lunes, 13 de mayo de 2019

Cuaderno de francés


    Bajo el cuidado del periodista e investigador Pedro Casusol Tapia (Lima, 1986), quien se encarga del ensayo introductorio, de la selección y las notas, se ha publicado Soy la muchacha mala de la historia, bajo el sello independiente de PARACAÍDAS/Editores, libro que recoge toda la obra poética de María Emilia Cornejo, la poeta suicida que el destino y el tiempo convirtió en autora de culto, precursora del feminismo en la poesía peruana y transgresora de su época a través de su arriesgada propuesta sondeando el erotismo femenino.
    Cuando frecuentaba los espacios de la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos allá por los años 80, adonde acudíamos con un grupo de amigos de Derecho para escuchar libremente las clases en el Taller de Poesía que dirigían los poetas Marco Martos e Hildebrando Pérez, todavía se respiraba en la atmósfera el halo trágico, la aureola legendaria de la fulgurante vida de María Emilia Cornejo y el impacto profundo que su poesía ocasionó en la literatura peruana alrededor de los años 70 del siglo pasado. Se hablaba de ella, su nombre flotaba en el ambiente, alguien se atrevía a leer algunos de sus versos, que más de una década después de su ausencia aún remecían los pacatos oídos de muchos estudiantes de ese tiempo.
    Un dato relevante del ensayo de presentación, y que en su momento causó todo un revuelo literario, se refiere a la comentada “intervención” que realizaron a los poemas de María Emilia Cornejo, los jóvenes poetas José Rosas Ribeyro y Elqui Burgos, con el objeto de ser publicados en una revista de letras, y que posteriormente conformaron el libro En la mitad del camino recorrido, a cargo del Centro Flora Tristán, en 1989. En verdad, se habría tratado de un trabajo de edición, labor que todo editor realiza con los textos que tiene entre manos, y no de apropiación como se sugirió en algún momento en medio de toda la polémica.
    La poesía de corte social, muy en boga en los años 60 y 70, convive con la poesía erótica en los versos de la poeta, como se puede apreciar en el trabajo de selección del libro póstumo. Hay una constante sensación de angustia, de cuestionamiento e interpelación del mundo, cuya respuesta no encuentra sino en la exploración intensa, atrevida para la época, de un erotismo descarnado, vivido con alguna o mucha conciencia de culpa, pero libre y apasionado. Demostración de esto es precisamente el título elegido para el volumen, y que es a su vez el primer verso del poema más difundido de María Emilia –Soy la muchacha mala de la historia–, tono y contenido que recuerdan aquellas palabras con que solía firmar sus cartas postreras la monja mexicana Sor Juana Inés de la Cruz: Yo, la peor de todas. En ambas, aletea la muy cristiana culpa que acarrea el pecado, el saberse infractora de la moral al uso, ese sentimiento inoculado en nosotros por una educación de fuertes raíces judeo-cristianas.
    María Emilia se casó muy joven con Oswaldo Márquez, a quien había conocido en las aulas universitarias, época en que se fue a vivir a Caja de Agua, en San Juan de Lurigancho, donde coincidió con Susana Villarán, quien también por esos años iniciaba su labor de activismo social en pro de los sectores menos favorecidos. Se hicieron amigas muy cercanas, compartiendo labores sociales en una de las zonas más vulnerables de la capital. Cuando Susana Villarán emigra a Chile con su familia, María Emilia se siente más sola; su matrimonio con Coco Márquez empieza a mostrar algunas fisuras, y el alcohol, la depresión y los somníferos van haciendo presa de ella. Es allí que probablemente surgen esos poemas desgarrados, esos versos autoinculpatorios y ese clamor vital que lentamente la va empujando al suicidio, en una determinación fatal que corta tempranamente, con apenas 23 años, un camino en la poesía que ya había dado muestras de su valía. Una poesía de versos sencillos y contundentes, pero sobre todo una temática novedosa, insólita para su época, abriendo una veta que en la siguiente década habrían de explorar, también con gran calidad, poetas como Carmen Ollé, Dalmacia Ruiz Rosas, Mariela Dreyfus y Rocío Silva Santisteban.
    Una impactante revelación constituye, desde luego, la aparición de un cuaderno escolar –en posesión de Charo Arroyo, su amiga– que la poeta utilizaba para sus clases de francés, pero sobre todo para escribir los borradores de sus poemas, con letras grandes y en mayúsculas, cuyas copias facsimilares figuran entre los anexos del libro. Son un conjunto de 19 composiciones inéditas que recién ven la luz de la imprenta, de cuya existencia se dudaba o se ponía en entredicho, pero de cuya realidad ya no podemos dudar, y que el investigador ha bautizado como “cuaderno de francés”.
    Se trata, pues, de un libro fundamental porque rescata una producción hasta ahora dispersa e inhallable, entregándonos reunidos toda la creación poética de una figura singular en las letras peruanas como es el caso de María Emilia Cornejo.

Lima, 12 de mayo de 2019.
  
          

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