Un rey convoca a sus hijas y demás
parientes para anunciarles la división del reino. Las hermanas mayores,
casadas, le ofrecen sus respetos y las muestras de amor al padre, mientras la
hija menor, aparte de ello, expresa muy sutilmente su deseo de mantenerse
soltera, en momentos en que el padre arregla todo lo concerniente a su boda con
uno de los dos principescos pretendientes. El rey acepta de buenas maneras la
convencional actitud de las primeras, pero se siente afrentado por la
sinceridad y franqueza de la última, tomando medidas drásticas contra ella en
el instante. Este es el comienzo de El
Rey Lear, escrita en 1605 aproximadamente, uno de los dramas más intensos y
trágicos de William Shakespeare.
Las hijas mayores son Gonerill y Regan,
casadas con los duques de Albany y de Cornwall, respectivamente; la hija menor
es Cordelia, cuya mano pretenden el rey de Francia y el duque de Borgoña,
quienes son interpelados por Lear. Kent, un conde, sale en defensa de la hija
desheredada, situación nueva que obliga a Burgundy a desistir de contraer
nupcias con aquella, a la par que France la acepta como su esposa. Kent debe
marchar al destierro.
Gloucester, otro conde, descubre, por una
carta dejada en el gabinete de Edmund, su hijo bastardo, que su otro hijo Edgar
trama algo contra él. Edmund no cree en esto y promete averiguarlo.
Simultáneamente, Kent se disfraza y se convierte en servidor del rey; Gonerill
se queja ante su padre del comportamiento del bufón y de otros caballeros del
séquito real. Lear prorrumpe en injurias contra ella y decide marcharse donde
Regan.
Edmund dialoga con el cortesano Curan en la
escena primera del acto segundo, dando inicio a la secuencia central del drama.
Hay rumores de una probable guerra entre el duque de Albany y el de Cornwall.
En la escena segunda, Kent se enfrenta a Oswald, el mayordomo de Gonerill luego
de insultarlo con gruesos epítetos. Cornwall amenaza a Kent con ponerle los
cepos. Por otro lado, Edgar huye del cerco que le ha tendido su padre.
Luego del breve monólogo de Edgar en la
escena tercera, se escenifica en la cuarta el momento más intenso del drama,
donde Lear, en medio de su incipiente locura, percibe la ingratitud de sus dos
hijas mayores, retirándose con su séquito después de un tenso escarceo con
ellas, confrontación donde salen a relucir las reales intenciones que las
mueven.
Es un viejo tópico decir que el teatro se
asemeja a la vida, que todos somos actores involuntarios de este drama
misterioso que vivimos día a día, protagonistas inconscientes de un guion
compuesto por un taumaturgo caprichoso que nos pone ante las circunstancias más
imprevisibles y que nos hace vivir situaciones enrevesadas que difícilmente
podemos entender y comprender.
En el acto tercero, escena segunda, el rey
impreca a los elementos de la naturaleza, invocándolos para que lo destruyan
todo, en medio de una espantosa tormenta; Kent le ofrece refugio en una cabaña
cerca, donde lanza maldiciones contra sus hijas. En la escena séptima
Gloucester es torturado por orden de Cornwall y Regan, acusado de traición por
recibir una carta del Rey de Francia. Le arrancan los ojos al momento de
descubrir la verdad de Edmund y Edgar. Este último hará de guía de su padre
ciego camino a Dover.
En la escena segunda del acto tercero se
manifiesta la discordia entre Gonerill y Albany, quien reprueba la conducta de
las hermanas. En ese instante un mensajero les anuncia la muerte de Cornwall, a
manos de un sirviente. A la vez, Cordelia se entera de que su padre anda
perdido y loco y ordena traerlo. En la escena sexta del acto cuarto, la más
trágica según la crítica, Gloucester se marcha a Dover donde piensa en dar fin
a su vida; su encuentro con Lear es providencial, y la muerte de Oswald a manos
de Edgar cierra el círculo de las asombrosas revelaciones, pues encuentra en
sus bolsillos una carta de Gonerill para Edmund, tramando la muerte de su
propio esposo el duque.
En el quinto acto, se desencadena el fin
de la tragedia; Lear y Cordelia son aprehendidos después de perder la batalla.
Gonerill envenena a su hermana Regan y luego se suicida, por causa de Edmund,
quien oscilaba entre el amor de ambas. También mueren Edmund, Cordelia y Lear.
Albany, Kent y Edgar dialogan en la última secuencia sobre las posibilidades de
reconstruir el reino, destruido por las ambiciones y los desatinos de quienes no
supieron acertar con los auténticos sentimientos que mueven a los hombres y a las
mujeres en este mundo.
Maravillosa y conmovedora historia que nos
interpela precisamente sobre ese trasfondo de las acciones y las decisiones de
los seres humanos, enmascarados muchas veces tras los falsos oropeles de la
cortesanía y las afectaciones sociales. Desvelar esos estratos escondidos
demasiado tarde precipita finales trágicos que con más inteligencia se podrían haber
evitado.
Lima,
30 de julio de 2016.