Un libro apasionante constituye Memorias de la Guerra con Chile
(Editorial Milla Batres, 1980), escritas por el comandante Julio Guerrero, fiel
secretario de Andrés Avelino Cáceres, en base al memorioso testimonio del Brujo
de los Andes. Revisada por el mismo héroe de La Breña, se editó por primera vez
en 1924, con un tiraje reducido; posteriormente se han impreso nuevas
ediciones, pero ésta es la definitiva.
Se trata indudablemente de un valioso
documento para quienes desean adentrarse en los pormenores de una de las
guerras más vergonzosas de la historia militar. Se inicia cuando las primeras
campañas del conflicto bélico tienen como escenario la costa sur del Perú,
jornadas que estarían coronadas por el valeroso sacrificio de quien está
considerado, con justísima razón, el héroe máximo de la patria: Don Miguel Grau
Seminario.
Toda esa infame historia de esta guerra
fratricida, impulsada por las más torvas ambiciones de los sectores económicos
financieros del país del sur, espoleados a su vez por lejanos e invisibles
intereses de los imperios dominantes, tiene en los recuerdos de Cáceres la nota
objetiva y precisa que va desgranando cada episodio donde participó, o del cual
supo como oficial durante esos aciagos años de 1879 y siguientes.
La parte más interesante es aquella que
describe el momento en que Cáceres, derrotadas ya las huestes peruanas en las
batallas de San Juan y Miraflores, huye providencialmente de la persecución
chilena y, luego de un reparador descanso de breves semanas, decide la
formación y reclutamiento de un ejército guerrillero en la sierra central,
adonde llega buscando apoyo para emprender la resistencia, una de las jornadas
más dignas y honorables de que se tenga memoria en los anales de las armas del
mundo.
Cáceres organizó la resistencia en Jauja,
teniendo como base a 16 soldados que se encontraban recuperándose en el
hospital de la ciudad, mientras Letelier, el jefe invasor, pedía onerosos cupos
a los pobladores y amenazaba con incendiar
Huancayo. El héroe decide entonces instalar su cuartel general en Tarma, desde
donde comanda las principales acciones para hacer frente a las tropas enemigas.
Las columnas de guerrilleros voluntarios
se irían incorporando de Jauja, Huancayo, Tarma, Ayacucho, Huarochirí y otros
poblados aledaños. Con todos ellos establece a continuación su cuartel general
en Matucana, que luego traslada a Chosica, al haberse retirado las tropas
chilenas luego de haber incendiado el pueblo.
Por tres veces los chilenos intentan
acabar con la vida de Cáceres, quien se salva gracias a la diligencia y pericia
del maquinista alemán Harry Wall. Mientras tanto Francisco García Calderón
formaba gobierno en La Magdalena, proponiéndole al héroe un puesto prominente
que él rechaza. Piérola tiene que renunciar porque las fuerzas del norte y las
del sur le quitan su apoyo.
Cáceres y una Junta de Guerra reunida en
Jauja, reconocen al gobierno provisorio de García Calderón, quien sin embargo
ya se encontraba hace meses en Chile, cautivo. Después de mandar fusilar a los
traidores y de burlar el cerco de Lynch y Gana, Cáceres se retira a Tarma.
Después de arrostrar la rebelión del
coronel Arnaldo Panizo, traidor de la causa patriota por mezquinos asuntos de
rivalidad política, Cáceres decide la reorganización del ejército guerrillero
en Ayacucho; a continuación emprende la marcha a Junín, donde las tropas
chilenas venían cometiendo todo tipo de tropelías y bochornosos actos de
pillaje. Establece entonces su cuartel general en Izcuchaca, desde donde
comanda las acciones que conducirían a jornadas gloriosas, circunstancias en
que se produce uno de los hechos que lavaron momentáneamente el honor nacional,
cuando el desarrapado ejército del ayacuchano derrota a los chilenos en las
memorables batallas de Pucará y Marcavalle.
Las tropas chilenas son derrotadas además
en Concepción, huyendo por Jauja, Tarma y La Oroya. Lynch envía tres divisiones
para batir al ejército guerrillero: la de León García, la de Del Canto y la de
Urriola. Avanzan hasta Tarmatambo, situada a una legua al sur de Tarma. En
junta de guerra reunida en esta ciudad los
peruanos deciden la retirada al norte, era exactamente el 20 de mayo de 1883.
Luego de una tortuosa travesía, sufriendo
todas las inclemencias del trayecto, el 1 de junio llegaron a Huánuco. Así, en
las peores condiciones, el ejército de Cáceres continúa la retirada hacia el
Callejón de Huaylas, remontando la Cordillera Blanca. El Brujo de los Andes
logra burlar la persecución de Arriagada y Gorostiaga, los jefes chilenos,
mediante un ardid.
Las tropas peruanas llegan a Tingo, en el
flanco oriental de la Cordillera. Luego prosiguen su marcha hacia Huamachuco.
Allí, por falta de municiones y algún otro factor imprevisto, es aniquilado el
ejército de Cáceres. Éste logra escapar del campo de batalla y se encamina a
Tarma. La travesía por Huaraz, Caja tambo,
Óndores y el lago de Junín, en medio de destacamentos enemigos, es
verdaderamente admirable. Los chilenos le pisan los talones, y Cáceres llega a
Jauja, donde es alojado por el cura Dianderas.
Mientras Cáceres descansa en Jauja,
Urriola va en su búsqueda; entonces el héroe debe retirarse a Huancayo, y luego
a Ayacucho. Estando en la ciudad de las 33 iglesias se entera de la firma
vergonzosa del Tratado de Ancón por Iglesias y de la actitud de Montero, llena
de dignidad en medio del oprobio.
Era el fin, el acabamiento de una decorosa
campaña librada en las condiciones más difíciles y complejas. Cuando muchos
huían, otros se ocultaban convenientemente, o se aliaban sencillamente al
invasor, Andrés Alfredo Cáceres –nombre verdadero del imbatible oficial- se
yergue como una columna de dignidad y decencia en medio de un charco de
cobardías, defecciones y traiciones. Cáceres y un puñado anónimo de valerosos
peruanos supieron resistir la ignominia para salvar el honor de todo un país.
Un libro imprescindible para todo
auténtico peruano, que se lee con interés, pasión y rabia, como todo gran libro
debe provocar.
Lima, 1 de
septiembre de 2012.
Estimado, gracias por el trabajo, que ahora se hace más vigente , inicias con :
ResponderEliminarToda esa infame historia de esta guerra fratricida, impulsada por las más torvas ambiciones de los sectores económicos financieros del país del sur, espoleados a su vez por lejanos e invisibles intereses de los imperios dominantes,
Ahora tenemos Odebrecht y otros, patrocinio de USA y otros, solo han cambiado los métodos, corrompiendo gobiernos Latinos, comprando Presidentes y sus colaboradores (Kusinsky desde el año 1969), partidos políticos (PPC; AP; MORADITO, SOLIDARIDAD,FP;..) haciendo negocios con Montesinos, se repite una y otra vez, la gran inquietud, porque NO HACER difusión masiva de éstos documentos, para que abramos los ojos, como lo están haciendo en CHILE, Bokivia , Ecuador, un gran abrazo.
Bien lo decia Jorge Basadre, Pueblo que olvida su historia esta CONDENADO, ( SE CONDENA ASÍ MISMO ) a repetir sus mismos errores.