En tanto la justicia peruana archiva un
sonado caso de abusos sexuales al interior de una comunidad cristiana, un
sector ultramontano de conservadores levanta, entre alharacas y aspavientos, su
protesta por algo inexistente, una entelequia conceptual que ellos denominan
“ideología de género”. Llama la atención la increíble ceguera de este grupo de
fundamentalistas sobre el real contenido del currículo escolar que empezará a
implementarse el presente año.
Pasa lo que con todo fanático: solo ve lo
que él cree ver; de nada le sirven las ideas ni los razonamientos, pues se deja
arrastrar por los prejuicios, estereotipos y clisés que un sistema tradicional
de pensamiento ha instalado en su cerebro. Es ejemplarizador al respecto lo
mostrado a través de una grabación de vídeo: el periodista interroga a uno de
estos activistas “preocupados por la educación de los niños” para que le señale
en qué parte del citado documento se dice, como ellos suelen repetir, que se va
a promover la homosexualidad en las aulas y otras tonterías más. El individuo
busca en las páginas lo que piensa encontrar, hojea nervioso hacia adelante y
hacia atrás, y nada; coge su teléfono móvil y realiza una llamada, según él a
la persona que le indicará el lugar exacto de la cita o las citas que avalen su
punto de vista, y tampoco hay resultados.
El padre Gastón Garatea, figura relevante
de la Iglesia Católica, ha declarado que no todos en ella piensan como el
cardenal Cipriani, principal instigador de esta absurda campaña, pues en verdad
se está fabricando un miedo sin base, un espantajo sin pies ni cabeza. La
periodista Rosa María Palacios, católica practicante, se ha tomado la molestia de leer el texto en
cuestión para analizarlo exhaustivamente, sin encontrar nada, absolutamente
nada, que justifique este rasgarse las vestiduras propio de auténticos
fariseos. El pedagogo Idel Vexler, exviceministro de Gestión Pedagógica ha
señalado con meridiana serenidad: “No veo nada que tenga que preocupar a los
padres de familia.” Y el psicoanalista Jorge Bruce, en un rotundo artículo de
opinión, nos ha recordado una luminosa intervención de Christiane Taubira,
exministra de Justicia francesa, instándonos a no olvidar la existencia de la
maldad como componente inherente de muchas conductas humanas, difíciles de
controlar por obedecer a pulsiones primitivas propias del cerebro reptiliano.
Me parece que el asunto se enmarca en el
tema central de los derechos humanos, en el reconocimiento de la igualdad
intrínseca de todas las personas ante la ley, lo cual busca evitar discriminaciones
odiosas y estigmatizaciones aberrantes. Igualdad de oportunidades para hombres
y mujeres, respeto y tolerancia con total independencia de los géneros, pues
ello atañe a la identidad que cada ser construye a partir de su especificidad
biológica, psicológica y cultural.
Elaborado por un conjunto significativo de
expertos, en consulta permanente con organizaciones que representan a la
sociedad civil y a los padres de familia, el currículo, y el enfoque de género
que propone, está avalado por importantes organismos internacionales como la
ONU y la OMS. Pensar que tantas personas, premunidas de las herramientas que
les brindan la ciencia y el simple sentido común, se puedan equivocar en tan
delicado tema, solo cabe en mentalidades obtusas y sesgadas, ganadas por la
superchería y la ignorancia.
Este caso juega en pared con el del
economista Oscar Ugarteche, cuyo matrimonio con un ciudadano mexicano,
celebrado el año 2010, un juez peruano ha ordenado inscribir en el Reniec. Como
siempre, los sectores más retrógrados y reaccionarios han puesto el grito en el
cielo, exhibiendo sin impudicia cuánto dominan aún en la sociedad peruana esos
nocivos prejuicios medievales de la intolerancia, la discriminación y la
homofobia. Tal pareciera que todavía no se han dado cuenta que vivimos en el
siglo XXI, lejos ya de aquellas épocas en que se condenaba sin remilgos a quien
se saliera de la decretada “normalidad”.
Pero lo que más asombro y estupor me causa
es ver a personas con formación académica, con educación universitaria,
profesionales muchos de ellos en el ámbito de la educación, repetir sin un
ápice de duda, las sandeces y desatinos que propalan a diestra y siniestra los
representantes del oscurantismo y la caverna en los medios de comunicación. Es
decepcionante observar que cuantos mayores logros vamos obteniendo en materia
de derechos fundamentales, existan todavía quienes se aferran a criterios
trasnochados e ideas descabelladas para cerrarle el paso a la civilización.
Lima
24 de enero de 2017.
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