lunes, 31 de mayo de 2021

Masacre y miseria


Gracias a la prensa independiente podemos tener una información más fidedigna de lo sucedido en San Miguel del Ene, en la zona de Vizcatán, del valle más cocalero de nuestra Amazonía, conocida como el Vraem, el pasado domingo 23 por la noche, mientras en la capital se comentaban los pormenores del debate técnico entre los equipos de ambos partidos que enfrentarán el balotaje del próximo 6 de junio. Ese fatídico día, un comando armado incursionó en el poblado desatando una feroz carnicería que dejó el saldo de 16 personas asesinadas. Los atacantes actuaron con gran crueldad y sin miramientos, llegando a quemar varios de los cadáveres. Entre los muertos había menores de edad y tres hermanas que laboraban en los bares del lugar. Ha sido la tragedia más luctuosa de los últimos tiempos.

Inmediatamente los medios de la prensa concentrada difundieron la información asegurando que se trataba de un atentado terrorista de Sendero Luminoso, sin tener todavía las evidencias de lo acontecido ni recabar los detalles del caso. Sin pruebas, precipitadamente, se lanzaron a confundir a la opinión pública de una manera interesada y sesgada, con la curiosa colaboración de dos personajes que han pasado a engrosar las páginas de la historia universal de la infamia: Fernando Rospigliosi y Pedro Cateriano, fujimoristas de nuevo cuño, reconvertidos a la podredumbre que encarna la candidata de Fuerza Popular (FP). Con sospechosa diligencia, exhibiendo imágenes de la masacre, se dedicaron a cacarear a los cuatro vientos que se trataba de un hecho de indudable factura senderista.

Las investigaciones que siguieron han ido desmontando la apresurada campaña del miedo de estos conversos voceros de la cabecilla de FP. Testimonios de los propios pobladores, de las autoridades locales, así como de los sobrevivientes, dejaban abiertas varias hipótesis sobre la autoría de la matanza. Un panfleto hallado entre los destrozos del crimen, firmado por el Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP), los llevaron a conclusiones apresuradas, sobre todo por las alusiones a la campaña política y a su lideresa política. Pero esto no es sino una repetición calcada de las dos últimas elecciones generales, las de 2011 y 2016, cuando días antes de la primera y de la segunda vuelta, también se cometieron atentados en diversas zonas de las regiones que fueron en su momento escenario de la violencia armada de los años del terror. Nos asiste todo el derecho para ser suspicaces ante tan raras coincidencias, sabiendo por lo demás que la zona de los valles de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro constituyen un terreno fértil para los cultivos de la coca y por consiguiente para el tráfico de la droga, cuyas bandas pagan cupos a los remanentes de SL para que les sirvan de guardias armados en su negocio ilícito. Si recordamos la época en que Montesinos recibía cupos de los traficantes para que el Estado les dejara actuar a sus anchas, más el nexo de conocidos narcos con el fujimorismo reciente, se potencian nuestras alarmas sobre quiénes podrían estar detrás de tan abominable atrocidad.

Este MPCP es una facción escindida del PCPSL, grupo éste que dejó de operar hace tiempo, pues su líder histórico no sólo está preso, sino que firmó un acuerdo de paz durante la dictadura de Fujimori y Montesinos, claudicación que los hermanos Quispe Palomino recusan, convirtiéndose en los nuevos líderes de la organización terrorista, ahora mutada en agrupación narcoterrorista al servicio de los capos que operan en el Vraem. Es por eso que las dudas saltan cuando se conocen los entresijos del ataque; el juez de paz y el alcalde no reconocen las características de un atentado senderista, perpetrado por personas comunes y corrientes, que en ningún momento dijeron nada, que simplemente actuaron y fugaron en motos lineales. Es decir, que se abren varias posibilidades sobre los verdaderos culpables de la tragedia, quienes deben ser identificados y hallados para que la justicia se encargue de imponerles las penas correspondientes.

Fue el filósofo latino Séneca quien estableció la lógica del crimen, cuyos culpables, decía, deben ser buscados entre sus beneficiarios, que en este caso es bastante obvio. Mientras que los desinformadores de la prensa oficiosa y sus secuaces deben ser señalados sin ambages como los miserables de esta historia, pues se atrevieron a traficar con el dolor de las víctimas, sin importarles nada ni nadie con el fin de alcanzar sus aviesos fines. Son los mismos rostros que paradójicamente aparecen en el documental “Diktadura nunca más: prohibido olvidar”, una producción de AmaruTV que registra todo el historial del fujimorismo como uno de los movimientos más viles y abyectos de nuestro pasado reciente. Es gracioso ver y escuchar a estos personajillos describiendo de modo certero lo que significa esa siniestra fuerza política, y ahora defendiéndola y justificándola de manera tan grosera que uno válidamente se pregunta qué ha pasado con su memoria, ¿tan de corto plazo es que ya se les olvidó todo lo que pensaban hace poco?, ¿perdieron la dignidad en el camino cuando hogaño apañan lo que antaño criticaban ácidamente? ¿En qué momento lo que antes era malo se volvió bueno para estos señores?, ¿cómo es que lo que ayer se reprobaba acremente hoy se aprueba con entusiasmo?, ¿qué pirueta conceptual debe uno realizar para que lo que en el pasado se repudiaba con severidad, en el presente se elogie con gran ingenuidad? En fin, es inexplicable a veces el sinuoso y errático derrotero moral de las personas.

Es ridículo igualmente oír afirmar a Alvarito Vargas Llosa, muy suelto de huesos en una radio local, que el fujimorismo es actualmente la única alternativa democrática que le queda al Perú, como si también hubiera olvidado lo que su padre decía hace apenas unos años sobre los Fujimori, una dinastía que pretendía enraizarse en nuestra historia habiéndole propinado un daño irreversible al país con sus robos y sus crímenes. Lo que también ha quedado demostrado es el vergonzoso servilismo de la prensa capitalina, empezando por el diario El Comercio y su conglomerado oligopólico, que controla dos canales de televisión y numerosos pasquines que en estas semanas han fungido de obsecuentes voceros de la cabecilla de la corrupción y repetidores mecánicos, cual papagayos amaestrados, del guion que dicta la derecha rancia y cavernícola. De los otros es mejor ni hablar, pues su posicionamiento es tan nauseabundo que no sé cómo quedarán en el futuro en cuanto a credibilidad, el valor más codiciado por un buen periodista.  

 

Lima, 30 de mayo de 2021.



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