miércoles, 3 de julio de 2013

Un héroe de nuestro tiempo

Edward Snowden era un ex técnico de la CIA que trabajaba hasta hace poco en la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de los Estados Unidos, puesto al que renunció por razones estrictamente morales: su conciencia se rebelaba ante el hecho de que los servicios secretos de su país utilizaran la moderna tecnología de la información para inmiscuirse en las vidas privadas de miles de ciudadanos, con el fin de obtener datos para luchar, supuestamente, contra el terrorismo internacional y todo aquello que amenazara la seguridad de la superpotencia. 
     El joven experto en informática acaba de cumplir 30 años de edad, en medio de una persecución que ha emprendido contra él el gobierno de su país, acusándolo de traición y espionaje por haber filtrado a la prensa los documentos secretos de dos programas de intervención en las comunicaciones de personas sospechosas, según el gobierno norteamericano, de prácticas conspirativas, o de ser potenciales amenazas para la seguridad nacional.
     Los diarios The Guardian y The Washington Post fueron los que recibieron las sorprendentes revelaciones de Snowden sobre el masivo espionaje practicado por los Estados Unidos y el Reino Unido, quienes habrían solicitado a las compañías de internet Facebook, Google, Microsoft, Yahoo y otros, que les facilitaran información privada de alrededor de 50 mil personas, en una clara violación al derecho a la privacidad que protegen todas las legislaciones del mundo.
     La interceptación se habría realizado también en la Unión Europea, y contra funcionarios de los diversos gobiernos europeos, según la reciente revelación del diario Der Spiegel, lo que ha ocasionado una conmoción en los círculos políticos alemanes, especialmente, pues en volumen las intervenciones son las más importantes. Asimismo, las misiones extranjeras en las Naciones Unidas, la misma sede de la UE en Bruselas y otros países del resto del mundo, han estado sometidos al control y la vigilancia de los ubicuos servicios de inteligencia yanquis.
     Se encontraba Edward Snowden, por último, en Hawái,  laborando para la Empresa Booz Allen Hamilton, cuando ha decidido hacer públicas las intromisiones telefónicas y virtuales de la administración estadounidense, lo que ha significado tener que abandonar su centro de trabajo y la isla, para dirigirse a Hong Kong, primero, y luego a Moscú, donde se encuentra actualmente, habiendo burlado a la prensa al anunciar que se dirigiría a Cuba, para emprender viaje a su vez a Venezuela y Ecuador.
     Pues precisamente el gobierno de Rafael Correa estaría dispuesto a otorgarle el asilo diplomático, en la misma senda de la protección que brinda a Julian Assange, refugiado desde hace un año en la sede de la embajada del Ecuador en Londres. Razón por la que el gobierno de Washington ha reaccionado con cierta intemperancia, a través de un senador demócrata, amenazando con suspender los beneficios arancelarios que gozaba el país sudamericano en un tratado de comercio de pronto vencimiento.
     “El gobierno de Ecuador no va a aceptar amenazas de nadie. Nosotros no nos supeditamos a los intereses económicos”, le ha respondido, con gran coraje y dignidad, el Ministro de Comunicaciones, Fernando Alvarado, al susodicho representante y sus insolentes presiones y chantajes. Es la forma como tendrían que enfrentar todos nuestros países cuando la gran potencia imperial pretende avasallarnos con sus ucases y mandatos incontrovertibles.
     No es poca cosa desafiar al país que encarna el mayor poder sobre la Tierra, sabiendo que tu cabeza pende de un hilo, que todos tus movimientos está siendo seguidos y controlados por esa maquinaria pesadillesca emergida de la imaginación más febril de una ficción orwelliana. La inmensa osadía que entraña decidir plantarle cara a las actividades ilícitas del imperio, por más que el presidente Obama declare que son “legales” y “transparentes”, sólo merece un calificativo que se parece al que en el pasado otorgábamos a los héroes. Y aunque él haya señalado que no debe ser visto como héroe ni como villano, la verdad es que su actitud es poco común en un mundo dominado por la doblez, la cobardía y la componenda.
     La otra salida anunciada por su padre en la televisión norteamericana: su retorno negociado para ser juzgado con todas las garantías del debido proceso, se alza como la última pero riesgosa carta para un personaje que ya ha ingresado a la historia, esa historia que algunos buscan teñir de infamia al tomarse la deshonrosa prerrogativa de invadir el fuero íntimo del individuo para rastrear aviesamente sus menudas actividades cotidianas.


Lima, 29 de junio de 2013.

1 comentario:

  1. El Gran País del Norte. ¡JA!
    Bien por Correa, aunque no sea santo de mi devoción.
    Saludos.

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