El triunfo de Alexis Tsipras en las
elecciones generales griegas, ha reavivado el debate en el mediodía europeo
sobre la emergencia de los movimientos anti-sistema que buscan cambiarle no
solo la cara a la vetusta y caduca política que encarnan en el Viejo Mundo
nombres como Angela Merkel, David Cameron, Mariano Rajoy y otros oxidados
representantes de la ortodoxia neoliberal.
La Coalición de Izquierda Radical
(Syriza), ha obtenido el mayor porcentaje de los votos, lo que la convierte en
la primera fuerza política de Grecia, con el derecho político expedito para
formar gobierno, en estas elecciones adelantadas que se han celebrado en el
país más golpeado por la ola recesiva de la economía capitalista en la
eurozona. Su cosecha electoral le permite obtener 149 representantes ante el
parlamento de 300 miembros, motivo por el que acaba de sellar una alianza,
polémica sin duda, con una agrupación populista de derecha, que sin embargo comparte
algunos de los puntos básicos de la plataforma de la coalición: contra la
austeridad, contra los recortes y por la renegociación de la deuda.
El primer país europeo donde ha sido
recibido con gran esperanza los resultados de los comicios griegos es España,
país que se apresta también a ir a las urnas este año para la renovación del
gobierno. El novísimo partido Podemos, se yergue en la primera alternativa para
acceder al poder en las elecciones de noviembre, agrupación que guarda muchas
similitudes ideológicas con Syriza, y cuyo líder, el joven profesor
universitario Pablo Iglesias, se perfila como el próximo presidente del gobierno
español.
La analogía es válida: en ambos casos se
busca acabar con el tradicional bipartidismo que ha dominado el escenario
político en los dos países. En el caso griego, desde el fin de la dictadura
militar, hace cuatro décadas atrás, el partido conservador Nueva Democracia
(ND) y el socialdemócrata Partido Socialista Panhelénico Griego (PASOK), se han
alternado en el gobierno; mientras que en España, desde la vuelta a la
democracia en 1976, el derechista Partido Popular (PP), y el Partido Socialista
Obrero Español (PSOE), también se han turnado en la conducción del poder.
Ecos lejanos de esa insurgencia civil de
indignados -que en el caso de España ha sido particularmente notorio en los
últimos meses-, se han dejado sentir por estos lares con las revueltas
juveniles, que en cinco contundentes manifestaciones callejeras han logrado la
derogatoria de una ley de empleo que los discriminaba y conculcaba alevosamente
sus derechos.
Pero aún esta fuerza desatada de la cólera
juvenil está en busca de su líder, la figura que encarne la expresión del
descontento y el malestar, que debe traducirse en profundos cambios en la forma
de hacer política en el porvenir inmediato. Esto no quiere decir, sin embargo,
que deba caerse en prácticas caudillistas del pasado, sino en darle identidad
concreta a un movimiento que debe consolidarse en los próximos meses, tomando
como base las llamadas Zonas, que han jugado un papel protagónico en las
jornadas de diciembre y enero pasados.
Un mismo sentimiento recorre por las
sociedades sometidas a los burdos experimentos de un modelo económico que ha
llegado a sus límites, despertando el fervor dormido de una población,
especialmente juvenil, que aspira a convertirse en el agente decisivo de su
propio destino, rebelándose contra una clase, o casta como dicen en las tiendas
de Podemos, que solo busca perpetuarse en el poder para mejor servir sus
intereses, los de las grandes corporaciones que gran parte de los gobiernos de
nuestros pueblos defienden fielmente como si fueran vasallos sumisos al
servicio del señor feudal.
Lo que haga de aquí en adelante el nuevo
gobierno griego, será visto con gran interés por el conglomerado de activistas
y partidarios del verdadero cambio en distintos rincones del planeta,
especialmente españoles y latinoamericanos, pues será como el laboratorio
privilegiado donde se forjarán las líneas directrices de la gran alternativa
popular ante los inveterados modelos que han demostrado hasta la saciedad que
jamás serán los caminos adecuados para una auténtica justicia social que por
tantos siglos han luchado los movimientos revolucionarios de nuestros pueblos.
Lima,
4 de febrero de 2015.
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