domingo, 4 de noviembre de 2012

Vandalismo y revocatoria


     Los truculentos y bochornosos sucesos de la semana pasada en relación al intento de desalojo del mercado mayorista de La Parada en Lima, coincidiendo sospechosamente con la aceptación, por parte del JNE, del proceso de revocatoria de la alcaldesa de la ciudad, que impulsa un oscuro sujeto, motiva algunas reflexiones pertinentes.
     Lo primero que llama la atención es la inusitada violencia en la reacción de quienes se han sentido víctimas del intento de la autoridad municipal de ejecutar una medida que hace años debió tomarse, pero que debido a la desidia, a la falta de decisión, o simplemente por cobardía, se fue postergando y postergando hasta derivar en una situación altamente insostenible y potencialmente explosiva.
     Una reacción, por lo demás, que ha sido protagonizada por una horda de sicarios de la peor calaña, al parecer pagados por los negociantes de dicha zona para enfrentar la acción policial, espectáculo que de golpe nos ha retrotraído a un estadio del paleolítico inferior en pleno siglo XXI, en el que algunos cientos de ejemplares de esta especie autodenominada homo sapiens nos han demostrado que pueden descender, en medio de los prodigiosos avances de la ciencia y la tecnología, a los estratos más ínfimos de la bestialidad.
     El operativo, que fracasó y desnudó serias descoordinaciones en su primer intento, luego fue sagazmente corregido y ejecutado eficientemente, recuperando para la ciudad uno de los espacios más peligrosos y hacinados de la misma. En acción ejemplar, laborando al unísono la Municipalidad de Lima  y la Policía Nacional del Perú, se logró controlar la zona, tomada por el hampa y el lumpen durante décadas.
     El día de los hechos, la alcaldesa se encontraba fuera del país por razones personales, circunstancia que ha motivado que ciertos sectores políticos y de la prensa, la acusen de evadir su responsabilidad; sin embargo, apenas de vuelta en el país, Susana Villarán ha asumido plenamente la misma, en una actitud de decencia y corrección política.
     Paralelamente, el grupo de ciudadanos -de alguna manera hay que llamarlos- que busca decretar su vacancia, alcanzaba los requisitos legales de forma dudosa y con trampa para exigir la revocatoria del cargo. Se trata, como salta a la vista claramente, de una retorcida movida política encabezada por un individuo que no posee ciertamente las mejores credenciales de ética y civismo, apoyado por los sectores de la derecha troglodita y por la prensa carca que se presta a su juego.
     Abusando del derecho legítimo que posee el electorado para quitarle su respaldo a una autoridad elegida, se percibe en este caso una evidente intención de revancha y antipatía, pues la alcaldesa no ha cometido ninguna falta grave ni delito que motive su revocatoria, aun cuando existe una falsa percepción en la ciudadanía de que la alcaldesa “no hace nada”, alimentada desde luego por esa prensa que le es desafecta, desconociendo su labor al frente del municipio, como por ejemplo haber emprendido un radical reordenamiento del caótico transporte urbano, continuar la ampliación de los servicios del Metropolitano y del Tren Eléctrico, así como la construcción de vías subterráneas para agilizar el desplazamiento automotor por la ciudad, y mucho más.
     Aparte de ello, la promoción de la cultura a través de la presentación y exhibición de espectáculos artísticos de diversa índole en múltiples rincones de la ciudad. Pero sobre todo, la honestidad y limpieza de una gestión que con todos los inconvenientes y obstáculos que se le oponen, avanza segura en pos de conseguir, para todos quienes habitamos esta urbe descomunal, un lugar propicio para el buen vivir.
    Siendo la revocatoria un derecho reconocido constitucionalmente, aun cuando adolece de serias deficiencias de definición, me parece que en esta ocasión va a significar un inútil derroche de las arcas fiscales, solo por acatar los dictados del capricho de un grupúsculo de detractores que, valiéndose de mil y un artimañas, lograron reunir las firmas necesarias, amén de la aquiescencia y beneplácito de una autoridad electoral muy contemplativa.
     Sin embargo, estando ya las cosas hechas, habrá que esperar el día señalado para saber cuál es la opinión del ciudadano, más allá de la campaña inmunda que se viene de parte de los promotores de la consulta, y teniendo en cuenta otros factores que racionalmente abonan por el mantenimiento de una gestión edilicia que merece todo nuestro apoyo y respeto.

Lima, 2 de noviembre de 2012.
     

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