sábado, 6 de marzo de 2010

La casa del ser

Entre el 1 y el 5 de marzo debió realizarse el V Congreso Internacional de la Lengua en la ciudad de Valparaíso, Chile; pero, por las razones que ya todos conocen, éste debió cancelarse. Sin embargo, una feliz iniciativa ha hecho que no perdamos del todo esta ocasión anual de tratar los temas que interesan a quienes hablamos este idioma en el mundo, una cifra que ya se sitúa alrededor de los cuatrocientos millones de personas.
Es así que, vía el Congreso Virtual de la Lengua, promovido por el diario El País de España, hemos podido seguir las incidencias de este cónclave a través del ciberespacio. Las intervenciones, ponencias y entrevistas de diversos escritores del ámbito hispano, han dado vida a un evento que cada año reúne a las 22 Academias de la Lengua, con el fin de debatir y compartir asuntos que conciernen a la evolución del español, a la forma cómo se revitaliza la vieja lengua de Cervantes en los tiempos actuales.
No han estado ausentes preocupaciones permanentes tanto de los académicos como de los creadores: la presencia de términos nuevos (es el caso de los americanismos), la incidencias de las modernas tecnologías en el desarrollo de la lengua, los vertiginosos cambios que enfrenta el idioma en los tiempos presentes, el porvenir del castellano o español, el fenómeno del empobrecimiento del mismo por causa de su mal uso en los diversos medios de difusión, y su contraparte: el enriquecimiento que proviene fundamentalmente de sus creadores, poetas, novelistas y ensayistas de ambos lados del océano.
La cálida omnipresencia del lenguaje ha colmado, durante estos cinco días, el interés y la curiosidad de miles de internautas que han tenido un contacto virtual con algunos de los escritores más importantes del momento, entre ellos el chileno Jorge Edwards, el español Javier Marías, el colombiano Héctor Abad Faciolince y el mexicano José Emilio Pacheco.
El gran protagonista de un evento de esta naturaleza es siempre el lenguaje --“la casa del ser”, como la llamara el filósofo Heidegger--, ese espacio invisible y privilegiado en que los seres humanos alcanzan momentos supremos de comunión, esa curiosa forma del tiempo que Borges atribuía a la música, pero que también la palabra es capaz de poseer. “El más perfecto de los sonidos humanos es la palabra. La literatura, a su vez, es la forma más perfecta de la palabra”, había dicho el maestro Octavio Paz, sintetizando luminosamente el valor y el significado de esas cualidades humanas.
En sendas entrevistas digitales, los escritores mencionados líneas arriba han respondido a las inquietudes de los lectores, quienes han dejado sus preguntas en el llamado ciberespacio, esa región casi abstracta en que suceden los más importantes sucesos de esta galaxia posmoderna. Y así, de una manera que simula la magia, ellos han recibido nuestras palabras y las han considerado dignas de ser respondidas.
Digo “nuestras palabras”, pues con una mezcla de atrevimiento e insolencia, he cometido el impudor de enviar, entre varios otros participantes, mis preguntas a dos de ellos: a Héctor Abad Faciolince y a José Emilio Pacheco. Y ambos han tenido la delicadeza de contestarlas, con el ingenio, la modestia y la sutileza que los caracteriza. Este cruce de palabras en esa región virtual, ha tenido el efecto maravilloso de acercarnos, aunque brevemente, al ámbito espiritual e íntimo de aquellos creadores a quienes valoramos y admiramos especialmente.
El “abrazo plural” del poeta José Emilio Pacheco ha clausurado esta fructífera jornada dedicada a la lengua española, abrazo cuya calidez y afecto apreciamos sus fervorosos lectores.

Lima, 06 de febrero de 2010.

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