domingo, 21 de junio de 2020

Ni gratis


    Casi como jugando surgió entre los diálogos caseros una frase que se ha vuelto funcional para denominar algún objeto, oferta, actividad, etcétera, que por sus características, por su valor intrínseco o por cierta connotación de inutilidad, no poseyera los requisitos necesarios para alcanzar la categoría de entidad apetecible, fundamental y digna de nuestros desvelos, por no decir útil ya, que es el mínimo rasero con el que el común juzga las cosas de este mundo. Es verdad también que ante su aparición no todos reaccionan con los mismos pareceres, pues es sabido que los gustos y las preferencias de los seres humanos son tan diversos que pretender uniformar las apreciaciones no sólo resultaría contraproducente sino una auténtica quimera.
    Sin embargo, hay circunstancias que convocan una inmediata unanimidad, objetos que se yerguen en solícitos agentes del acuerdo generalizado de un vasto sector de la población por sus evidentes e irrecusables condiciones particulares. Es el caso de lo recientemente ocurrido con las contrataciones realizadas por el Ministerio de Cultura de un sujeto que funge de artista y que por incomprensibles razones ha tenido la desvergüenza de recibir miles de soles por unos servicios que nadie entiende, en innegable complicidad de funcionarios venales, que nunca faltan, que se prestaron para semejante  trapacería. Desde hace un par de años, durante la gestión de nada menos que seis ministros del ramo, este señor ha recibido sucesivos y cuantiosos pagos de la entidad estatal por actividades absolutamente prescindibles; pero, lo más bochornoso y ofensivo sucedió hace apenas dos meses, cuando en pleno estado de emergencia, y mientras la población sufría los rigores de la cuarentena, sometida a una exigencia que la mayoría no estaba preparada para afrontar, al borde mismo del hambre y de la miseria, este individuo fue contratado para brindar unas supuestas charlas motivacionales para los empleados de dicho ministerio por el inaudito monto de 31 000 soles. ¿A quién o a quiénes se les ocurrió que un servicio de esta naturaleza podía ser pertinente en tiempos tan difíciles para el país? ¿Cómo consiguió este vivato tan jugosos dividendos cuando el país requería inversiones urgentes en bienes imprescindibles para el sector salud?
    Por lo demás, si ya el hecho mismo de requerir esas benditas charlas resultaba absolutamente ridículo e insensato, lo que elevó a su grado más alto la indignación popular ha sido enterarse del contenido de las mismas, una empalagosa e indigesta sarta de lugares comunes, trufadas con pretenciosos mensajes de dudosa originalidad y de citas convencionales salpicadas por aquí y por allá. Es decir, nada especial, nada que valga la pena para derrochar una cantidad de dinero que muy bien hubiese sido destinado a tareas más valiosas. O sea, como decimos en casa: ni gratis. En efecto, pues aunque se ofreciera este señor por propia voluntad a darnos sus indigentes menjunjes de motivación sin costo alguno, creo que al instante y al unísono le responderíamos con la frase convenida: ni gratis. Un mínimo de sentido común, una elemental consideración ética y estética nos llevaría a rechazar en el acto cualquiera de estas incursiones pseudopsicológicas con sabor a autoayuda que el susodicho contrabandea con el nombre pomposo y prosaico de charlas motivacionales.
    Su presentación ante la comisión de fiscalización del Congreso ha sido la ocasión perfecta para confirmar las credenciales morales e intelectuales de este charlatán de medio pelo. No hablemos ya del nivel de las preguntas de quienes conforman dicho grupo parlamentario, con alguna honrosa excepción, que permitieron la exhibición impúdica de su verdadera catadura; pero el hecho de pretender equipararse a figuras cimeras del arte universal como Picasso o Leonardo, lanzando al sesgo alusiones denigratorias y falsas a una artista nacional de auténtico calado como Susana Baca, eso ya fue el colmo de los colmos, la cereza del pastel, la coronilla de pacotilla de este gran desaguisado. Debemos seguir el hilo de esta madeja para saber quiénes fueron los oscuros burócratas que tras bambalinas se prestaron tan diligentemente para este escándalo.

Lima, 14 de junio de 2020.

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