Casi como jugando surgió entre los diálogos
caseros una frase que se ha vuelto funcional para denominar algún objeto,
oferta, actividad, etcétera, que por sus características, por su valor
intrínseco o por cierta connotación de inutilidad, no poseyera los requisitos
necesarios para alcanzar la categoría de entidad apetecible, fundamental y
digna de nuestros desvelos, por no decir útil ya, que es el mínimo rasero con
el que el común juzga las cosas de este mundo. Es verdad también que ante su
aparición no todos reaccionan con los mismos pareceres, pues es sabido que los
gustos y las preferencias de los seres humanos son tan diversos que pretender
uniformar las apreciaciones no sólo resultaría contraproducente sino una
auténtica quimera.
Sin embargo, hay circunstancias que
convocan una inmediata unanimidad, objetos que se yerguen en solícitos agentes
del acuerdo generalizado de un vasto sector de la población por sus evidentes e
irrecusables condiciones particulares. Es el caso de lo recientemente ocurrido
con las contrataciones realizadas por el Ministerio de Cultura de un sujeto que
funge de artista y que por incomprensibles razones ha tenido la desvergüenza de
recibir miles de soles por unos servicios que nadie entiende, en innegable
complicidad de funcionarios venales, que nunca faltan, que se prestaron para semejante
trapacería. Desde hace un par de años,
durante la gestión de nada menos que seis ministros del ramo, este señor ha
recibido sucesivos y cuantiosos pagos de la entidad estatal por actividades
absolutamente prescindibles; pero, lo más bochornoso y ofensivo sucedió hace
apenas dos meses, cuando en pleno estado de emergencia, y mientras la población
sufría los rigores de la cuarentena, sometida a una exigencia que la mayoría no
estaba preparada para afrontar, al borde mismo del hambre y de la miseria, este
individuo fue contratado para brindar unas supuestas charlas motivacionales
para los empleados de dicho ministerio por el inaudito monto de 31 000 soles.
¿A quién o a quiénes se les ocurrió que un servicio de esta naturaleza podía
ser pertinente en tiempos tan difíciles para el país? ¿Cómo consiguió este vivato
tan jugosos dividendos cuando el país requería inversiones urgentes en bienes
imprescindibles para el sector salud?
Por lo demás, si ya el hecho mismo de
requerir esas benditas charlas resultaba absolutamente ridículo e insensato, lo
que elevó a su grado más alto la indignación popular ha sido enterarse del
contenido de las mismas, una empalagosa e indigesta sarta de lugares comunes,
trufadas con pretenciosos mensajes de dudosa originalidad y de citas
convencionales salpicadas por aquí y por allá. Es decir, nada especial, nada
que valga la pena para derrochar una cantidad de dinero que muy bien hubiese
sido destinado a tareas más valiosas. O sea, como decimos en casa: ni gratis. En
efecto, pues aunque se ofreciera este señor por propia voluntad a darnos sus
indigentes menjunjes de motivación sin costo alguno, creo que al instante y al
unísono le responderíamos con la frase convenida: ni gratis. Un mínimo de
sentido común, una elemental consideración ética y estética nos llevaría a
rechazar en el acto cualquiera de estas incursiones pseudopsicológicas con
sabor a autoayuda que el susodicho contrabandea con el nombre pomposo y prosaico
de charlas motivacionales.
Su presentación ante la comisión de
fiscalización del Congreso ha sido la ocasión perfecta para confirmar las
credenciales morales e intelectuales de este charlatán de medio pelo. No
hablemos ya del nivel de las preguntas de quienes conforman dicho grupo
parlamentario, con alguna honrosa excepción, que permitieron la exhibición
impúdica de su verdadera catadura; pero el hecho de pretender equipararse a
figuras cimeras del arte universal como Picasso o Leonardo, lanzando al sesgo
alusiones denigratorias y falsas a una artista nacional de auténtico calado
como Susana Baca, eso ya fue el colmo de los colmos, la cereza del pastel, la
coronilla de pacotilla de este gran desaguisado. Debemos seguir el hilo de esta
madeja para saber quiénes fueron los oscuros burócratas que tras bambalinas se
prestaron tan diligentemente para este escándalo.
Lima,
14 de junio de 2020.