sábado, 10 de noviembre de 2012

Ocupación y antisemitismo


     Quizás la novela que mejor haya retratado y descrito el momento histórico de la ocupación alemana de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, sea Suite francesa, de la escritora ucraniana de origen judío Irene Némirovsky (1903-1942), exterminada ella misma en los campos de concentración nazis y convertida con el tiempo en una de las grandes creadoras de las letras francesas del siglo XX.
     Mucho antes de lo que realmente esperaba, el azar me ha deparado el placentero privilegio de leer esta maravillosa novela, cuya concepción, travesía y revelación constituyen por sí mismas una de las aventuras novelescas más subyugantes de la historia de la literatura. Escrita en medio del fragor de la persecución nacional-socialista a los judíos, en los aciagos años de la conflagración bélica de mitad de siglo, el increíble recorrido que realiza hasta su publicación, puede perfectamente ser el tema de una inquietante obra de ficción.
     Tanto como los avatares de la escritura y publicación de la novela, la misma vida de Irene Némirovsky ha estado jaloneada por una cadena insólita de acontecimientos que bien vale el ser igualmente considerada una auténtica proeza vital teñida con los colores subidos de una inaudita hazaña épica. Odiada y abandonada por su madre, siguió la suerte de su padre, un prominente banquero en la Rusia zarista, perseguidos por el poder bolchevique primero, y luego por la infernal maquinaria nazi que asolaría los campos de Europa en aquella singular contienda.
     Ese sería el vino de la soledad que Irene bebería desde su más tierna infancia. Casada posteriormente con Michel Epstein, hijo también de un hombre de la banca rusa, con quien tuvieron dos hijas, su destino estaría marcado por ese halo trágico que era al parecer el signo de los tiempos. Huyendo de las zarpas totalitarias, en medio del caos instalado en la capital francesa por la presencia de las tropas de ocupación, finalmente sería capturada por los sabuesos del régimen colaboracionista y confinada en el campo de concentración de Pithiviers, escala previa a su deportación a Auschwitz, sinónimo del infierno en la Tierra, donde sería ejecutada por la barbarie fascista.
     Suite francesa está concebida como una sinfonía, inspirada en la Quinta sinfonía de Beethoven, con cinco partes o capítulos, de los cuales la autora sólo llegó a escribir los dos primeros, que son los que integran la novela, pues los tres restantes quedaron en proyecto al ser detenida y posteriormente asesinada por la demencia nazi. Myriam Anissimov sostiene en el prólogo que la obra es el “retrato implacable de la Francia abúlica, vencida y ocupada.”
     En “Tempestad en junio”, la primera parte, nos topamos con cuatro historias paralelas: la de los Péricand, la del escritor Gabriel Corte, la de los Michaud y la de Charles Langelet. Adrien Péricand y su mujer Charlotte tienen cinco hijos: Philippe, el mayor, que es sacerdote; Hubert, de 18 años; Jacqueline, de 9; Bernard, de 8 y Emmanuel, el benjamín. Hubert, joven vehemente e inconformista, huye para enrolarse a las tropas de la resistencia. Su familia recibe la noticia de su muerte en la batalla de Moulins; pero él se aparece el día que todos iban a la catedral para la misa por el descanso de su alma. Philippe, el padre, muere apedreado bestialmente por sus propios pupilos.
     Gabriel Corte es un escritor de 50 años, tiene una amante llamada Florence. Una llamada de la presidencia del Consejo les advierte de la presencia de los alemanes en París, pues ya han cruzado el Sena. Todos trataban de huir de la capital, una muchedumbre nerviosa, poseída por un temor casi animal, abandonaba su ciudad buscando un refugio ante la inminencia del ataque enemigo.
     Los Corte llegan al Grand Hotel, donde una multitud de conocidos pululan por sus pasadizos y salones, estableciendo algo parecido a una camaradería en el infortunio que no está exenta, sin embargo, de resquemores y distancias. Un pasaje sumamente ilustrativo de las condiciones en que se desenvuelve la existencia tras el éxodo de París, es el que describe el incidente que vive Gabriel cuando sale a buscar comida y, en medio del tumulto que se forma en las calles dominadas por la desesperación, alguien le arrebata la cesta y el escritor debe regresar al alojamiento con las manos vacías.
     Simultáneamente los Michaud, empleados de banco, tienen que salir de París por sus propios medios, pues a último momento Corbin -su jefe-, decide llevar en su coche a Arlett, una de sus amantes. Como no pueden llegar a tiempo al destino acordado con Corbin, deciden regresar a París, razón por la que son echados del banco por éste, quien apenas les reconoce dos meses de indemnización. Mientras tanto, Jean-Marie, el hijo de los Michaud, estaba herido y vivía en el campo, donde vive una singular historia con una campesina.
     Por otro lado, Charles Langelet, después de haberles jugado una trastada a una pareja de jóvenes, robándoles la gasolina que su auto necesitaba para continuar la huida de París, muere arrollado cuando se dirigía a reunirse con sus amigos a cenar en un restaurante que él les había recomendado. El coche que le ocasiona la muerte lo conducía Arlett Corail, de quien ya teníamos noticias por lo de Corbin.
     Los estandartes rojos con la cruz gamada ondeaban sobre los edificios públicos de París. Era una ciudad sitiada y comenzaba la lenta y gradual ocupación del país tras los prodigiosos avances de la maquinaria bélica de los seguidores de Hitler.
     En la segunda parte, “Dolce”, se repiten los mismos dramas pero con distintos actores. Los primeros que aparecen son los Langellier, dos señoras, la madre una y la esposa la otra de Gaston Langellier, prisionero de los alemanes, de quien evitaban en lo posible hablar las dos mujeres que lo esperaban y vivían pendientes de él. Ponen a buen recaudo sus cosas ante la presencia de las tropas de ocupación. Lucile, la esposa, es constantemente resondrada por su suegra por el hecho de sonreírle y hablar con un oficial alemán que llega a alojarse en su casa, mientras que ella no olvida que Gaston tiene una modista en Dijon, única respuesta que ensaya ante la anciana. Pero las aproximaciones del teniente Bruno von Falk hacia Lucile son más que evidentes y previsiblemente peligrosas. Una prosa exuberante, de una elegante plasticidad, es el vehículo perfecto para relatarnos el idilio culpable que viven Lucile Langellier y el teniente alemán.
     Irrumpen también en escena los Labarie, una familia de campesinos, cuya hija adoptiva Madeleine se había casado con Benoit, que era el hijo biológico, y tenían un hijo. Ella igualmente vive una situación comprometedora cuando un joven oficial alemán se presenta en la casa con una tarjeta de alojamiento. El militar, Kurt Bonnet, se acerca a Madeleine, desatando los celos y las quejas del marido de ésta, quien era seguido por los alemanes. Cuando ya lo van a detener, en un incidente increíble, Benoit mata a Bonnet y a su perro, con la escopeta que era el motivo de su detención. El rudo labrador huye, mientras su mujer acude a Lucile para que lo esconda en su casa. Esto ocasiona una serie de situaciones muy riesgosas para la familia Langellier.
     Así discurren esos tensos días de expectación e incertidumbre. Una noche de junio, Bruno pretende tomar a Lucile en el jardín, pero ella se niega. En el momento supremo, un instinto superior a la pasión, la inhibe y rechaza los asedios del boche. Llega el momento de marcharse, pero antes los alemanes celebran con una fiesta un aniversario de su entrada en París. Enseguida reciben las órdenes de alistarse para la retirada; serán enviados al frente ruso, pues Rusia les ha declarado la guerra.
     Hasta allí llega la novela, dejándonos con las ansias de saber lo que habría continuado según el plan que tenía esbozado Irene Némirovsky. En el apéndice hay unas notas manuscritas de la autora sobre el proyecto total del libro, así como las cartas que Irene y Michel Epstein intercambian desde 1936. Este epistolario incluye también el de otros personajes ligados a la pareja, haciendo las gestiones para la liberación de Irene, cuando es detenida, y el fracaso rotundo de todos sus intentos.
     Un libro memorable, doblemente admirable por las circunstancias que rodeó su escritura y la inverosímil odisea que hizo posible su publicación.

Lima, 8 de noviembre de 2012.

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