domingo, 25 de noviembre de 2012

Alberto Quintanilla: Qutinapaq


     Al filo del cierre de la sala de exposiciones del Centro Cultural Garcilaso de la Cancillería, y del fin de la temporada también, he llegado raudo para echar un vistazo a la exposición Qutinapaq -que en lengua vernácula quiere decir “Para volver”- del artista cusqueño Alberto Quintanilla, pintor, escultor, grabador y, en ocasiones intensas, esforzado cantor. Precisamente es lo que pude observar en la primera sala, donde se halla la presentación respectiva, cuando ni bien ingresé ya escuchaba los sones de un huayno cusqueño entonado por la telúrica voz de este peruano cosmopolita.
     En el recorrido pude apreciar una muestra, una pequeña muestra en realidad, de ese mundo onírico poblado por seres mitológicos, monstruos fantásticos, animales fabulosos y criaturas pesadillescas que constituyen el universo pictórico y el tema constante de la inspiración y la obra plástica de Quintanilla. 
     Me impresionó vivamente un Gólgota taurino, magnífico cuadro en el que un robusto ejemplar, acribillado de banderillas y estoques, yace exangüe en la arena, en una especie de mudo clamor ante la barbarie humana. En medio de una fauna diversa donde el perro de doble faz es el protagonista indiscutible, este toro sacrificado era una pieza singular en la exposición, ahora que vuelven a rebrotar esas viejas discusiones sobre las corridas de toros que en estas épocas se ponen de moda en el Perú a raíz de una tradicional feria.
     Pero ese es otro tema, pues el asunto central de la muestra era exhibir lo más representativo de la obra pictórica y escultórica de Quintanilla, así como algunos grabados que podían observarse en las urnas centrales de la sala. Los colores fuertes y dominantes delineaban esas figuras recurrentes del imaginario del artista, un arte que se puede situar entre lo abstracto y lo figurativo, o como ha dicho el mismo pintor: ni abstracto ni figurativo, sino una suerte de realismo fantástico nutrido por las imágenes y los seres que permearon su infancia.
     Los relatos de leyendas y mitos del mundo andino, así como los cuentos populares oídos de la boca de sus mayores, fueron alimentando la imaginación y la memoria de quien alguna vez fue elogiado por el mismísimo Picasso, cuando dijo que la obra del cusqueño era el primer aporte peruano a la pintura universal. Toda una consagración de un trabajo que se ha paseado por los más importantes museos y galerías del mundo. Ahora mismo, se acaba de inaugurar en la Unesco, en su sede de París, nada menos que en la Sala Miró, una exposición de Quintanilla.
     Primogénito de 14 hermanos, Alberto frecuentó, durante su niñez y juventud en la ciudad sagrada, a los artistas populares, sobre todo mujeres, de cuyo arte y sabiduría bebió en abundancia, participando de paso en las festividades de su pueblo, como en la de San Sebastián, en cuyo jolgorio se mezcló con bailarines, diablillos y duendes, que lo acunaron en ese sentido dionisíaco de la vida que posteriormente volcaría en sus telas y sus óleos.    
     En sus primeros años por la Ciudad Luz, su afición al canto lo llevó a presentaciones callejeras y a recorridos bohemios de la mano de dos memorables artistas de ambos lados del Atlántico: la chilena Violeta Parra y el español Paco Ibáñez. Sin embargo, su vocación por los colores y las formas se iría decantando para hacer de él uno de los exponentes más representativos de la plástica contemporánea.
     Casado con una francesa y padre de tres hijos, el “cholo” Quintanilla, como cariñosamente le dicen, no se ha desligado de sus raíces, prueba de ello son sus maravillosos cuadros y esculturas, sino que a la vez ha nutrido su formación con la impronta del arte occidental, frecuentando la obra y el legado de notables artistas del Viejo Mundo, como Giacometti, y de movimientos fundamentales como el expresionismo y el surrealismo; pero lo que definitivamente ha perfilado su obra ha sido la tierra, su tierra del Cusco,  que vive en todo su cuerpo como una presencia fecunda, cuyo humus brota por todos los poros creativos de este cusqueño universal.
                                                       
Lima, 24 de noviembre de 2012.   

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