El
libro de cuentos más extraño y desafiante que he leído en mi vida es quizás Ficciones, libro publicado en 1944 por
un Jorge Luis Borges que ya empezaba a ser reconocido como una figura singular
en el panorama de las letras latinoamericanas. A pesar de que ya se sabía de
otros libros que había escrito en las dos décadas precedentes, sin duda que la
aparición de este pequeño volumen constituía una notable ascensión en el camino
que como escritor se iba granjeando en un medio que todavía no poseía las
características que tendría a partir de los años 60, cuando irrumpió un
fenómeno literario que cambiaría radicalmente la imagen que se tenía en el
mundo de la literatura escrita en esta parte del globo.
Son siete cabalísticos relatos
los que conforman este exótico libro, que constituyen además un portentoso
desafío al lector más avezado. La filosofía, la metafísica y la teología confluyen
en los enrevesados argumentos de estas siete piezas magistrales donde se
hermanan la mejor prosa con el pensamiento más depurado. Economía del lenguaje
y potencia del genio. Los personajes, más que seres de carne y hueso, son ideas
platónicas, elaboraciones conceptuales que postulan visiones heterodoxas y
singulares de la realidad, aventuras oníricas donde un minucioso demiurgo sueña
combinaciones imposibles que buscan aprehender la inasible verdad. Veamos.
«Tlön, Uqbar, Orbis Tertius»
es la nota sobre un libro imaginario donde el autor afirma que los espejos y la
cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres. Un lugar,
un planeta, un cosmos imaginarios son descritos con gran precisión en unas
páginas inverosímiles de la Enciclopedia Anglo Americana. Los metafísicos de
Tlön juzgan que la metafísica es una rama de la literatura fantástica, idea que
Borges sostendría también con respecto a las religiones. Abundan las
disciplinas filosóficas en Tlön, juegos dialécticos que buscan el asombro.
«Pierre Menard autor del
Quijote» presenta un curioso caso de un autor francés reconstruyendo frase por
frase, palabra por palabra, una obra del siglo diecisiete en su propio idioma
del siglo veinte. Una osadía de la lingüística y también del ego, indagación
lúdica en los laberintos de la identidad.
«Las ruinas circulares»
explora el sueño de un mago que busca fraguar un hombre con la materia suntuosa
de sus noches que han abolido la vigilia, para comprobar, no sin terror, que él
también poseía la apariencia de otro ser que a su vez estaba soñándolo. Es la
idea recurrente de Borges sobre uno de sus temas predilectos: los juegos de espejos.
«La lotería de Babilonia»
indaga en los arcanos del azar; postula la infinita variedad de posibles
destinos de un hecho; prefigura el increíble jardín de senderos que se
bifurcan, que aparece en el último cuento, como una parábola de la existencia
de los objetos y de los seres.
«Examen de la obra de Herbert
Quain» es el resumen prolijo o lacónico de un autor inventado. La palabra
examen prefigura una aproximación académica, aunque es más bien una opinión de
lector desapasionado. Comenta sus obras como si enumerara las virtudes y los
defectos de una piedra preciosa o de una joya.
«La biblioteca de Babel» es
una metáfora del universo. Las ideas de orden, caos, infinito, secreto, se
alternan otra vez en un juego de espejos que nos enfrentan a la imagen de un
mundo autosuficiente, perfecto y fuera del alcance racional de la mente humana.
«El jardín de senderos que se
bifurcan», el último cuento y creo que el mejor, de título hermoso además,
juega con la imagen de un libro caótico –una novela– que se prolonga en
diversos finales, un laberinto que se extiende no en el espacio sino en el tiempo.
Un espía chino, descendiente del ilustre autor de la fantástica obra, al
servicio del gobierno alemán, es perseguido con implacable denuedo por el
agente británico Richard Madden. Yu Tsun, el espía, asesina al sabio sinólogo
Stephan Albert antes de ser capturado por el capitán Madden y ser condenado a
la horca. Pero antes de morir comunica, con ese hecho abominable, el secreto
nombre de la ciudad que debía ser bombardeada y que el jefe descifró
correctamente. El relato se lee como «una enorme adivinanza, o parábola, cuyo
tema es el tiempo», otra de las constantes de la obra borgiana.
Estupenda condensación de la
maestría de un autor que ha explorado todos los escondrijos de la realidad con
las armas platónicas de las ideas. Selecta muestra del talento y el genio del
máximo creador de las letras hispanoamericanas de la última centuria.
Lima, 1 de febrero de 2021.
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