A la provecta edad de cien años, ha fallecido, el 30 de octubre pasado, el eminente antropólogo francés de origen belga Claude Lévi-Strauss, cuyos estudios sobre las estructuras de sociedades tradicionales inseminó de manera fecunda todo el abanico de las ciencias sociales en la segunda mitad del siglo XX.
Discípulo aplicado de Emile Durkheim y de Marcel Mauss, lector aprovechado y agradecido de Marx y de Freud, así como investigador interesado en los estudios de Roman Jakobson y Ferdinand de Saussure, Lévi-Strauss levantó el enorme soporte de su pensamiento antropológico a partir de una experiencia singular en contacto directo con los habitantes de las llamadas, por entonces, sociedades primitivas.
Un telefonazo providencial lo catapultó a las selvas amazónicas brasileñas, donde, durante cuatro años (1935-1939), convivió con los miembros de diversas tribus indígenas: los bororo, los guaycurú, los nambikwara y tupi-kawahib especialmente. De esta inmersión en el mundo y la cultura de pueblos considerados “atrasados”, surgió uno de los libros más brillantes que se hayan escrito en el siglo XX, Tristes trópicos, texto híbrido, a caballo entre la autobiografía y el documento antropológico, entre la poesía y la ciencia, rara conjunción de saberes que el maestro asumía con una solvencia y una destreza inusitadas.
Considerado como el padre de la Antropología, ha dado a esta ciencia títulos imprescindibles como Antropología estructural, Las relaciones elementales del parentesco, El pensamiento salvaje, el ya mencionado Tristes trópicos, Raza e historia, Mitologías y otros más, que constituyen su legado más valioso para el conocimiento de aquello que se considera sus aportes más importantes, como la denominada teoría de la alianza, los procesos mentales del conocimiento humano y la estructura de los mitos.
Claude Lévi-Strauss ha roto con una vieja tara que encapsulaba el abordaje y el conocimiento de otras culturas: el etnocentrismo. Decidido a esclarecer las estructuras que subyacen por debajo de todas las manifestaciones de la vida humana, se abocó a desentrañar la naturaleza de las relaciones de parentesco, la prohibición universal del incesto, el funcionamiento de la mente, el misterio de los mitos y un largo etcétera.
En un enjundioso ensayo de 1966, titulado Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo, el poeta mexicano Octavio Paz se dedicó a expurgar los puntos más sensibles de la obra del filósofo francés. “Lévi-Strauss … concibe a la sociedad como un conjunto de signos: una estructura”, escribe en esa obra definiendo con gran precisión la corriente que se puso en boga a la mitad del siglo pasado: el estructuralismo. Sigue diciendo Octavio Paz: “su obra intenta resolver la heterogeneidad de las historias particulares en una estructura atemporal”, cuando demuestra el objetivo del antropólogo de hallar la unidad dentro de la diversidad, el punto común de contacto que tendrían elementos disímiles de la cultura en todas sus variantes a través del tiempo y el espacio. Pues “hay un punto en el que se cruzan todos los caminos; este punto no es la civilización occidental sino el espíritu humano que obedece, en todas partes y en todos los tiempos, a las mismas leyes”.
En la obra de Lévi-Strauss, la oposición de términos irreconciliables se resuelve en una armonía binaria, que lo lleva a no separar lo sensible de lo inteligible, lo natural de lo cultural, y a proponer una lógica concreta según el principio de Wittgenstein de “no separar lo duro de lo blando sino encontrar lo duro en lo blando”.
Formidable desafío el que nos deja para penetrar el sentido último de la naturaleza de las cosas, encontrando el núcleo central de su razón y de su ser, en una aventura que he calificado del pensamiento salvaje, sirviéndome de uno de los títulos emblemáticos de su extensa bibliografía. Es pensamiento porque es cultura, y es salvaje porque es naturaleza; pero también puedo decir que es el pensamiento natural de la cultura salvaje, si entendemos con Octavio Paz lo que quiere decir cuando asimila pensamiento poético y pensamiento salvaje.
Lima, 07 de noviembre de 2009.
Gracias, me gustó mucho el recorrido que haces por el pensamiento de Lévi-Straus. Muy elaborado y comprensible.
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