Un caso singular de la ciencia contemporánea es el del físico inglés Stephen Hawking, considerado el científico más importante del siglo XX después de Albert Einstein, y que vive desde hace varias décadas recluido en una silla de ruedas, pero cuya mente abarca, entre sus múltiples intereses, los espacios interestelares.
Heredero de la cátedra de Isaac Newton en la Universidad de Cambridge, Hawking no ha cejado, aun cuando se le diagnosticó la enfermedad ALS --conocida como enfermedad de Lou Gehrig--, de investigar con denuedo y pasión únicas, sobre los secretos y los misterios que esconde el universo, tratando de conciliar las dos grandes teorías que la física ha producido en el siglo XX --la de la relatividad general y la de la mecánica cuántica--, en una única teoría cuántica de la gravedad.
Esos esfuerzos están plasmados en las numerosas publicaciones que ha realizado desde entonces, y que ha sintetizado admirablemente en un libro de divulgación científica que es todo un ejemplo de proeza de sabiduría: su Historia del tiempo. Del big bang a los agujeros negros, cuya primera edición data del año 1988.
No deja de ser asombrosa la paradoja que constituye el caso del profesor Hawking, pues siendo víctima de una oprobiosa enfermedad degenerativa, que lo ha inutilizado gradualmente hasta convertirlo prácticamente en un despojo corporal, ello no ha afectado un ápice su inteligencia superior, su pasmosa lucidez ni su agudeza mental; por lo contrario, cada vez se ha afirmado en él esa vocación empedernida por seguir investigando y escrutando los enormes enigmas que encierra el cosmos.
En medio de una época que no alienta precisamente las vocaciones científicas, cuando el promedio de los hombres y las mujeres, a nivel planetario, consagran sus preciosas existencias a bagatelas y naderías, se yergue majestuoso el ejemplar destino de un hombre que teniendo que sobrellevar su existencia confinado a una máquina de ruedas, fierros y cables, tiene a pesar de ello sus ojos y su intelecto en los horizontes infinitos de este universo que nos alberga como a los seres más insignificantes e infinitesimales que cabe suponer.
Invitado por las más prestigiosas universidades y centros de investigación científica del mundo, el profesor Hawking no ha dejado pasar la menor oportunidad para desplazarse a los lugares más distantes de los cinco continentes para exponer, ante un auditorio ávido y deslumbrado, sus interesantes teorías, y ensayar las más brillantes respuestas a las interrogantes que todos se hacen sobre esa dimensión que nos sobrepasa y, a veces, nos sobrecoge de espanto. Asistido por los adelantos más sofisticados de la tecnología moderna, la voz y el pensamiento de Stephen Hawking pueden llegar a la masa expectante de un público ansioso de conocimiento y de sabiduría, con la claridad y el rigor de una auténtica revelación.
Un portentoso desafío para el estudioso de cualquier rincón del globo, una prueba casi insuperable de férrea voluntad y de apasionada consagración a la ciencia, son las notas características de este formidable ser humano que ha logrado vencer, con su solo afán de saber y su insaciable curiosidad, todas las limitaciones personales y todas las dificultades que el azar y el destino le han puesto en el camino.
Lima, 04 de febrero de 2010.
No hay comentarios:
Publicar un comentario