martes, 2 de febrero de 2021

Cuentos fantásticos

 

    El libro de cuentos más extraño y desafiante que he leído en mi vida es quizás Ficciones, libro publicado en 1944 por un Jorge Luis Borges que ya empezaba a ser reconocido como una figura singular en el panorama de las letras latinoamericanas. A pesar de que ya se sabía de otros libros que había escrito en las dos décadas precedentes, sin duda que la aparición de este pequeño volumen constituía una notable ascensión en el camino que como escritor se iba granjeando en un medio que todavía no poseía las características que tendría a partir de los años 60, cuando irrumpió un fenómeno literario que cambiaría radicalmente la imagen que se tenía en el mundo de la literatura escrita en esta parte del globo.

    Son siete cabalísticos relatos los que conforman este exótico libro, que constituyen además un portentoso desafío al lector más avezado. La filosofía, la metafísica y la teología confluyen en los enrevesados argumentos de estas siete piezas magistrales donde se hermanan la mejor prosa con el pensamiento más depurado. Economía del lenguaje y potencia del genio. Los personajes, más que seres de carne y hueso, son ideas platónicas, elaboraciones conceptuales que postulan visiones heterodoxas y singulares de la realidad, aventuras oníricas donde un minucioso demiurgo sueña combinaciones imposibles que buscan aprehender la inasible verdad. Veamos.

    «Tlön, Uqbar, Orbis Tertius» es la nota sobre un libro imaginario donde el autor afirma que los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres. Un lugar, un planeta, un cosmos imaginarios son descritos con gran precisión en unas páginas inverosímiles de la Enciclopedia Anglo Americana. Los metafísicos de Tlön juzgan que la metafísica es una rama de la literatura fantástica, idea que Borges sostendría también con respecto a las religiones. Abundan las disciplinas filosóficas en Tlön, juegos dialécticos que buscan el asombro.

    «Pierre Menard autor del Quijote» presenta un curioso caso de un autor francés reconstruyendo frase por frase, palabra por palabra, una obra del siglo diecisiete en su propio idioma del siglo veinte. Una osadía de la lingüística y también del ego, indagación lúdica en los laberintos de la identidad.

    «Las ruinas circulares» explora el sueño de un mago que busca fraguar un hombre con la materia suntuosa de sus noches que han abolido la vigilia, para comprobar, no sin terror, que él también poseía la apariencia de otro ser que a su vez estaba soñándolo. Es la idea recurrente de Borges sobre uno de sus temas predilectos: los juegos de espejos.

    «La lotería de Babilonia» indaga en los arcanos del azar; postula la infinita variedad de posibles destinos de un hecho; prefigura el increíble jardín de senderos que se bifurcan, que aparece en el último cuento, como una parábola de la existencia de los objetos y de los seres.

    «Examen de la obra de Herbert Quain» es el resumen prolijo o lacónico de un autor inventado. La palabra examen prefigura una aproximación académica, aunque es más bien una opinión de lector desapasionado. Comenta sus obras como si enumerara las virtudes y los defectos de una piedra preciosa o de una joya.

    «La biblioteca de Babel» es una metáfora del universo. Las ideas de orden, caos, infinito, secreto, se alternan otra vez en un juego de espejos que nos enfrentan a la imagen de un mundo autosuficiente, perfecto y fuera del alcance racional de la mente humana.

    «El jardín de senderos que se bifurcan», el último cuento y creo que el mejor, de título hermoso además, juega con la imagen de un libro caótico –una novela– que se prolonga en diversos finales, un laberinto que se extiende no en el espacio sino en el tiempo. Un espía chino, descendiente del ilustre autor de la fantástica obra, al servicio del gobierno alemán, es perseguido con implacable denuedo por el agente británico Richard Madden. Yu Tsun, el espía, asesina al sabio sinólogo Stephan Albert antes de ser capturado por el capitán Madden y ser condenado a la horca. Pero antes de morir comunica, con ese hecho abominable, el secreto nombre de la ciudad que debía ser bombardeada y que el jefe descifró correctamente. El relato se lee como «una enorme adivinanza, o parábola, cuyo tema es el tiempo», otra de las constantes de la obra borgiana.

    Estupenda condensación de la maestría de un autor que ha explorado todos los escondrijos de la realidad con las armas platónicas de las ideas. Selecta muestra del talento y el genio del máximo creador de las letras hispanoamericanas de la última centuria.

 

Lima, 1 de febrero de 2021.



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