece, sin embargo, que la última versión posee un mayor calado en el tratamiento del tema como en la profundización de los personajes, así como en el enfoque centrado en los aspectos reflexivos y existenciales de un episodio de esta magnitud. De hecho, la primera versión fue muy mal recibida por la crítica, por el abordaje plano y efectista del hecho. La segunda estuvo mejor, a pesar del evidente acento puesto en el lado religioso de una vivencia así.    

Esta proeza de la sobrevivencia no se podría decir que es en realidad insólita, pues son numerosos los casos que registra la historia de personas que lograron sobreponerse a situaciones tan retadoras. Muchas fatalmente no pudieron hacerlo, pero lo intentaron, porque el instinto de vida es tan fuerte que es capaz de cosas tan extraordinarias o extremas con el único fin de salvarse, de no morir. Freud hablaba del eros y del tánatos, dos instintos poderosos y opuestos, uno de vida y el otro de muerte, que habitan en todo ser humano. Según la realidad, el carácter o las circunstancias, logra triunfar uno de ellos, y en este caso fue el primero que logró imponerse para que esos dieciséis sobrevivientes contaran al mundo su increíble experiencia.

Lima, 31 de enero de 2024.



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