domingo, 17 de enero de 2021

Alteza Real

     Con gran placer he visto en menos de dos semanas The Crown, una de las series más promocionadas de los últimos años en Netflix, la plataforma de televisión por streeming, escrita y dirigida por Peter Morgan y protagonizada por una constelación de estrellas consagradas y emergentes de la actuación cinematográfica. Estructurada en cuatro temporadas, cada una de ellas compuesta a su vez por diez capítulos, abarca la historia de la corona británica desde la asunción al trono de la reina Isabel II, la actual monarca, considerada como una de las más longevas, con 96 años de vida, de los cuales 68 conduce con mano firme el Palacio de Buckingham. A la vez es una historia fascinante del siglo XX, de los principales sucesos que sirvieron de contexto para los acontecimientos donde estuvo involucrado el Reino Unido. Las grandezas y las bajezas, las virtudes y las miserias de los miembros de la Casa de Windsor están narradas amena y prolijamente, con un decorado preciso en escenarios reales y realistas, una ficción con grandes dosis de verosimilitud.

    Muchos se han dedicado a hurgar los detalles de cada secuencia, contrastando los episodios presentados con los hechos históricos, labor que no deja de ser interesante, pero que no puede servir para cuestionar el valor una obra de ficción como ésta que, como todas de la misma naturaleza, se sostienen solas, basadas exclusivamente en su capacidad de seducción o convencimiento del espectador. Sin embargo, es muy aleccionador y altamente fructífero regresar a las fuentes históricas, con el único fin de reconocer el hecho real y cotejar el tratamiento que ha recibido en la serie, más allá de las coincidencias o parecidos. Aunque no está demás agregar que en un muy alto porcentaje lo narrado coincide con lo sucedido. Y son estas coincidencias las que me permiten expurgar algunos ejemplos que me han parecido particularmente interesantes.

    La abdicación de Eduardo VIII en 1936 significó un momento de alta tensión para la corona británica. El hijo mayor de Jorge V ascendió al trono a la muerte de éste, en enero de ese año, y en diciembre del mismo tuvo que abdicar envuelto en el escándalo de su relación con Wallis Simpson, una ciudadana norteamericana divorciada con la que pretendía casarse. La corona no toleraba este tipo de enlaces. Contrajo matrimonio con ella y vivió el resto de sus años en el exilio, hasta su muerte en 1972. Ante este hecho, lo reemplazó su hermano David en el trono, quien asumió el mismo como Jorge VI.      

    El reinado de Jorge VI sufrió a causa de su lento deterioro físico por la enfermedad pulmonar ocasionada a su vez por el consumo del tabaco. De su matrimonio con Isabel tuvo dos hijas, la futura Isabel II y la princesa Margarita. La muerte de este rey en 1952 y la repentina llegada al trono, con apenas 27 años, de quien detenta actualmente el máximo poder de la corona británica, son aspectos que destacan en la primera temporada. Luego viene el nacimiento de los hijos de la reina, casada en 1947 con Felipe Battenberg, príncipe de Grecia y Dinamarca, así como la ascendencia que tiene sobre éste la figura de su tío, lord Louis Mountbatten, héroe de la primera guerra mundial y último virrey de la India.

    Otro capítulo se centra principalmente en Carlos, el primogénito y heredero. Nos presenta sus primeros años con sus padres y abuela en el Palacio de Buckingham y su educación en el internado escocés de Gordontoun, colegio que su padre elige porque él mismo se había formado allí. Internado que significó un verdadero infierno para el joven príncipe, quien luego ingresaría a la universidad de Cambridge, a pesar de que el príncipe Felipe hizo todo lo posible para que hiciese una carrera en la armada británica.

    Otro aspecto que impresiona al observador es aquel relacionado con el archivo de Marburgo, un conjunto de documentos que prueban la relación del duque de Windsor –el ex monarca Eduardo VIII– con el nazismo alemán. Los testimonios son contundentes, hay imágenes y pruebas suficientes que demuestran la cercanía que tuvo el hermano mayor de Jorge VI con las principales figuras del régimen totalitario de Adolf Hitler.

    También cautiva de manera especial el caso del ministro John Profumo, envuelto en un escándalo de dimensiones políticas que remeció al gobierno del primer ministro Harold Macmillan. Profumo mintió a la Cámara de los Comunes sobre su relación con la modelo Christine Keeler, debiendo dimitir en 1963 a pesar del informe complaciente que realizó lord Denning, jefe de la investigación judicial. Se sabía que la modelo mantuvo también una relación simultánea con Yevgeny Ivanov, agregado naval adjunto en la embajada soviética. Los archivos del Consejo Asesor de Registros y Archivos Nacionales (ACNRA), donde se recogen el caso, se mantendrán secretos hasta el año 2048.

    Otro personaje histórico curioso de la serie es el de Anthony Blunt, asesor y maestro de arte en el Palacio de Buckingham, quien fuera descubierto como un espía al servicio de la KGB soviética. Lo sorprendente es que a pesar de las evidencias y los cargos que pesaban sobre él, la reina lo mantuviera en su puesto hasta su jubilación en la década del 70. Al parecer, según la serie, ello se debió a que  Blunt era poseedor de un dato explosivo que de ser revelado comprometería al duque de Windsor, es decir, al esposo de la reina, razón por la que ésta decidió pasar en silencio sobre el suceso. Sin embargo, sobre esto no hay una comprobación histórica.

    Uno de los pasajes más tristes y dramáticos de la serie es indudablemente lo acontecido con Aberfan, un pueblo de Gales que fue arrasado en 1966 por las escombreras de una mina de carbón. Las lluvias continuas debilitaron la base, abrieron un forado en el cerro adyacente y los deshechos se precipitaron sobre dos colegios y numerosas casas de la aldea. El saldo trágico fueron 144 muertos, de los cuales 116 eran niños. Las labores de rescate fueron muy penosas, mientras la reacción de la reina algo tardía. La población minera manifestó su indignación por la desidia de las autoridades en no haber prevenido un peligro del cual fueron advertidas repetidas veces por los vecinos. Varios miembros de la familia real visitaron la zona del desastre, entre ellos el esposo de la princesa Margarita, el duque de Windsor y, al final, la reina Isabel. La ceremonia fúnebre y las exequias constituyeron un momento de dolor nacional, al par que las banderas eran izadas a media asta en los edificios públicos.

    Otros hechos importantes son la visita del presidente estadounidense John Kennedy y su esposa Jacqueline a Inglaterra, poco antes de su muerte; los matrimonios fallidos y la vida desordenada de la princesa Margarita; el complot en que se ve envuelto lord Mountbatten para dar un golpe de Estado en complicidad con un banquero y dueño de una corporación de medios de comunicación; la vida secreta de la princesa Alicia, madre de Felipe de Edimburgo, en Atenas, regentando una modesta congregación religiosa; la designación del hijo de la reina como Príncipe de Gales, y cómo tuvo que aprender galés en manos de un reputado profesor de ese país con fuertes principios republicanos; la visita al Palacio Real de Armstrong, Aldrin y Collins, los tres astronautas que llegaron a la Luna en 1969, y la entrevista que tuvieron con el príncipe Felipe, quien terminó decepcionado al descubrir que tras esos héroes de la ciencia y la tecnología se escondían seres anodinos y previsibles; y la anécdota del asalto de un intruso a la misma alcoba de la reina, que puso en tela de juicio la seguridad del recinto palaciego y levantó un revuelo en la sociedad londinense por la forma como fue abordado el suceso por la prensa.

    También son notables los episodios donde se narra el conflicto bélico que sostuvieron el Reino Unido y Argentina por la posesión de las islas Malvinas, que los ingleses llaman Falkland, y los puntos discordantes entre la soberana y la primera ministra Margaret Thatcher sobre la manera de hacerle frente, asunto que se repetiría cuando esta última se negó a sumarse a la decisión unánime de los países de la Commonwelth para sancionar a Sudáfrica por el tema del apartheid. Y un poco antes el atentado terrorista del IRA donde perdió la vida en 1979 Mountbatten, personaje muy cercano a Carlos. Así como la noticia del extravío del hijo de la primera ministra en los desiertos del África durante la competición del afamado rallye París-Dakar. Fueron días de zozobra para la familia de la política y que mantuvieron en vilo asimismo la vida cotidiana de los ingleses. Sin embargo, el capítulo más memorable es aquel del matrimonio del príncipe Carlos con Diana Spencer, una humilde joven de familia aristocrática que de la noche a la mañana se vio convertida en el foco de la atención mundial y asediada constantemente por la prensa. Bautizada como la Boda del Siglo, dicha unión va a demostrar muy pronto sus resquebrajaduras, al revelarse la presencia en la sombra de Camilla Parker Bowles, una antigua amiga de Carlos que a pesar de haberse casado mantenía una relación con el príncipe.

    La figura de la flamante princesa de Gales empieza a dominar la escena de la monarquía inglesa, insuflándole nuevos aires y revitalizando una institución en lento y seguro camino hacia la obsolescencia. Su gira por Australia en 1983 con el príncipe Carlos y su pequeño hijo Guillermo, donde logró un éxito inusitado eclipsando la misma figura real de su esposo y atenuando los vientos independentistas promovidos por el primer ministro laborista Robert Hawke. Todo esto despertaría los celos de Carlos y las desavenencias se pronunciarían, avizorándose en el horizonte una ruptura inexorable. Posteriormente, cuando visita sola Nueva York, adentrándose en los barrios más olvidados, como los hospitales del Harlem, daría relieve a su imagen de figura comprometida con los problemas sociales de su tiempo, siendo calificada como la Princesa del Pueblo.

    En fin, hay muchos otros episodios interesantes en esta serie que nos retrata sobre todo una supervivencia medieval, con toda la pompa y los fastos de una clase bravucona, petulante y grosera, como la califica uno de los personajes de esta apasionante historia. Los Windsor en todo su esplendor y gloria, pero también en todo lo que tienen ya de antigualla, de curiosidad arqueológica a pesar de haberse adaptado a la modernidad con esa variante política llamada monarquía constitucional, una forma de gobierno donde el monarca conserva su condición de jefe de Estado, a la vez que el pueblo elige a quien la reina encargará la conducción del gobierno como su Primer Ministro.

    La producción es espléndida, las actuaciones notables y una escenografía muy a propósito, así como los paisajes realistas y las locaciones en general bastante ceñidos al original. No hay que olvidar que se trata de una ficción, así que está demás estar buscando coincidencias con el hecho histórico, pues el realizador se ha tomado, como es natural, algunas licencias en esta materia. Finalmente, espero con gran expectación la quinta temporada, de seis programadas, que según se ha anunciado se estrenará para mediados de junio.

 

Lima, 16 de enero de 2021.  


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