lunes, 6 de julio de 2020

Las goteras de Borges

Medio siglo con Borges - Megustaleer
    Se ha presentado en España, de modo virtual como dictan las costumbres impuestas por la pandemia, Medio siglo con Borges (Alfaguara, 2020), el reciente libro de Mario Vargas Llosa, que recoge una variedad de textos, entre artículos, charlas, entrevistas y ensayos, que el Premio Nobel peruano ha producido en los últimos cincuenta años, dedicados todos ellos a sondear, asediar y escrutar la monumental figura literaria de quien es sin lugar a dudas el mayor escritor que ha dado la lengua española en la última centuria. Es el primero de los libros que tengo ocasión de adquirir de manera también virtual, con entrega a domicilio, después de una fallida negociación con una primera librería que no tuvo el tino de cautivar con un mínimo de calidez mi condición de cliente libresco, primerizo en estos avatares del comercio en línea.
    Desfilan por el breve libro un puñado de textos que me dejan con la miel en los labios, pues al saber de la noticia por los medios imaginé enseguida un volumen como los que suele escribir el autor dedicados a sus escribas favoritos. Y éste vaya que lo es, como lo ha confesado innumerables veces. Por tanto, el esperado opíparo banquete que mi imaginación acarició se ha trocado más bien en una sesión de gourmets de alta cocina, paladeando con exquisito fervor el centenar de páginas, convencido por aquella frase de factura popular que postula que si de lo bueno breve, doblemente bueno. Mas lo cierto es que varios de ellos ya los conocía, pues fueron publicados a lo largo de estos años en diversos medios escritos del Perú y de España. Pero igual, volver a leerlos constituye un placer renovado que sólo podemos agradecer.
    Uno de los aspectos que más se ha discutido a propósito de este lanzamiento es el famoso episodio de la entrevista que le realizara el novelista al poeta y ensayista argentino en su casa de Buenos Aires en 1981, para su programa de televisión La torre de babel, donde destaca la anecdótica descripción de las goteras que descubrió el acucioso periodista que también es en el humilde departamento del maestro. Insiste varias veces en remarcar la modestia de la pieza y asimilar la habitación del entrevistado a la celda de un monje trapense, hasta que llega la pregunta sobre el desasimiento de las cosas materiales que el anfitrión aprovecha para en una sola frase lapidar cualquier atisbo de conmiseración: «El lujo me parece una vulgaridad». Por lo demás, la charla discurre, entre el ingenio, la agudeza y la erudición del demiurgo porteño, por todos los vericuetos posibles entre dos podridos de literatura. Más adelante, el argentino comentaría entre sus conocidos, no sin una chispa de ironía, que esa tarde lo había visitado un agente inmobiliario peruano, interesado al parecer en una posible mudanza del escritor.
    Sin embargo, más allá de la anécdota, el asunto de las goteras muy bien puede servir de metáfora para destacar algunas sombras, como no podía ser de otra manera, que Vargas Llosa ha detectado en la obra del autor de Ficciones. Una de ellas se refiere al velado racismo que trasuntan sobre todo los cuentos de Borges, donde los personajes de procedencia indígena o negra estarían catalogados en una condición inferior a la blanca y occidental, que son erigidos en modelos de la civilización y el progreso. Pero esto no está dicho de un modo deliberado ni tal vez consciente, pues al recrear la realidad, por más fantásticas o irreales que sean las historias, el artista la describe tal como la ve, no como quisiera verla. Tal vez exista ese sesgo, mas de ninguna manera ese rasgo descalifica ni desbarata la propuesta narrativa del autor, cuya perfección roza lo inhumano, según agrega el crítico, descubriendo otra sombra ya señalada por otros: el predominio cerebral e intelectual de un mundo abstracto de ideas y razonamientos, descarnado y alejado de aquel barro primordial de que está hecha la vida, y que la novela, género ninguneado por Borges, toma como materia prima. Sería por ello quizás que alguna vez el otro grande de las letras argentinas, Ernesto Sábato, dijera que ante todo Borges era un gran poeta.
    Descollante es la conferencia sobre las ficciones de Borges, que Vargas Llosa pronunció en Londres en 1987. Detalla con mucha precisión las características singulares de este narrador excepcional, dueño de un estilo único e inimitable. En otro artículo, recuerda el memorable día en que asistió a la presentación de Borges, en 1963 en París, para un homenaje a Shakespeare propiciado por la Unesco; y, unos días después, en el Instituto de América Latina, para disertar sobre literatura fantástica. Emociona saber que un desconocido escritor procedente casi de los arrabales del mundo, un tímido anciano precoz, como lo describe el joven aspirante a escritor que tuvo la suerte de estar en ese momento, deslumbrara a un selecto auditorio donde se encontraban los más encumbrados autores de las letras francesas del momento, paseándose a sus anchas, en perfecto francés, por todos los recodos de la cultura universal, en una exhibición asombrosa de prodigio y sabiduría.
    También está un retrato del Borges político, sus polémicas declaraciones y posturas en una actividad que siempre miró con desprecio y lejanía, incurriendo por ello en increíbles contradicciones que jamás empañaron un ápice, no obstante, su legado literario. De igual forma traza un paralelo entre Onetti y Borges, la diferencia radical entre ambos y la no tan secreta animadversión que se guardaban. A pesar de ello, nota la decisiva influencia de éste en la obra novelística del uruguayo. Asimismo, revela Vargas Llosa su asombro ante los Textos cautivos, una selección de reseñas breves que Borges escribiera para la revista Hogar en los años 30, donde ya despuntan sus sagaces observaciones de lector cultivado y perspicaz. Y por último, la etapa final de octogenario feliz y enamorado, con María Kodama viajando por el mundo y gozando sus últimos años de una vida que para él siempre estuvo en los libros, como alguna vez lo declaró sin reservas.
    Deliciosa lectura que nos reencuentra con un formidable creador, considerado de forma unánime, como afirmo al inicio, como el más grande de la literatura contemporánea en cualquier idioma. Un auténtico maestro.            

Lima, 6 de julio de 2020.

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