sábado, 30 de agosto de 2014

Antes del trisagio: entre la tradición y la modernidad



     Ha llegado a mis manos el reciente libro de Gerardo Garcíarosales, titulado Antes del trisagio (Silbaviento editores, 2013), que he leído con sumo interés en unos cuantos días, repasando las viejas historias de la infancia, aquellas que alguna vez escuchamos de la boca de nuestros abuelos, y otras que se inscriben en la misma vertiente pero que dejan traslucir su clara procedencia de autor.
     Es un volumen que reúne treinta y seis relatos cortos agrupados en tres partes: Cuentos de ternura; Antes del trisagio –que da título a la obra-; y Luna de sillares. Al internarse en las historias, narradas invariablemente en una primera persona muy íntima y singular, va uno desvelando ese mágico confín de la tradición oral de la provincia de Jauja, de donde es natural Gerardo Garcíarosales, recreados con el intenso lirismo que le imprime la primera condición de poeta del autor.
     La rica cantera de la literatura oral de esa región del centro del Perú, ha sido modelada por el trazo sensible y fantástico de una imaginación que, manteniendo los rasgos identificables de los cuentos tradicionales, la ha dotado de matices y perspectivas peculiares, alimentadas por la gran destreza narrativa de este poeta de larga trayectoria en las letras regionales.
     Sin embargo, con lo que no puedo ser indulgente es con la parte formal de la edición, su poco cuidado en lo concerniente a la corrección ortográfica y sintáctica, que indudablemente desmerece cualquier logro estilístico de la obra. Un mínimo control de calidad hubiera evitado la presencia de innumerables gazapos regados a lo largo de las páginas, impidiendo una lectura gozosa y placentera de cuentos de magnífica factura.
     Para muestra, un botón: En el cuento “Diaria muerte”, hay un párrafo cuya puntuación es tan chapucera que, sinceramente, no creo que sea culpa del escritor. Copio el párrafo en mención: “Y por fin cuando logro ubicarlo después de horas de dura brega; mi alegría se restituye triunfante, copiosa. Me desbordo imparable, y lo abrazo como un río de dorados afectos. Luego a través de su mirada tristísima me confía: ᾽Me estoy olvidando de todo᾽.” Sugiero la siguiente sintaxis: “Y por fin cuando logro ubicarlo, después de horas de dura brega, mi alegría se restituye triunfante, copiosa. Me desbordo, imparable, y lo abrazo como un río de dorados afectos. Luego, a través de su mirada tristísima, me confía: ᾽Me estoy olvidando de todo᾽.” Nótese la diferencia en la sintaxis por el simple hecho de una indebida puntuación, por el desconocimiento en el uso de la coma y el punto y coma.
     Es una constante del libro su descompostura formal, no obstante tener relatos interesantes y aceptables. Una sintaxis desvaída permea buenos momentos de las historias, deformándolas y afeándolas, como en el caso de “!La inolvidable María!” y “El libro de ceniza”. Mejora algo en “Quinta generación”, aunque el final parece un poco forzado.
     Una atmósfera sobrenatural domina la segunda parte, destacando notablemente “Luna de sillares”, uno de los cuentos más logrados, redondo, perfecto, contundente; como decían Julio Cortázar y Horacio Quiroga  que debía ser un buen cuento. Pero más que Chéjov o Maupassant, como se afirma en el prólogo, por lo demás grandilocuente e hiperbólico, me parece que aletean sobre ellos la sombra bienhechora de Arreola y de Rulfo. Ese codearse natural y cotidiano con la muerte, sin caer jamás en el patetismo, es lo que le confiere un aliento único. Lo hace, además, con la serena convicción de estar abordando un hecho natural de la condición humana, una circunstancia inexorable que determina, para bien o para mal, la existencia del hombre.  
     Después de todo, el libro se lee con agrado e interés, saboreando cada historia como un fragmento de ese gran mosaico mítico que es la literatura oral de los pueblos del ande, cuentos que nos hacen vislumbrar el trasfondo anímico y psíquico del alma de nuestros hombres y mujeres de las serranías del Perú.

Lima, 6 de julio de 2014.

No hay comentarios:

Publicar un comentario