domingo, 19 de mayo de 2024

Dina está dentro de su reloj

 

Un caso que debería merecer la atención de psicólogos y psiquiatras ha saltado a la palestra de nuestra actualidad política hace ya varias semanas. Se trata del hallazgo que ha realizado un grupo de periodistas mediante un trabajo prolijo y diligente de investigación. Observando cientos de fotografías de la persona que ocupa la presidencia de la República, detectaron signos evidentes de un cambio notorio de la imagen de la presidenta a través de las joyas que exhibía cada vez que asistía a un acto público, tanto en nuestro país como en el extranjero. El adminículo que más llamó la atención de los acuciosos investigadores fue un reloj de una exclusiva marca de lujo. La señora lucía el preciado objeto desde el mes de junio del año pasado, y lo llevaba muy oronda e inocente ante la indiferencia de la masa que asistía a cuanto evento era invitada, pero no ante el escrutinio de estos sabuesos de la información que se dieron a la tarea de rastrear este cambio visible de su presentación personal.

Resulta que el reloj fue presentado ante la opinión pública por este portal del periodismo para demostrar no solo la frivolidad que expresaba su portadora, sino algo más sucio e ilícito, como fue revelándose a continuación. En sucesivos careos espontáneos con los periodistas ella creía responder a los cuestionamientos, que ya crecían, apelando a un discurso que fue variando cada vez, enredándose en su propia madeja de mentiras. Primero dijo que lo había adquirido hace tiempo, con el producto de su esforzado trabajo de muchos años. Pero cuando fueron saliendo más detalles de la investigación, como el precio del reloj y el día y hora de su compra, más las declaraciones del dueño de la única casa importadora en el país de ese tipo de productos, la doña reculó, e inventó aquello del préstamo que le habría realizado su “hermano”, su Wayki el gobernador de Ayacucho, como afirmó en un evidente desconocimiento del runa simi, pues en el mundo andino los sistemas de parentesco no son similares a los que se manejan en la cultura occidental.

Y aquí entra a tallar lo inverosímil, lo pueril del argumento presidencial, pues ello implicaría que un hombre, por muy cercano a ella que fuera, se dedicara a comprar prendas femeninas de altísimo precio con el único fin de obsequiar o prestar a sus ocasionales amigas. Todavía no vamos a discutir cómo es que dicho ciudadano puede tener la capacidad de desembolsar como si tal cosa una cantidad considerable de dinero. Además, este señor, en una declaración para un programa de la televisión, muy suelto de huesos afirmó que él acostumbraba hacer regalos así a los miembros de su familia, y este reloj lo compró para un obsequio a una integrante especial de su familia, cuyo nombre no quiso revelar. Pero volviendo al reloj de marras, una vez desatado el escándalo en la prensa general, tanto escrita como televisada, como por arte de magia el reloj desapareció de la muñeca de la presidenta, quien declaró que ya lo había devuelto. Muy curioso todo, ¿no es verdad?

Lo cierto es que la justicia ya ha empezado su trabajo, tomando nota de todos los antecedentes y detalles del caso para iniciar una investigación judicial en forma por los delitos de presumible enriquecimiento indebido y lo que en jerga abogadil se llama cohecho pasivo, o sea soborno, pues al parecer esos costosos tráficos de piedras, brazaletes y collares tendrían como objetivo la transferencia de millones de soles para la región de la que es mandamás el oscuro personaje. Una carpeta fiscal con sus nombres ya hay abierta en el Ministerio Público.

Dina está atrapada en su reloj prestado o regalado, oyendo el odioso tic tac del martilleo de las horas que le restan para enfrentar a la justicia, no sólo por la ineptitud e incompetencia de su desmirriado gobierno, ni por las joyas de muchísimos dólares obsequiadas o prestadas generosamente por el muy zafio gobernador de Ayacucho, su amiguito Wilfredo Oscorima, sino sobre todo por las víctimas de la represión de diciembre del 2022 y enero del 2023, cuyos familiares siguen esperando justicia, alguna reparación por la pérdida de sus seres queridos.

Una justificación que utilizó Boluarte es que aceptó los préstamos porque así representaría mejor al país. La señora cree que una autoridad representa mejor exhibiendo en el cuerpo trapos, piedras y metales con alto valor en el mercado. ¿No sería mejor que lo hiciera demostrando idoneidad para el cargo, además de eficiencia, dignidad y decencia? Ella y su “hermano” de ocasión pretenden arropar con adminículos externos la inmensa miseria personal que los caracteriza, su indigencia moral. Son tal para cual, soberbios, vanidosos, zafios, sinvergüenzas y ridículos. Espero que la justicia ponga las cosas en su lugar, y este par de pillos no queden impunes.

 


Lima, 4 de mayo de 2024.