domingo, 22 de julio de 2012

El caballero oscuro de la muerte


     Otro caso de comportamiento sociopático estremece a la sociedad estadounidense. Un estudiante de neurociencias, disfrazado de antihéroe de cómic, irrumpe violentamente en una sala de cine y ataca con armas de fuego a una masa aterrorizada de espectadores que primero creían que se trataba de un espectáculo a propósito del estreno de la última película de la serie de superhéroes Batman, pero cuando vieron que las balas eran reales y que no se trataba de ningún juego inocente, muchos trataron de protegerse debajo de sus asientos, otros huían despavoridos, cuando han sido alcanzados por los proyectiles, dejando un reguero de 12 muertos y cerca de medio centenar de heridos, más una multitud presa del pánico y sorprendida por esa conducta intempestiva.
     Su nombre es James Holmes y ya ha sido identificado por la policía como el responsable de esta matanza en Denver (Colorado), que no es el primero por cierto, pues según las estadísticas, en veinte años se han cometido 24 actos similares a éste en el país más desarrollado del planeta. Todos los testimonios coinciden que se trata de un estudiante sobresaliente y solitario, que hacía un doctorado en la Universidad de California, que demostraba ser tímido y algo extraño. Había dejado los cursos del doctorado recientemente, y aprovechando la ocasión de la primera exhibición de un filme que le prestaba la oportunidad de actuar como un personaje de ficción, ha perpetrado este horrendo crimen y luego ha salido tranquilamente a la zona de aparcamiento donde ha sido arrestado por los agentes del orden.
     Tal pareciera que, con una regularidad cíclica, alguna ciudad de los Estados Unidos tiene que ser el escenario de un baño de sangre de estas características, cometida por algún joven desquiciado que, espoleado por  múltiples factores que desconocemos, se lanza al acto criminal de atacar sin causa aparente, disparando a diestra y siniestra sus modernas armas que ha podido adquirir legalmente en el único país que lo permite laxamente, y que posee una anacrónica y perversamente ridícula institución denominada Asociación Nacional del Rifle (NRA), una especie de club de cretinos y granujas voluntarios que tienen la delicada ocurrencia de recomendar a sus adeptos fines de semana fabulosos donde salir a disparar.
     También es el país que vende hasta el hartazgo la estúpida creencia en el poder de la fuerza, basado en el inmejorable ejemplo de sus fuerzas armadas que andan cometiendo tropelía y media en diversos rincones del orbe. Una sociedad enferma, que enaltece los valores dudosos del consumo y de la imposición del más fuerte, que alberga una de las industrias bélicas más lucrativas de este mundo, que ha hecho de la conquista y del sometimiento verdaderas políticas de estado, no puede producir sino especímenes traspasados por dosis peligrosas de instintos tanáticos.
     Infelizmente, no será quizás el último incidente de este tipo. Una nación es a veces un cuerpo social que engendra en su propio seno las semillas de su propia destrucción; es un organismo que cría los gérmenes de su lenta y gradual descomposición. Cuanto mayor es la riqueza material, muchas veces se descuida la salud espiritual de un pueblo, sus valores éticos y morales; pues curiosamente es en las sociedades opulentas, donde se ve con más asiduidad  la ocurrencia de fenómenos como el de Denver.
     Solo una labor de cura social a largo plazo, donde se reviertan los falsos valores vigentes en los países llamados desarrollados, con políticas pacientes y efectivas de tratamiento directo al tejido humano de su colectividad, hará posible tal vez que se eviten en el futuro sucesos como el presente, o que por lo menos se reduzcan al mínimo.

Lima, 22 de julio de 2012.       

1 comentario:

  1. Walter:
    Un excelente artículo, que muestra una triste realidad que -para peor- se exporta alegremente, a través de infinidad de películas y todo tipo de entretenimiento digital violento.
    Se ha extraviado la idea de ética y moral.
    Saludos.

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