martes, 29 de julio de 2014

Gaza: entre el éxodo y el apocalipsis



     Día a día se incrementan los muertos en la Franja de Gaza, producto del inmisericorde bombardeo, primero, y feroz ataque por tierra, después, que las fuerzas armadas israelíes han desatado contra territorio palestino, mientras el mundo asiste impasible ante esta nueva masacre sin nombre.
     La mayoría de víctimas son civiles, niños sobre todo: las dramáticas escenas de ciudadanos palestinos corriendo por las calles con sus hijos en brazos, algunos de ellos ya cadáveres, revelan al mundo entero toda la bestialidad y la vesania de que es capaz el hombre cuando decide lanzarse por los retorcidos caminos de la guerra.
     El primer ministro israelí, el inefable Benjamín Netanyahu, ha tenido el empacho de declarar, en una muestra involuntaria de humor negro, que “la respuesta de Israel está siendo muy mesurada”; no quiero ni imaginarme cómo sería si no lo fuera. El pavoroso espectáculo de miles de personas huyendo de sus casas ante el inminente ataque mortal, con los rostros de niños llenos de terror e incomprensión, no es sino la prueba fehaciente de toda la infamia e iniquidad de un país que aplica la limpieza étnica a estas alturas de los tiempos.
     El pretexto argüido por el gobierno de Tel-Aviv es desactivar los túneles que usarían los miembros de Hamás para infiltrarse en territorio judío y así poder atacar con bombas determinados puntos clave de Israel. La operación “Margen Protector”, impulsada por el estado judío hace dos semanas, ha arrojado hasta el momento más del millar de muertos, la inmensa mayoría palestinos, además de una destrucción considerable de la ciudad, dejando en escombros cientos de casas, hospitales, escuelas y mezquitas.
     Muchos consideran, con fundada razón, que las acciones del gobierno israelí constituyen crímenes de guerra, y como tales deben ser juzgados en algún momento por los tribunales internacionales, cuando esta era de impunidad y manto de silencio, que mantienen las grandes potencias de Occidente sobre el régimen sionista, caiga definitivamente ante la fuerza de los hechos
     Algunos gobiernos han propuesto el cese de hostilidades como paso previo para la solución del problema. En realidad, todo alto al fuego es a la larga una simple tregua, hasta la siguiente escalada del ejército hebreo, mientras las Naciones Unidas apenas pueden habilitar pequeñas zonas de refugio, que son insuficientes para los miles de habitantes del barrio este de Shejaiya que han emprendido un impresionante éxodo. Los halcones de la derecha israelí, encabezados por el siniestro Avigdor Lieberman, ministro del exterior, deben estar locos de contento, mientras en las calles ensangrentadas de la castigada Gaza caen abatidos niños absolutamente inocentes, alcanzados por los temibles drones, artilugios teledirigidos por asesinos cibernéticos a distancia, parapetados en sus cómodas cabinas de videojuegos a miles de kilómetros del lugar de los hechos.
     Ni John Kerry, ni Ban Ki-moon lograrán frenar la arremetida israelí, mientras el cada vez más decepcionante presidente Obama trata de justificar el proceder de su aliado en el Medio Oriente apelando al derecho de defensa de un Estado frente a los ataques terroristas de grupos radicalizados islámicos. Es penoso tener que escuchar las declaraciones de un líder político, que en sus inicios fue una gran promesa, sirviendo de apañador crónico de actitudes genocidas de un Estado moderno en pleno siglo XXI.
     Israel ha incumplido todos los acuerdos y mandatos de Naciones Unidas sobre el territorio que le fue asignado a Palestina, estrechándola cada vez más en dos enclaves que prácticamente tiene colonizados, especialmente Cisjordania, donde la sistemática política de asentamientos judíos no hace sino ver cómo los habitantes palestinos son reducidos a vivir en barrios aislados unos de otros por la presencia de las barreras que han establecido los colonos judíos.
     Pero lo que ocurre en Gaza supera toda consideración humanitaria, pues los tanques y los misiles israelíes están devastando zonas densamente pobladas del territorio palestino, exhibiendo ante los ojos del orbe azorado, todo su poder y su soberbia, actuando movidos por la vieja ley del Talión, gracia que les permite el padrinazgo de la menguada superpotencia, y que el resto moral del planeta, casi en silencio, condena de la manera más enérgica.

Lima, 26 de julio de 2014.

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