He devorado, aunque la palabra más precisa
sería paladeado, en un largo tiempo de morosa y fecunda lectura, el primer
volumen de Contra viento y marea
(Seix Barral, 1983), un conjunto de artículos, cartas y ensayos que el Premio
Nobel peruano escribió durante dos décadas, publicados en diversos medios del
continente y de España, y que abarcan una gama heterogénea de temas y tópicos
que van desde los políticos hasta los literarios, tratados como siempre con la
puntillosa y versátil prosa de una de las mejores plumas de nuestro idioma.
Los sucesos que conciernen al hombre y al
ciudadano del siglo XX, tanto los políticos como los culturales en general, han
sido desbrozados por Mario Vargas Llosa de una manera impecable, exhibiendo a
cada paso su inmenso caudal de conocimientos como su vasta cultura, que se
mueven con soltura y solvencia por los aspectos más disímiles del quehacer
humano de dos décadas cruciales de la centuria pasada, aquellas que comprenden
desde los años 1962 hasta 1982.
Escritos con el fuego de la pasión crítica,
como según el autor debe tratarse la literatura, destacan los ensayos dedicados
a Sartre y Camus, esos dos monstruos sagrados de las letras francesas, que a
mediados del siglo pasado se enfrascaron en una histórica polémica, cuyos ecos
se han ido atenuando lentamente con los años, pero cuya estela en el orden de
las ideas y el pensamiento no ha dejado de alimentar a generaciones enteras de
intelectuales y escritores a ambos lados del Atlántico.
Se trata de enjundiosos estudios de la
vida y la obra de quienes protagonizaron en su momento la cumbre de la
discusión ideológica en la Europa de la posguerra. Acometido por quien
precisamente fue por esos años un fervoroso seguidor de uno de ellos, al punto
de que sus amigos en el Perú lo bautizaron por aquella época con el gracioso
diminutivo de ‘el sartrecillo valiente’, en alusión al portentoso filósofo de La náusea y El ser y la nada. Posteriormente experimentaría una profunda
decepción que lo alejaría del radio de influencia del maestro, mas no sin ser
tocado por el halo devastador de su genio.
Destaco también el brillante alegato a
favor de la libertad de información, el derecho de la crítica y el respeto por
los derechos humanos, pronunciado en 1978 con ocasión de una charla en la sede
del partido Acción Popular, y otro con motivo de la recepción de un premio que
le fue concedido por el Congreso Judío Latinoamericano. Conmovedoras palabras
donde ya despuntan los rasgos marcadamente liberales que el escritor abrazaría
en los años siguientes luego de haber renegado de su juvenil militancia
comunista.
Otro texto bellísimo es el que le dedica a
Sebastián Salazar Bondy, a propósito de unas reflexiones sobre la vocación de
escritor en el Perú. Recorriendo estas páginas es que uno comprende la azarosa
y quijotesca empresa que es para muchos seguir el llamado más auténtico de su
destino, en medio de una realidad que pareciera estar edificada con el único
objeto de sofocarla y aniquilarla.
La crisis del sistema universitario es
otro de los temas que trata en una formidable serie de seis artículos que
aparecieron en la revista Caretas, donde esboza el preciso diagnóstico de los
males que aquejan a nuestras universidades y la manera como deben ser encaradas
para que ella no languidezca y pueda, a pesar del pesimismo del autor -no en
vano las titula “Reflexiones sobre una moribunda”- salir a flote para cumplir
el elevado rol que la historia y la cultura le ha destinado.
Asimismo
descollante es el ensayo que dedica al pensador letón Isaiah Berlin, del que me
ha seducido particularmente la terrible comprobación de lo difícil que resulta
conciliar, en el mundo de las realizaciones concretas, la libertad y la
igualdad, esos dos valores que parecieran condenados a repelerse mutuamente,
eternamente en entredicho a pesar de las buenas intenciones de los hombres por
materializarlas a través de revueltas populares o revoluciones políticas. Es lo
que se conoce como la teoría de las verdades contradictorias.
Especialmente sugerentes son también la
teoría de las dos libertades y la parábola de la zorra y el erizo, que el
ensayista eximio que es Vargas Llosa desarrolla con gran conocimiento y
singular maestría.
Son, pues, muchos los asuntos que convoca
el autor en esta selección de ensayos y artículos, que sirven como magnífico
pretexto para el cotejo de ideas y la incursión en la fascinante aventura del
pensamiento contemporáneo. Todo un desafío para el fervoroso lector interesado
en sondear sus profundas y fructíferas aguas.
Lima, 28 de septiembre
de 2013.