domingo, 13 de julio de 2014

La muerte y el fútbol



     Un hombre es asesinado en las calles desiertas de un barrio popular, en razón de que todos se encuentran en sus casas, expectantes, por los incidentes de un partido de fútbol, el que protagonizan las selecciones del Perú y de Escocia en el Mundial de Argentina 78. Así se inicia La pena máxima (Alfaguara, 2014), la reciente novela del joven escritor peruano Santiago Roncagliolo. Es el comienzo de una historia de crímenes y persecuciones en medio de una época signada por la presencia de regímenes dictatoriales en casi todos los países de América del Sur.
     Bajo los oprobiosos años de la segunda mitad de la década del 70, discurre este thriller cuyo protagonista es Félix Chacaltana Saldívar, asistente de archivo del Poder Judicial, quien ya había aparecido en una obra anterior del autor. La víctima de ese primer ajuste de cuentas resulta ser Joaquín Calvo, un joven profesor universitario relacionado con estudiantes miembros de una organización radical, el Partido de Izquierda Revolucionaria, y amigo cercano del empleado judicial.
     La novela está articulada en siete capítulos, cada uno bajo el rótulo de los encuentros futbolísticos que la selección peruana tuvo en aquella justa mundialista, excepto el último, que corresponde a la final que fue disputada entre las selecciones de Argentina y Holanda. Mientras el pueblo vive inmerso en la participación de su equipo de fútbol en la máxima competencia mundial de ese deporte, una serie de hechos oscuros y siniestros van ocurriendo en la ciudad.
     Joaquín Calvo era en verdad un doble agente, que trabajaba tanto para los servicios de inteligencia del gobierno como para la organización revolucionaria, situación que Félix Chacaltana descubre decepcionado casi al final de la historia. Los encargos que cumplía Joaquín en la Argentina, a donde era enviado para realizar misiones escabrosas e ilegales, precipitaron su muerte violenta, mientras los jugadores peruanos vencían por 3 goles a 1 a sus similares de Escocia, en el primer partido que nuestra selección jugó en dicho Mundial.
     Félix conoce a Susana Aranda, la mujer con la que estaba involucrado Joaquín, y que resulta ser la esposa de nada menos que el Almirante Carmona, el oficial de Marina que había reclutado a aquél para las misiones mencionadas y que a su vez lo hace llamar para conocer los detalles de su trabajo en relación con las actividades de los integrantes de la organización de izquierda. En paralelo, sostiene su relación con Cecilia, una joven trabajadora de la sección anuncios del diario El Comercio.
     Con una madre dominante, un padre muerto y una novia anodina, Chacaltana vive los intensos días de un momento histórico y dramático para nuestros países, cuando las acciones perpetradas bajo las directivas del Plan Cóndor, una operación urdida por los gobiernos militares de la región con el fin de acabar con los grupos de izquierda, estaban en su momento más álgido, con detenciones de ciudadanos de otros países para entregárselos a sus respectivos gobiernos, y desapariciones de muchos opositores en cada uno de los países comprendidos en el operativo criminal.
     Uno de los instantes más intensos de la novela es cuando Chacaltana recorre las instalaciones de la Escuela de Mecánica de la Armada, la tenebrosa ESMA, uno de los centros de detención y tortura del régimen militar argentino, mientras en todos los televisores se transmite el partido de fútbol entre los seleccionados de Argentina y Perú, y en medio de todo se escucha algún alarido que brota de los sótanos de ese infernal edificio, símbolo de todo el horror que vivió ese país en los aciagos días del gobierno genocida de Jorge Rafael Videla y sus compinches.
     Félix descubre la existencia de Gonzalo Calvo, el padre de Joaquín, pieza clave que lo llevará a desentrañar toda la trama de ejecuciones de que está plagada la ficción, pues sería él precisamente quien estaba detrás de los sangrientos sucesos, obedeciendo a razones personales que el asistente de archivo irá conociendo gradualmente, entre estupefacto y desilusionado. Algún sentimiento filial había albergado hacia don Gonzalo, quien también visitaba a la madre de Félix, despertando en ella algún interés, luego de mucho tiempo de viudez.
     La truculenta muerte de Susana Aranda y el fin expeditivo de Carmona, cierran el círculo de crímenes que envuelve la historia, como una suerte de colofón trágico que expresa en toda su dimensión los entretelones de temor y muerte que fueron el pan cotidiano de muchísima gente, cuando quienes ocupan el poder lo hacen con fines protervos y mezquinos, ajenos del todo a los principios y los valores de una sociedad decente y civilizada.
     La prosa ágil y amena de Santiago Roncagliolo logra que en ningún momento decaiga el interés del lector. La novela posee todos los elementos esenciales del relato policial, género en el que incursiona el escritor con buenos augurios, entregándonos una historia intensa contada en un estilo limpio y de esmerada calidad.


Lima, 29 de junio de 2014.  

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