miércoles, 11 de noviembre de 2020

El infierno tan temido

 

    El escenario más temido se ha materializado en nuestro país la noche de este lunes negro cuando la mayoría de congresistas votó por declarar vacante la presidencia de la República. Lo ha hecho de forma alevosa y absolutamente irresponsable, desoyendo el clamor mayoritario de la población que no avalaba una medida como ésta que lo único que hace es agravar la triple crisis que vive el Perú. De espaldas ante la ciudadanía, movida por el sólo afán de venganza y ansias de poder, ha defenestrado al presidente Vizcarra para colocar al presidente del Congreso, un personaje seriamente cuestionado por su alianza con sectores oscuros de las bancadas amigas que buscaron claramente durante todos estos meses deshacerse de una figura que les era molesta para imponer sus propios designios en diversos ámbitos de la actividad pública y que obedecen, en último término, a intereses subalternos que nada tienen que ver con las verdaderas necesidades de los peruanos.

    El plan de Antauro y sus secuaces ha funcionado a la perfección, dictando desde la cárcel la agenda del país y moviendo sus hilos aviesamente para que sus títeres del congreso le inflijan al país una estocada letal en medio de una situación compleja y que deja a la nación en la zozobra más terrible, presa de la incertidumbre, la desesperanza, la preocupación por un mañana que se torna más gris todavía sabiendo que quienes asumirán las funciones ejecutivas son los mismos que han saboteado sistemáticamente desde el parlamento todo atisbo de sensatez, mesura y espíritu de conciliación en todo este tiempo.

    El trumpismo en su peor versión se ha impuesto en nuestro país de forma desembozada y ruin, coludidos en una pandilla de mafiosos y facinerosos que jamás tuvieron la calidad moral para juzgar a nadie, arrogándose facultades para las cuales no estaban ni mínimamente calificados. El Perú ingresa con esta medida a una crisis profunda de la cual alguna vez responderán estos cuatreros de medio pelo que amparándose en un artículo constitucional de ambigua interpretación, han decidido saltar al abismo para que todos los ciudadanos de a pie paguemos sus consecuencias. ¿Alguien se imagina siquiera quiénes van a conformar ese gabinete de espectros? ¿Podremos avizorar lo que nos espera en los próximos ocho meses y medio en medio de esta colosal cuchipanda que desatarán desde el poder estos verdugos de la democracia?  

    Era sencillo esperar hasta el 28 de julio del próximo año para que todo quede en manos del Ministerio Público y del Poder Judicial y se continúe con el debido proceso de los cargos que enfrenta el señor Vizcarra. Mas ahora todo está en riesgo mayor: la política sanitaria para enfrentar la pandemia, las elecciones convocadas para abril del 2020, las políticas en materia educativa, la reforma universitaria, la reforma política y sobre todo la condición de varios congresistas involucrados en serios delitos, que paradójicamente han estado protegidos por los mismos que ahora se rasgan las vestiduras y tramitan expeditivamente una vacancia, al mismo tiempo que retienen durante meses el caso de Edgar Alarcón, uno de los cabecillas del golpe de Estado revestido de ropajes legales que han perpetrado estos “representantes” que en realidad no representan a nadie, a no ser que alguien odie al Perú de tal manera para que simpatice con la vileza cometida.

    El artículo 46 de la Constitución reconoce al pueblo el derecho a la insurgencia, estableciendo que nadie debe obediencia a un gobierno usurpador, norma que faculta a un gran levantamiento popular que exija la dimisión del régimen espurio que se ha instalado en Palacio de Gobierno. Las calles serán en los próximos días el escenario adecuado de una lucha sin cuartel para recuperar la democracia arrebatada y los valores cívicos pisoteados por una gavilla de traidores. De hecho, al conocerse la noticia, miles de personas salieron a las calles en diferentes ciudades del país para expresar su rechazo y repudio a la decisión de un congreso que ha demostrado no estar a la altura de las expectativas de la población. Los jóvenes pisan ahora las calles nuevamente alzando sus voces iracundas por el espectáculo nauseabundo de una caterva impresentable de forajidos que han perpetrado en unas pocas horas una barrabasada monumental arrasando con todo vestigio democrático. Y lo que reciben es una represión brutal de una dictadura inicua que desata todo su odio a la voz indignada del pueblo.

    Se ha roto el principio fundamental del Estado de Derecho al abolirse de facto la separación de poderes, merced al asalto mercenario del Poder Ejecutivo por quienes fungían de representantes del pueblo agazapados en el Poder Legislativo, instancia democrática que convirtieron en una pocilga en todo este tiempo que ocupan esos escaños inmerecidamente. Afirman que han actuado legalmente, cuando está claro que han vulnerado el espíritu de la Carta Magna valiéndose de una argucia extremadamente subjetiva y cuestionable como es la “incapacidad moral”. Pero menos aún poseen legitimidad, cuando es abrumador el rechazo del pueblo peruano que en un 80 por ciento está en desacuerdo con el golpe asestado la noche aciaga del lunes. Varios periodistas de la radio y la televisión empiezan a normalizar vergonzosamente la situación, hablando de una “transición democrática” donde ha habido sencillamente un golpe de Estado, una violación canalla a la honra nacional que alguna vez tendrá que castigarse.

    Por fin tiene respuesta la legendaria pregunta de Zavalita en Conversación en La Catedral, ahora sabemos con exactitud de relojero el momento preciso de su génesis. ¿En qué momento se jodió el Perú?, inquiría el personaje vargasllosiano, pues allí está el lunes 9 de noviembre del 2020 para engrosar el ominoso libro de los anales de la historia universal de la infamia. Zozobra e insurgencia había pensado en un principio para el título de este artículo, porque lo que viviremos durante el régimen de los impostores será eso, un estado permanente de lucha y resistencia a la embestida de la dictadura encaramada en Palacio de Pizarro, y la insurgencia en las calles y en las redes y en donde haga falta y por el tiempo que sea necesario para obligar a los usurpadores a recular y regresar a sus cubículos. Ninguna persona decente podrá sumarse jamás al gabinete hediondo que pretenden armar con sus ávidos hocicos que husmean en busca de alguna alimaña que se preste a sus propósitos. Nadie ha reconocido a Merino como presidente de la República, ningún país del mundo puede rebajarse al nivel de un país de opereta, estableciendo relaciones protocolares con una republiqueta bananera que es el hazmerreír internacional gracias a un puñado de asaltantes.  

 

Lima, 10 de noviembre de 2020.


 

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