Después de la proclamación del presidente electo el pasado
lunes 20 por las autoridades del JNE, a 43 días de la elección de segunda
vuelta y luego de resolver un volumen ingente de apelaciones, impugnaciones y
demás trastadas leguleyas interpuestas por el partido perdedor, se abre ahora
una etapa de brevísima transición hacia la instalación del nuevo gobernante del
Perú del bicentenario que merece algunas reflexiones. La transferencia
normalmente es un período de algunas semanas donde la administración saliente
prepara la entrega de la gestión del gobierno al equipo encargado del partido
elegido por el pueblo. En esta ocasión, apenas será una semana, lo que
evidentemente no es un pequeño escollo en vista de la estabilidad política y de
la gobernabilidad en general, objetivo clarísimo de las fuerzas golpistas que
sabotearon hasta el último momento la oficialización de los resultados, pues
para ellos, ése no era su tema, como lo dijo de forma por demás sincera, pero
no por ello menos insidiosa, el abogado de la candidata derrotada.
Pero los ojos de todo el Perú están ahora en el futuro
presidente, un maestro de 51 años nacido en el poblado de Puña, provincia de
Chota, en la región norteña de Cajamarca. Hijo de padres analfabetos, rondero,
dirigente sindical y profesor de escuela primaria, trabajó muchos años en
centros de enseñanza rural, a la par que sus labores en el campo dedicado a la
agricultura y la ganadería. En su atuendo cotidiano es normal verlo con su
sombrero poblano y sus maneras pausadas, aunque en un estrado político sea
capaz de lanzar discursos flamígeros en contra del orden de cosas. Esto hace
que en 200 años de esta discutible república, sea la primera vez que un
ciudadano de esa extracción social, económica y cultural, se convierta en la
primera autoridad de la nación, el mandatario de un país muy complejo y arduo,
revelado cada vez que se produce una votación presidencial, mucho más esta
última, por los distintos factores en juego. Fue acusado por sus adversarios de
terrorista, algo que los mismos hechos desmienten, pues en su calidad de
integrante de las famosas rondas campesinas, se distinguió precisamente por
luchar en contra de las pretensiones de Sendero Luminoso de captar para sus
filas a los pobladores de las zonas andinas de nuestro país. También lo
tildaron de comunista, calificación que no resiste el menor análisis, pues
siendo miembro de una iglesia cristiana, con ideas conservadoras en asuntos
como la familia y la sexualidad, no calza con una ideología que los sectores de
la derecha usan como insulto para descalificar todo aquello que parezca tener
algún viso progresista.
Reconocido y saludado ya por presidentes de numerosos países
del mundo, en una tácita demostración de que jamás hubo fraude como alegan los
voceros de FP, su camino hacia Palacio de Gobierno no está en discusión. Lo que
no quiere decir que su gobierno será un lecho de rosas, por el contrario, le
espera un álgido período que estará amenazado constantemente por la posibilidad
de la vacancia, como ya lo hizo saber implícitamente la señora derrotada en su
reconocimiento de los resultados a la hora undécima. Justamente dijo, minutos
antes de que la máxima instancia electoral se pronunciara, que como “demócrata”
le tocaba aceptar lo dictaminado por el JNE, aun cuando mantenía su posición de
que le habían robado la elección, y por tanto el gobierno electo era ilegítimo,
lo cual es una tremenda contradicción en los términos, pues cómo puede sostener
que reconoce los resultados y a la vez desconoce las consecuencias de los
mismos. En fin, como siempre el sinuoso razonar de una persona que realmente no
parece estar en sus cabales, permanentemente sometida a la doblez de un
discurso que se aniquila a sí mismo con los hechos. Esto hace imprevisible su
conducta en el quinquenio que se inicia, razón demás para pensar que se nos
vienen cinco años más de un infierno anunciado. Los congresistas de su bancada,
aliados a otras de naturaleza golpista, harán lo imposible por tumbarse a un
gobierno que para ellos es “ilegítimo”.
Por otra parte, algunos de quienes acompañan al presidente
electo Pedro Castillo no transmiten la confianza necesaria para asegurar un
buen inicio de su gestión. Además del presidente del partido que lo llevó al
poder, cuya presencia es notoriamente incómoda para quienes le han dado su
apoyo en esta segunda vuelta, aquel que es voceado como el próximo Primer
Ministro no es justamente una persona que califique para el cargo, con una
seria acusación en su contra por un delito cometido hace años en contra de una
menor de edad, hecho que de por sí ya es suficiente para descartarlo de plano
de los planes que el presidente tiene para la conformación de su gabinete. El
consejo que le llega de todos lados es que no se involucre con nadie que tenga
algún tipo de cuestionamiento por corrupción o por cualquier otro tipo de
comportamiento delictuoso. Veremos hasta qué punto es capaz de asimilar el
sentir de un bloque importante de electores que le han dado el triunfo y esperan
de él una conducción acorde con los márgenes democráticos y éticos de una
administración gubernamental.
El potente mensaje de esta elección está pues, como ya está
sugerido, en que tras ser gobernados por militares, abogados, arquitectos, ingenieros,
empresarios y economistas en estos borrascosos 200 años de proyectos fallidos,
oportunidades desperdiciadas, anarquías civiles y militares, un humilde
profesor acceda a un puesto reservado exclusivamente a quienes detentan los
poderes fácticos y sus representantes de turno, pertenecientes todos ellos a
ciertas clases sociales que en todo este tiempo han sido los baluartes de la
dominación oligárquica y colonial. Tengo muchos familiares, empezando por mi
madre, que han sido maestros rurales en algún momento de sus carreras, es por
eso que mi identificación con todo lo simbólico de este cambio político es muy
fuerte, sin que eso signifique que ponga mis manos al fuego por nadie, que
tampoco entregue una carta blanca al próximo gobernante, sino que resalto
aquello que de trascendente posee un giro de esta magnitud: un profesor, tal
vez una de las profesiones más vapuleadas en esta ingrata sociedad, en el lugar
más elevado de la Nación. Es un buen comienzo, hablando en términos históricos,
alguna vez será una mujer, un afroperuano u otro miembro de alguna población
vulnerable. Espero que el profesor chotano esté a la altura del sitial que las
circunstancias le han deparado, por el bien no sólo de él o de su partido, sino
del país en general, hay muchos desafíos en el camino y es deber de todo
ciudadano bien nacido prestar todo su concurso para superarlos.
Lima, 25 de julio de 2021.