Bajo el cuidado del periodista e
investigador Pedro Casusol Tapia (Lima, 1986), quien se encarga del ensayo
introductorio, de la selección y las notas, se ha publicado Soy la muchacha mala de la historia,
bajo el sello independiente de PARACAÍDAS/Editores, libro que recoge toda la
obra poética de María Emilia Cornejo, la poeta suicida que el destino y el
tiempo convirtió en autora de culto, precursora del feminismo en la poesía
peruana y transgresora de su época a través de su arriesgada propuesta
sondeando el erotismo femenino.
Cuando frecuentaba los espacios de la
Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos allá por los
años 80, adonde acudíamos con un grupo de amigos de Derecho para escuchar
libremente las clases en el Taller de Poesía que dirigían los poetas Marco
Martos e Hildebrando Pérez, todavía se respiraba en la atmósfera el halo
trágico, la aureola legendaria de la fulgurante vida de María Emilia Cornejo y
el impacto profundo que su poesía ocasionó en la literatura peruana alrededor
de los años 70 del siglo pasado. Se hablaba de ella, su nombre flotaba en el
ambiente, alguien se atrevía a leer algunos de sus versos, que más de una
década después de su ausencia aún remecían los pacatos oídos de muchos
estudiantes de ese tiempo.
Un dato relevante del ensayo de
presentación, y que en su momento causó todo un revuelo literario, se refiere a
la comentada “intervención” que realizaron a los poemas de María Emilia
Cornejo, los jóvenes poetas José Rosas Ribeyro y Elqui Burgos, con el objeto de
ser publicados en una revista de letras, y que posteriormente conformaron el
libro En la mitad del camino recorrido,
a cargo del Centro Flora Tristán, en 1989. En verdad, se habría tratado de un
trabajo de edición, labor que todo editor realiza con los textos que tiene
entre manos, y no de apropiación como se sugirió en algún momento en medio de
toda la polémica.
La poesía de corte social, muy en boga en
los años 60 y 70, convive con la poesía erótica en los versos de la poeta, como
se puede apreciar en el trabajo de selección del libro póstumo. Hay una
constante sensación de angustia, de cuestionamiento e interpelación del mundo,
cuya respuesta no encuentra sino en la exploración intensa, atrevida para la
época, de un erotismo descarnado, vivido con alguna o mucha conciencia de
culpa, pero libre y apasionado. Demostración de esto es precisamente el título
elegido para el volumen, y que es a su vez el primer verso del poema más
difundido de María Emilia –Soy la
muchacha mala de la historia–, tono y contenido que recuerdan aquellas
palabras con que solía firmar sus cartas postreras la monja mexicana Sor Juana
Inés de la Cruz: Yo, la peor de todas.
En ambas, aletea la muy cristiana culpa que acarrea el pecado, el saberse
infractora de la moral al uso, ese sentimiento inoculado en nosotros por una
educación de fuertes raíces judeo-cristianas.
María Emilia se casó muy joven con Oswaldo
Márquez, a quien había conocido en las aulas universitarias, época en que se
fue a vivir a Caja de Agua, en San Juan de Lurigancho, donde coincidió con
Susana Villarán, quien también por esos años iniciaba su labor de activismo
social en pro de los sectores menos favorecidos. Se hicieron amigas muy
cercanas, compartiendo labores sociales en una de las zonas más vulnerables de
la capital. Cuando Susana Villarán emigra a Chile con su familia, María Emilia
se siente más sola; su matrimonio con Coco Márquez empieza a mostrar algunas
fisuras, y el alcohol, la depresión y los somníferos van haciendo presa de
ella. Es allí que probablemente surgen esos poemas desgarrados, esos versos autoinculpatorios
y ese clamor vital que lentamente la va empujando al suicidio, en una
determinación fatal que corta tempranamente, con apenas 23 años, un camino en
la poesía que ya había dado muestras de su valía. Una poesía de versos
sencillos y contundentes, pero sobre todo una temática novedosa, insólita para
su época, abriendo una veta que en la siguiente década habrían de explorar,
también con gran calidad, poetas como Carmen Ollé, Dalmacia Ruiz Rosas, Mariela
Dreyfus y Rocío Silva Santisteban.
Una impactante revelación constituye, desde
luego, la aparición de un cuaderno escolar –en posesión de Charo Arroyo, su
amiga– que la poeta utilizaba para sus clases de francés, pero sobre todo para
escribir los borradores de sus poemas, con letras grandes y en mayúsculas,
cuyas copias facsimilares figuran entre los anexos del libro. Son un conjunto
de 19 composiciones inéditas que recién ven la luz de la imprenta, de cuya
existencia se dudaba o se ponía en entredicho, pero de cuya realidad ya no
podemos dudar, y que el investigador ha bautizado como “cuaderno de francés”.
Se trata, pues, de un libro fundamental
porque rescata una producción hasta ahora dispersa e inhallable, entregándonos
reunidos toda la creación poética de una figura singular en las letras peruanas
como es el caso de María Emilia Cornejo.
Lima, 12 de mayo de 2019.
No hay comentarios:
Publicar un comentario