Los truculentos y bochornosos sucesos de
la semana pasada en relación al intento de desalojo del mercado mayorista de La
Parada en Lima, coincidiendo sospechosamente con la aceptación, por parte del
JNE, del proceso de revocatoria de la alcaldesa de la ciudad, que impulsa un
oscuro sujeto, motiva algunas reflexiones pertinentes.
Lo primero que llama la atención es la
inusitada violencia en la reacción de quienes se han sentido víctimas del
intento de la autoridad municipal de ejecutar una medida que hace años debió
tomarse, pero que debido a la desidia, a la falta de decisión, o simplemente
por cobardía, se fue postergando y postergando hasta derivar en una situación
altamente insostenible y potencialmente explosiva.
Una reacción, por lo demás, que ha sido
protagonizada por una horda de sicarios de la peor calaña, al parecer pagados
por los negociantes de dicha zona para enfrentar la acción policial,
espectáculo que de golpe nos ha retrotraído a un estadio del paleolítico
inferior en pleno siglo XXI, en el que algunos cientos de ejemplares de esta especie
autodenominada homo sapiens nos han demostrado que pueden descender, en medio
de los prodigiosos avances de la ciencia y la tecnología, a los estratos más
ínfimos de la bestialidad.
El operativo, que fracasó y desnudó serias
descoordinaciones en su primer intento, luego fue sagazmente corregido y
ejecutado eficientemente, recuperando para la ciudad uno de los espacios más
peligrosos y hacinados de la misma. En acción ejemplar, laborando al unísono la
Municipalidad de Lima y la Policía
Nacional del Perú, se logró controlar la zona, tomada por el hampa y el lumpen
durante décadas.
El día de los hechos, la alcaldesa se
encontraba fuera del país por razones personales, circunstancia que ha motivado
que ciertos sectores políticos y de la prensa, la acusen de evadir su
responsabilidad; sin embargo, apenas de vuelta en el país, Susana Villarán ha
asumido plenamente la misma, en una actitud de decencia y corrección política.
Paralelamente, el grupo de ciudadanos -de
alguna manera hay que llamarlos- que busca decretar su vacancia, alcanzaba los
requisitos legales de forma dudosa y con trampa para exigir la revocatoria del
cargo. Se trata, como salta a la vista claramente, de una retorcida movida
política encabezada por un individuo que no posee ciertamente las mejores
credenciales de ética y civismo, apoyado por los sectores de la derecha
troglodita y por la prensa carca que se presta a su juego.
Abusando del derecho legítimo que posee el
electorado para quitarle su respaldo a una autoridad elegida, se percibe en
este caso una evidente intención de revancha y antipatía, pues la alcaldesa no
ha cometido ninguna falta grave ni delito que motive su revocatoria, aun cuando
existe una falsa percepción en la ciudadanía de que la alcaldesa “no hace
nada”, alimentada desde luego por esa prensa que le es desafecta, desconociendo
su labor al frente del municipio, como por ejemplo haber emprendido un radical
reordenamiento del caótico transporte urbano, continuar la ampliación de los
servicios del Metropolitano y del Tren Eléctrico, así como la construcción de
vías subterráneas para agilizar el desplazamiento automotor por la ciudad, y
mucho más.
Aparte de ello, la promoción de la cultura
a través de la presentación y exhibición de espectáculos artísticos de diversa
índole en múltiples rincones de la ciudad. Pero sobre todo, la honestidad y
limpieza de una gestión que con todos los inconvenientes y obstáculos que se le
oponen, avanza segura en pos de conseguir, para todos quienes habitamos esta
urbe descomunal, un lugar propicio para el buen vivir.
Siendo la revocatoria un derecho reconocido
constitucionalmente, aun cuando adolece de serias deficiencias de definición, me
parece que en esta ocasión va a significar un inútil derroche de las arcas
fiscales, solo por acatar los dictados del capricho de un grupúsculo de
detractores que, valiéndose de mil y un artimañas, lograron reunir las firmas
necesarias, amén de la aquiescencia y beneplácito de una autoridad electoral
muy contemplativa.
Sin embargo, estando ya las cosas hechas,
habrá que esperar el día señalado para saber cuál es la opinión del ciudadano,
más allá de la campaña inmunda que se viene de parte de los promotores de la
consulta, y teniendo en cuenta otros factores que racionalmente abonan por el
mantenimiento de una gestión edilicia que merece todo nuestro apoyo y respeto.
Lima, 2 de
noviembre de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario