viernes, 3 de junio de 2016

El bardo, el manco y el inca

     El mes de abril es particularmente pródigo en fechas conmemorativas relacionadas con el mundo de las letras; pero este año es especialmente simbólico, pues tres de los  más grandes creadores de la literatura universal cumplen cuatrocientos años de haber dejado esta vida y adquirido la gloriosa categoría de olímpicos dioses del Parnaso.
     El primero es William Shakespeare, máximo artífice de la lengua inglesa, dramaturgo complejo y profundo, explorador incansable de la psique humana, autor de piezas inmortales del teatro universal. El genio inglés se ha expresado a través de un autor cuya vida está envuelta en una bruma de misterio y leyenda, llegando a extremos de que algunos se permiten dudar inclusive de su existencia, y por lo tanto de su autoría de obras magníficas que hasta nuestros días se siguen escenificando en las salas más diversas de los cinco continentes.
     El segundo es Miguel de Cervantes Saavedra, autor de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, obra cimera de la lengua castellana,  sujeto de numerosos estudios, ensayos e investigaciones, y cuya perspectiva ha ido cambiando con el tiempo, pues al ser una creación que sobrepasa cualquier posibilidad humana, su mensaje se ha metamorfoseado en cada siglo ante los seducidos lectores que en cada generación han encontrado en sus páginas motivos de diversas interpretaciones, constituyéndose en un  libro inagotable e infinito.
     El tercero es Gómez Suárez de Figueroa, más conocido como el Inca Garcilaso de la Vega, escritor mestizo de madre cuzqueña y padre español, símbolo de la confluencia de culturas que se dio en América a raíz de la conquista hispana de estas tierras. Heredero de una riquísima tradición cultural tanto por el lado paterno como por el materno, supo volcar todo este valioso acervo en sus inmarcesibles obras que recogen y rescatan la magnificencia de una civilización que se alzó como una de las más importantes del mundo precolombino.
     La coincidencia de la fecha de sus muertes, los hace hermanarse no solo en los azares del tiempo, sino en el común destino de la trascendencia, conquistada a fuerza del talento y la perseverancia, superando toda clase de adversidades y peripecias para erigirse en modelos emblemáticos de la humanidad. Ni la pobreza y la orfandad, ni el destierro y la cárcel, ni la marginación y el desdén, pudieron abatirse contra estos invencibles colosos de la pluma, que fundieron en fuego inextinguible las pasiones y los sentimientos de sus vidas, la imaginación y los pensamientos de sus espíritus poliédricos y múltiples.

Lima. 23 de abril de 2016.

      

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