domingo, 16 de diciembre de 2012

Elegía por Ravi Shankar


     La desaparición física de uno de los músicos más emblemáticos del siglo XX deja huérfana de sonidos a una selecta muchedumbre de seguidores de este auténtico gurú del arte contemporáneo. Nacido en la ciudad sagrada de Benarés, allá por el año de 1920, su vida recorrió de manera fecunda y brillante el siglo XX, dejando a su paso una estela maravillosa de melodías y composiciones que constituyen sin duda lo mejor de su legado.
     A la increíble edad de 92 años ha dejado este mundo en San Diego (California), donde vivía con su esposa y su hija. Ravi Shankar, el genial ejecutante del sitar, el venerado maestro de tantísimos músicos de Occidente que tuvieron el privilegio -como el beatle George Harrison- de compartir a su lado fantásticos momentos de aprendizaje y deleite musical, se ha ido para quedar encantado en la memoria agradecida de todos quienes apreciamos y valoramos su enorme talento artístico.
     Hace algunos años, en mi época de búsqueda espiritual más intensa, explorando los saberes y sabidurías antiquísimas de la humanidad, me fue dado conocer, de la mano del gran poeta mexicano Octavio Paz, todo el estupendo bagaje cultural de la India, una de las civilizaciones más portentosas de la historia, poseedora de una riqueza inagotable en todos los órdenes del saber y del sentir humanos.
     Fue así que, a la par que me era revelado el misterio del profundo misticismo hindú, su milenaria literatura, su sistema de castas, sus dioses y hombres representativos, tuve ocasión de escuchar el nombre de este músico singular. Una viva curiosidad me llevó a apreciar sus creaciones más importantes, degustando sus impresionantes interpretaciones de ese instrumento único y mágico: el sitar, objeto que él convertía en un precioso vehículo para transportarnos a experiencias de la más elevada espiritualidad.
     Compartió escenarios y grabaciones con lo más graneado del arte occidental: el insólito violinista Yehudi Menuhin; el insuperable flautista Jean Pierre Rampal; el minimalista estadounidense Philip Glass y el inigualable saxofonista John Coltrane, fueron algunos de los músicos de este lado del mundo que gozaron de la excelsa compañía de Ravi Shankar en magníficos conciertos, presentaciones y discos que son una auténtica joya.
     Difusor mundial del raga, una intraducible forma de componer de la India, que en sánscrito quiere decir color, modo, estado de ánimo, y que musicalmente puede entenderse como una escala de sonidos, donde, al igual que el jazz, la improvisación juega un primerísimo papel, Ravi Shankar es el mejor representante de la música clásica indostaní.
     Padre de dos bellas y talentosísimas artistas de la música actual, la cantante norteamericana de soul y jazz Norah Jones, y la joven y virtuosa sitarista Anoushka Shankar, el legendario creador indio se sitúa entre los más grandes músicos de nuestra época.
     Cuando ejecuta el sitar, arranca de sus cuerdas unos sonidos plagados de un hondo misticismo oriental, haciendo evocar en el oyente visiones exóticas de esa vasta cultura, brotando de cada arpegio y pulseo una gama de imágenes extraordinarias que solazan los recodos más hondos de la sensibilidad y del espíritu en general.
     La presencia de Ravi Shankar será imperecedera en el panorama de la historia de la música, pues su espléndido legado quedará como una inagotable fuente de vivencias estéticas, cuya cercanía podrá hacernos vivir instantes insuperables de plenitud y regocijo. Su figura y su obra ya pertenecen al cielo eterno del arte mundial.

Lima, 15 de diciembre de 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario